SEVILLA

Gines Marín lo dijo al natural

Gines Marín le cortó las dos orejas a un buen toro de El Torero. Morante, en su vuelta tras el gran suceso, paseó un apéndice y Cayetano fue silenciado.

Ginés Marín con las dos orejas cortadas este sábado en la Maestranza de Sevilla

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Hoy ha vuelto tras el suceso del pasado miércoles Morante, y la ovación que le ha dedicado Sevilla, tras deshacerse el paseíllo, ha sido de órdago. Ha regresado al ruedo maestrante quien con su diferencial concepto ha insistido en despertar los sentidos y acrecentar la capacidad para imaginar. Quien ha evocado el toreo de todos los tiempos. Quien ha invitado a viajar por el pasado para mantener la atención con tauromaquias muy representativas de aquellas épocas.

Y ha vuelto para hacer un grato recorrido por el universo gallista con la muestra de una lidia, no intuida, de indiscutible atractivo. Un toreo a un toro con problemas de mansedumbre, inspirada y talentosa, de equilibradas virtudes, desde el espléndido trazo diestro, hilvanado y rematado, hasta la lentísima verónica. Una lidia aderezada de detalles con la que siguió rememorando a los grandes maestros del pasado. Pinceladas de una tauromaquia exquisita en la que los ayudados por alto, los cambios de manos y el molinete fueron fragmentos embaucadores.

El sevillano de La Puebla ha superado con creces este nuevo envite tras la borrachera de toreo del pasado miércoles. Y lo ha superado con nota construyendo una faena que, menos, es más, resumió en cuatro muletazos diestros de extraordinario valor la mágica sencillez de un toreo colmado de torería. Y lo hizo con el segundo toro de la tarde, un mansito al que con sabiduría lo metió en la tela hasta conseguir dominar la embestida y lograr la imperecedera belleza artística de la lidia. Lo mató bien y sumó otro trofeo a su particular, sensacional e histórica feria.

No dudó un instante fijar en el capote al quinto, un complicado toro de El Torero, distraído, sin humillar y de complejas acometidas, con el que consiguió, muy cerca de las tablas por las molestias del viento, enormes muletazos diestros por hondura y despaciosidad. Con una media caída oportuna lo mandó al desolladero.

No obstante, la tarde traía consigo un nuevo triunfo, el conseguido por Ginés Marín con el cuarto de la tarde. Un buen toro, noble y bravo, al que toreó con verdadera perfección. Mucha verdad en lo visto, buena calidad en lo hecho y todo sin riesgo de sobresaturación. Así fue como deleitó Marín con una cascadas de muletazos, ora con la derecha, ora con la izquierda. Momentos de excelencia de clasicismo refinado y delicioso temple. Y unos remates de pecho que iban al hombro contrario llenos de exquisitez. Faena de calidad que corrobora con la brillantez del natural que epilogó la obra. Muy especialmente los de frente. Brillantes trazos que acabaron atrás en la cadera. Una forma de mostrarse a gusto con versión tan diferente y emotiva, para finalizar con unos ayudados por alto con sabor y torería. Estocada y dos orejas que no se hicieron esperar.

No le dejó el séptimo rematar la tarde. La escasez de fuerza -no se le picó- y las complicaciones de la falta de casta lo hicieron imposible. El diestro nacido en Jerez lo intentó todo con una ambición fuera de toda duda, pero nada consiguió a cambio.

Fue Cayetano un torero dispuesto al triunfo. Lo buscó con el noble y bravo toro lidiado en tercer lugar. Pero algo debió pasar para no alcanzarlo. Una lidia que estaba en aprovechar las primeras embestidas de un buen toro venido a menos. El madrileño toreó a la verónica con ritmo, y tuvo un inicio de faena esperanzador con una mano diestra que templaba y ligaba. Después la ligereza predominó en una faena desigual, con momentos de interés, aunque sin la deseada continuidad. El acero se ubicó tendido y la plaza quedó en silencio. Con el manso y complicado sexto nada consiguió, soló cabrearse al intuir que el toro tenía problemas de visión.

Abrió plaza el rejoneador portugués Antonio Ribeiro Telles con un toro de Pssanha. Celebraba su cuarenta años de alternativa y su debut en la Maestranza. Sueño conseguido, aunque no dejó nada para el recuerdo. Serio y clásico, pero con escasa pureza en lo hecho. Le ovacionaron cariñosamente.

Sevilla, sábado 29 de abril de 2023. 13ª de abono. Lleno.

Un toro, despuntado para rejones, de

, noble. Y seis para lidia a pie de

, desiguales de presencia y juego. Destacaron tercero y cuarto. Mansos segundo y sexto. Complicado por descastado quinto y séptimo.

El rejoneador Antonio Ribeiro Telles, ovación.

Morante de la Puebla, oreja y ovación.

Cayetano, silencio tras aviso y silencio.

Ginés Marín, dos orejas y ovación tras aviso.