LAS VENTAS

Entre los inválidos de Bohórquez y un palco sin rumbo

Fortes, Álvaro Lorenzo y Joaquín Galdós se estrellaron con una corrida sin opciones del hierro jerezano.

Sixto Naranjo Sanchidrian

Publicado el - Actualizado

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Retumbó el silencio sobre la piedra de Las Ventas. Un año sin Iván Fandiño al que Madrid, su plaza y afición recordaron con un minuto de duelo en su memoria. 

Tras el maratón de San Isidro se anunciaba un cartel de jóvenes que había quedado revalorizado tras Resurreccion y el abono. Fortes y Álvaro Lorenzo eran los nombres propios a los que se unía el de un Joaquin Galdós que no desentonó en el invento isidril de las 6 Naciones.

Sin embargo, las esperanzas de todos quedaron en nada por culpa de una corrida de Fermín Bohórquez de nula casta y fortaleza. Una escalera de presentación que se igualó por su pobre juego. 

No comenzó con buen pie el festejo con un toro de Bohórquez lisiado con el que Fortes se estrelló. Ni quiso devolverlo el palco y las consecuencias las sufrió el malagueño, que se fue pronto tras de la espada vistas las escasas fuerzas de su oponente.

Mejores hechuras trajo el primero del lote de Álvaro Lorenzo, que lo cuajó de capote con temple y armonía en el toreo a la verónica. Galdós también se ajustó en un quite por chicuelinas. El toro pareció hacerlo bien en estos primeros tercios, humillando y tomando con franqueza los capotes. Pero también se adivinaba lo que finalmente ocurrió. Tenía muy escaso el depósito de gasolina. La faena de muleta de Lorenzo se desarrolló de una forma excesivamente fría y académica. Sin decir nada toro y torero en un trasteo demasiado largo. Lo avió de una estocada certera.

El tercero fue otro inválido que debió haber vuelto a chiqueros. El presiente Justo Polo demostró que igual da San Isidro que los festejos de temporada para seguir errando desde el palco. El toro de Bohórquez, pese a que quiso seguir con cierto son los engaños que le presentó Joaquín Galdós, estuvo lastrado por esa falta de fortaleza. Siempre a media altura, el peruano supo jugar las bazas de la firmeza y el temple para robar un par de tandas en redondo bien compuestas. Eso fue todo. Suya fue la única ovación saludada en el ecuador del festejo.

Como todavía había margen para empeorar aún todo, el cuarto fue un zambombo pasado de kilos y embastecido que dio más de un motivo para que asomase el moquero verde por sus nulas fuerzas. Fortes se quiso poner al natural de inicio pero al toro le costaba un mundo seguir las telas. En redondo hubo un desarme por la tendencia del animal de Bohórquez de defenderse por su invalidez. Allí de nuevo no pasó nada.

El feo quinto no perdió las manos pero se movió sin clase ni entraga en ninguno de los tercios. Álvaro Lorenzo volvió a dejar muestras de su buen concepto capotero pero después estuvo espeso con la muleta y otra vez se enfrascó en un trasteo tan largo como insustancial.

El sexto salió de chiqueros con sendas cornaditas en el glúteo y el ijar derecho. Con la tarde a la deriva, ya nadie protestó. Éste animal embistió a saltos y Galdós no se metió en guerras con él. Le quitó las moscas por la cara y lo pasaportó sin más miramientos.

Madrid, domingo 17 de junio de 2018. Un cuarto de plaza.

Toros de 

, de muy desiguales hechuras y muy bajos de raza. Conjunto invalidó que no dio opciones.

Fortes, silencio y silencio.

Álvaro Lorenzo, silencio y silencio.

Joaquín Galdós, saludos y silencio.