MADRID

Jorge Molina rinde homenaje a El Juli. También con su espada

El novillero toledano obtiene su paso a la final tras firmar con el cuarto utrero la mejor faena de la noche.

Natural de Jorge Molina durante su faena al cuarto novillo de la noche en Las Ventas

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Sitges. Altea. Cadaqués. Sotogrande. Peñiscola. Cudillero. Nerja. Mojácar. Conil. Comillas. Podríamos seguir la lista hasta el infinito. Se me ocurren millones de sitios en los que estar un 27 de julio. La realidad es que a las 21 horas: Madrid, Las Ventas. Toda una experiencia.

El día venía marcado por un nombre propio. El de Julian Lopez Escobar. Aquel niño prodigio que ha crecido con nosotros, con tantos jóvenes de mi generación que un día soñamos con ser toreros. O mejor dicho, como ha señalado el torero valenciano Román, soñamos con ser El Juli.

Decir adiós al Juli es recordar muchos momentos y sobre todo es recordar una palabra: "ambición". Julián no quería ni que le ganaran sus sobrinos a los "karts". Siempre tenía una excusa para triunfar. Una estadística que romper. Un puñetazo que dar. Una boca que callar.

Si se lesionaba su brazo derecho, entraba a matar con la izquierda, como aquel Corpus de hace ya más de una década. Todavía le quedan algunas tardes pero ya se hace raro hablar de él en pasado.

El novillero Jorge Molina tenía la responsabilidad de torear en un día en el que en España se hablaba de toros. Su primer novillo llevaba el hierro de El Cotillo. Desde que saltó al ruedo dejó claras sus intenciones. Ni para carne. De muy poco fondo solo permitió que a Molina se le atisbara su buen concepto.

Con su segundo de Monte La Ermita las cosas cambiaron. Fue un animal de nota. Noble, pronto, repetidor y de mucho ritmo. Al novillero le costó cogerle el aire pero cuando lo hizo dejó muy buenos pasajes. No hubo ninguna serie redonda pero si momentos de gran calidad. Puso mucha voluntad y trató de darle al toro lo que pedía, sobre todo en las distancias en las que acertó. Faena de menos a más que hubiese tenido premio si llega a tirarse detrás de la espada. Aun así, le valió para estar en la final.

José María Trigueros toreaba su primera novillada de la temporada y además se presentaba en Las Ventas. Su primer animal fue muy bravo en varas donde levantó a un caballo tras entrar debajo del peto. Después en la muleta el animal también derrochó casta. Había que correrle bien la mano y bajársela. Exigía mucho y se topó con un novillero con un entendible poco oficio. El quinto fue un novillo mal presentado de El Cotillo que no dio opciones y con el que pasó inédito.

Marcos Linares llegaba a Madrid con mucho nombre. Y no pasó absolutamente nada. Sus dos novillos fueron muy nobles. No plantearon la más mínima complicación y a Linares se le vio fuera de sitio. Poco mando y mucha inseguridad. Dio la impresión de que el percance de Sevilla le ha pasado factura. También a la hora de entrar a matar.

Madrid, jueves 27 de julio de 2023. 4ª novillada nocturna. Un cuarto de plaza (7.892, según la empresa).

Cuatro novillos de

, de discreta presentación y poco ofensivos de cuerna, justos raza y con tendencia a rajarse, incluido el bravucón segundo, y de los que el cuarto tuvo mayor duración y entrega; y dos remiendos de

(1º y 5º), con más voumen aunque con peores hechuras, uno sin fuerza ni raza y el otro descastado y a menos.

Jorge Molina, silencio y ovación tras aviso.

José María Trigueros, ovación tras aviso y silencio tras aviso.

Marcos Linares, silencio y silencio tras aviso.

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