20ª SAN ISIDRO

Diego Ventura consigue in extremis abrir una nueva Puerta Grande en Madrid

El rejoneador hispano-luso abre la decimonovena Puerta Grande en Las Ventas. Oreja para Sergio Galán.

Diego Ventura en su salida a hombros este sábado de la plaza de toros de Las Ventas

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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El jinete sevillano Diego Ventura consiguió, con una vibrante faena al último de los cuatro toros que ha lidiado esta feria de San Isidro, abrir de nuevo la Puerta Grande de la plaza de Las Ventas, justo al final del segundo festejo de rejones programado en el abono.

Sin gran acierto en su primera actuación en el ciclo, y después de fallar con el rejón de muerte con el primero de su lote de hoy, con el que solo brilló en un soberbio par a dos manos, Ventura echó el resto con ese sexto, al que recibió a porta gayola para clavarle con limpieza y ajuste el primer hierro de castigo, aunque sin llegar aún a fijar a un astado que comenzó a mansear y a barbear las tablas.

El rejoneador de Puebla del Río sacó entonces a Lío, una de sus nuevas estrellas, y a base de consentirle fue sacándole de la querencia, lo que se derivó en el emocionante embroque con que clavó la segunda banderilla: esperándole a que acabara de llegar y de romper hacia la orientación de toriles para, en el último instante, marcar el quiebro y dejar el arpón en todo lo alto.

Fue a partir de entonces cuando la obra tomó el vuelo definitivo, con más embroques ajustados y con la salida de Fabuloso, un valiente bayo que llevó los pitones del toro prendidos a su costado y con el que Ventura dejó una batida perfecta en la mismísima cara del toro, para, ya sobre Guadiana, clavar muy ligadas, tres banderillas cortas en la suerte del violín.

Y, ahora sí, un rejonazo efectivo y de rápido efecto puso en sus manos esas dos orejas que le facilitaron la que ya es su salida número 19 por la Puerta Grande de la primera plaza del mundo.

También pudo atravesarla hoy, de haber atendido la presidencia una no muy nutrida petición de oreja en su segundo, el conquense Sergio Galán, que tuvo una actuación muy correcta, aunque sin pasar a mayores cotas de emoción.

El trofeo que sí le dieron de su primero se debió, sobre todo, a la rapidez con que dobló el de Los Espartales, que humilló poco y siempre se puso por delante de los caballos. En cambio, el quinto, el de más volumen de la corrida extremeña, tuvo nobleza y son, solo que se quedó sin gas a causa de un inadecuado segundo rejón de castigo, por lo que Galán solo llegó calentar el tendido en los alardes finales.

El portugués Rui Fernandes, que se fue de vacío, destacó a la hora de lidiar y de manejar perfectamente el juego de terrenos con sus dos toros, un primero que de salida saltó limpiamente al callejón, y que pronto perdió celo, y un cuarto de más alzada, que fue el que más se empleó y descolgó tras las cabalgaduras.

El "cavaleiro" tuvo que provocar mucho las embestidas del que abrió plaza, con el que falló repetidamente con el rejón de muerte, y templó mucho al segundo del lote, al que clavó banderillas con limpieza y sin hacer concesiones, solo que esta vez, aunque dejó la espada enfundada a la primera, el animal tardó en echarse y difuminó así una posible petición de trofeo.