2ª FERIA DE CASTELLÓN

Cumbre de Diego Ventura, dueño del toreo a caballo y señor del Arte de Marialva

El lusitano corta dos orejas tras una faena de enorme calado y excelente precisión. Lea Vicens cortó una oreja de cada toro y salió también por la Puerta Grande, pero menos grande.

Diego Ventura durante su actuación este lunes en Castellón

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Magnífico ambiente y notable entrada registró la tradicional corrida de rejones. El Levante es tan de toro como de caballo, en todas sus extensas y heterogéneas manifestaciones culturales y festivas.

Diego Ventura brindó su excelente primera faena a Gonzalo Guedes, jugador portugués del Villarreal CF. Portugal y España, además de unidos geográficamente en la Península Ibérica son dos países hermanados por la afición al rejoneo. El Arte de Marialva. Y Francia, hoy con Lea Vicens y ayer con María Sara… Ventura le dio distancia al serio segundo. Clavó en los pechos, pureza y entrega absoluta del hispano-lusitano. A lomos de Nómada, lo enceló a dos pistas y ajustó al máximo los embroques. Notable la bravura del toro de Fermín. Con Lío, clavó una banderilla al quiebro perfecta de reunión. De tú a tú, de poder a poder. Con Bronce exhibió una doma de superlativa precisión y sutileza, antes incluso de quitarle la cabezada y dejar un par en los mismos medios y en la misma yema. El toreo a caballo elevado a arte magistral y la gente entusismada. Enorme Diego, que se fue “marcha atrás” por el patio de cuadrillas antes de dejar tres rosas en una perra gorda. El rejón de muerte en los medios. Fulminante. Otra liga Diego Ventura, dueño y señor del toreo a caballo actual. Dos orejas del tirón.

El quinto salió haciendo caso omiso a los capotes. ¡Taparos, dijo Diego! El primer embroque, sin probaturas, fue el primer rejón de castigo. Diego cogió el segundo rejón pero desistió. Paradote el murube. Y manso. Se dolió por una banderilla saltando como un toro de los de rodeo americano. Con Fabuloso dejó Diego que el toro llegara a límites inverosímiles. Cercanía pasmosa. Dominio absoluto. Con Bronce rizó el rizo del ajuste. Luego tres cortas y cuatro rosas. Sin un solo fallo en siete embroques. Mató en el segundo intento. Oreja.

El primer murube de Fermín Bohórquez era un tío pero bien hecho. Cerca de 600 kilos (572), hondo, bajo, con su culata, redondo. Lo enceló Andy Cartagena tras un rejón de castigo, que acusó el toro. Tanto que en la segunda banderilla que dejó el maestro benidormí se rajó a tablas. Los auxiliadores y Andy se emplearon corrigiendo la querencia. Colocó luego tres cortas con el toro ya manifiestamente acobardado. Enrique, hermano subalterno del caballero, lo colocó en suerte pero Cartagena pinchó y todo languideció.

El de Benidorm brindó la faena del cuarto al maestro de Foyos, Vicente Ruiz El Soro. Andy le dejó un preciso rejón de castigo y la bandera azul Alicante en el hocico. Ahí lo templó y lo sujetó. El toro andaba con el freno de mano. Y a arreones también. A dos pistas se recorrió la plaza casi en ambos sentidos. Con un caballo de crines frondosas y extensas conectó mucho con el tendido. Una belleza salvaje. Unas piruetas en la misma cara del toro enardecieron al personal. Y una dosis de elevadas. El aviso sonó mientras dejó tres cortas de notable reunión. De nuevo, marró con las armas toricidas y se esfumó la posibilidad del premio.

Es una papeleta torear después de Diego Ventura. Lea Vicens dejó dos rejones de castigo. El murube tuvo viveza y apretaba a tablas. No fue enemigo fácil el de Fermín, que exigió lo suyo: más lidia que florituras. Al capote, sin embargo, embistió de dulce. Ese son, ese ritmo… Conforme se fue aplomando el toro se vino arriba Lea con adornos. El toro estaba muerto antes del embroque ante el rejón de muerte. Oreja.

A porta gayola se fue Lea en el sexto capítulo. La amazona gala lo paró y lo templó a dos pistas de forma muy torera a lomos de Bético. Con Diluvio bajaron los decibelios de los aplausos. El toro tuvo buen ritmo y persiguió con nobleza las monturas. Con el bohórquez ya aplomado y a lomos de Fermín estuvo más imprecisa en los embroques. Pese a todo, le dieron una oreja de escaso relieve que le sirvió para salir a hombros con Diego Ventura, dueño y señor del arte del toreo a caballo. Otra Liga.