3ª FERIA DE SAN AGUSTÍN

Curro Díaz y Adrián de Torres se imponen a unos exigentes "victorinos" en Linares

Curro Díaz y Adrián de Torres, con dos orejas cada uno, salieron a hombros en el último festejo de la feria de Linares.

Adrián de Torres y Curro Díaz en su salida a hombros este lunes en Linares

Agencia EFE

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Ovacionado fue el primer toro nada más saltar al ruedo. Curro Díaz, que dejó destellos de su buen capote, se enfrentó después a un animal que no acabó de romper.

Empezó su labor con muletazos por bajo en los que el toro se quedó debajo y buscó al torero. Entre las dos rayas le pegó las dos primeras tandas en las que el torero intentó ligar los muletazos, al hilo del pitón lo que dificultó el tema, destacando en muletazos sueltos. La estocada con la que finiquitó su labor fue de perfecta ejecución. Cortó una oreja.

Con el tercero, algo más chico y vareado, de nuevo Curro Díaz le consiguió ligar cuatro verónicas y una media. Pronto se dio cuenta de que el toro podía tener posibilidades y, tras un buen inicio, rápidamente se puso a torear sobre la diestra de forma relajada, pero el toro en el tercer muletazo reponía sobre las manos quedándose debajo.

Una tanda más sobre el mismo pitón, cambiando a la izquierda, consiguiendo excelentes naturales de uno en uno. No podía ser de otra manera. Disposición y entrega del linarense en una labor que llegó con mucha fuerza al tendido. Perdió el premio con la espada.

El quinto fue un toro amplio y largo que desarmó al torero, teniendo que tomar el olivo. Recibió un puyazo con el picador que hacía guardia. El segundo puyazo lo tomó del mayoral de la ganadería Félix Majada. Un calvario pasó la cuadrilla para realizar el tercio de banderillas. Pasadas por un lado u otro y no había manera de clavar los pares.

A esas alturas de la corrida nadie podía esperar mucho, pero el linarense, al igual que su compañero de cartel, hizo el esfuerzo, se la jugó y recogió el reconocimiento de su público. Derechazos de gran mérito, naturales en los que cada muletazo era un momento de máximo peligro. En fin, un toro de Victorino Martín que no regaló ni una embestida,. Cortó una oreja como premio a tanta entrega.

Adrián de Torres se las vio en primer lugar con un toro distraído de salida, reacio a ir de largo al caballo, noble y flojito en el último tercio. El joven torero se puso a torear en el tercio sobre la mano izquierda, bien colocado y asentado en la arena, destacando por su pureza, aunque a los muletazos le faltó mayor ajuste.

Algo que consiguió en la segunda tanda, más maciza, llegando mucho más al tendido. Cortó una oreja.

El cuarto, un toro largo que fue toda una alimaña, se lo puso muy difícil a todos los que tuvieron que ponerse delante. Pero De Torres le dió el pecho, clavó las zapatillas en el albero y citó al toro cómo si fuera bueno. En cada muletazo se jugaba la voltereta y la cornada. No le importó a Adrián que con una gran dignidad y una técnica escasa buscó un triunfo que era imposible.

Destacar algo lucido es imposible, pero el mérito del torero fue grande. Una pena sus fallos continuos con la espada.

El sexto fue un toro de bonitas hechuras, con cuello y que invitaba a embestir. Pero no fue así. Otro toro sin posibilidades, que no humilló y se quedaba corto en cada embestida.

Adrián de Torres de nuevo estuvo firme tanto con el capote como con la muleta, pero no encontró la fórmula para poder lucir. El linarense lo intentó cuando el toro sólo quería coger en cada embestida, haciendo presa en un muletazo al natural. La voltereta fue de órdago, con el toro buscándolo en el suelo en unos segundos angustiosos. Se levantó sin mirarse. Mucho mérito de un torero que torea muy poco con unos toros de otra época. Oreja para él.