MADRID
Generosa puerta grande en Las Ventas para un José Fernando Molina que lloró por naturales
El novillero de Albacete brillo con un lote de Los Chospes y Torrealba y salió a hombros gracias al fervor de un público a favor de obra.
Madrid - Publicado el - Actualizado
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El toreo no entiende a veces de momentos y vive de sensaciones. José Fernando Molina, joven novillero de Albacete, debutó este domingo en Madrid tras haber enterrado hace pocas semanas a su madre, víctima de una enfermedad letal. La peor cornada para un hombre y el mejor acicate para un torero. Qué cosas. Los que se visten de luces son el reflejo del dolor y de la angustia que es la vida cuando no viene todo dado. Llegó a una plaza de Las Ventas que no aforó ni un sexto de plaza. De no ser por los buses, un drama. Se explayó con su lote, fue cogido en dos ocasiones y se llevó un recuerdo en la frente en forma de pitonazo para toda la vida. No fue la puerta grande más rotunda en este coso y seguramente tampoco fue merecida. No por mérito sino porque Madrid exige mucho más, pero se vio a un torero que viene a mandar y que tenía implícita en su debut la despedida. Lo siguiente era una alternativa de campanillas en su tierra y vivir del DNI y, si eso, una confirmación de medio pelo para justificar su profesión, a medio camino entre poner toldos y poner billetes para jugarse la vida. Cuando uno da lo que tiene, poco más se le puede pedir.
José Fernando Molina se fue a la puerta de chiqueros a hacer su presentación en Las Ventas y se llevó un porrazo tremendo. Salió gazapeando el de Los Chospes y no se arrancó hasta el último instante. Molina no pudo quitárselo de encima y se lo encontró de frente. Un milagro. Se desplazó en los capotes con alegría el astifino ejemplar de Fernando Moreno que, eso sí, manseó en exceso. Lo lidió Fernando Casanova con brillantez, antes de que Molina brindase al cielo y al público de Madrid. Cayó la montera boca abajo y en los medios se quedó para cambiarle el viaje por la espalda. Se arrancó a soplar el viento y tuvo que rectificar en el primer envite para salvar la cogida. Estuvo hábil y se arrancó a torear con la diestra.
Y lo hizo perfecto, corriendo la mano por abajo, muy templado y acertando siempre en el toque, muy ligero. Quiso lucir los pases de pecho, pero el tranco del animal le dejaba siempre un palmo fuera de cacho. Al natural no terminó de acoplarse, viento mediante y volvió al derecho para dejar la tanda de más enjundia del conjunto. Cerró por ajustadas manoletinas y otro pase de pecho de lujo. Se tiró a matar con todo en la suerte contraria y cobró, primero, una estocada tendida y desprendida y, segundo, un volteretón tremendo. Casanova le salvó la vida en un quite para enmarcar. Se echó el novillo y sacó pronto el pañuelo el presidente.
Al quinto, un novillo que con 200 kilos más pasaría por toro de Madrid, lo saludó con un ramillete de verónicas muy templadas y, más allá del gusto, inteligentes. Dándole sitio, abriéndole los caminos y dejándole llegar. Como bien explican los maestros en la escuela taurina de Albacete, que te toque los trastos de salida no es necesariamente malo, porque ayuda a encelar al bicho. Y para cerrar un inicio a favor de obra, dos puyazos soberbios de Daniel López, especialmente el segundo. Citó al toro de largo, toreó a caballo y colocó la vara en el sitio clave para ayudar a que las cosas vayan un poquito mejor.
Para empezar la faena se fue Molina a los medios. Sin probaturas. Dando distancia y toreando. Inteligente. Protestó mucho por el derecho el utrero, con un tornillazo imposible de limpiar que deslució cada muletazo. Cambió de mano y dejó varios naturales de escándalo. Se llevó dos cabezazos del toro y en uno de ellos le cazó de lleno en la cara. Terminó la faena sangrando y toreando con la izquierda a las mil maravillas. Bien colocado y consciente de lo que tenía entre manos. La estocada fue perfecta. El presidente concedió una oreja generosa, pero ahí quedó la obra.
Se protestó mucho de salida al terciado primero de Los Chospes, con el que nada pudo hacer de capa Antonio Grande. Sí pudo lucirse José Fernando Molina en un vistoso quite entrelazando saltilleras y gaoneras. Brindó Grande a sus hombres de confianza, en el burladero de apoderados, e inició la faena con estilo sacándose al toro desde los bajos del 10 hasta el tercio del mismo tendido. Y hasta ahí lo suyo. El utrero se movió mucho, pero no se entregó y fue protestando en cada cite. El salmantino lo pasó, pero todo quedó en un tostón.
Brindó al público la faena al cuarto, con el que no destacó en nada hasta la muleta. Toreó bien con la derecha, pero el hándicap de su labor fue la falta de vigor del de Los Chospes, que llegó a echarse en el ecuador del trasteo. Muy tranquilo, bien colocado y con gusto, pero sin oponente. Antonio Grande fue uno de los grandes perjudicados por la pandemia y le va a costar mucho volver a entrar en el carril, pero tiene el toreo en la cabeza. Salvo que cambie algo, será un víctima más de los renglones torcidos del toreo actual.
Regresaba Arturo Gilio a Las Ventas tras la grave cornada que recibió en San Isidro. En las novilladas de triunfadores también cabe el respeto por los toreros heridos. Bien por la empresa. Lo intentó todo con su primero, pero faltó acople, tanto el capote como en la muleta. Acelerado por momentos y dejándose llevar, en otros. Lo mejor, el espadazo.
Estuvo muy dispuesto con el sexto y dejó muletazos de buen trazo, pero la faena no tomó forma en ningún momento, especialmente condicionada por la beligerancia entre el tendido 7 y los autobuses de Albacete, que flaco favor le hicieron a su torero. Lo mató bien y dejó muestras de ser un torero que puede seguir aportando cosas importantes a la profesión.
Madrid, domingo 19 de junio de 2022. Casi vacío (5.018 espectadores según la empresa).
Cuatro novillos de Los Chospes y dos de Torrealba (5º y 6º). Mal presentados los de Los Chospes y muy serios, los de Torrealba. Venidos a menos en conjunto y faltos de casta, salvo el 2º, manso encastado.
Antonio Grande, división al saludar y silencio.
José Fernando Molina, oreja y oreja.
Arturo Gilio, silencio en ambos.
Incidencias: Se guardó un minuto de silencio por el fallecimiento del matador de toros Andrés Vázquez.