Orejas al empeño de Simón y Leal en la vuelta de los toros a Zaragoza

Para acabar con uno de los más largos periodos de inactividad taurina a orillas del Ebro -los anteriores fueron los de la Guerra Civil y los de la epidemia de peste de 1918- la nueva empresa del coso zaragozano embarcó una corrida muy aparatosa de López Gibaja, sobrada de volumen y cornamentas pero que apenas albergaba raza dentro de tan desmesuradas cajas.

La mayoría de los ejemplares se mostraron totalmente faltos de raza y de empuje para el combate, y dos de ellos, dos auténticos "tanques" cercanos a los 700 kilos de peso, además se rajaron descaradamente.

Solo dos de los seis torancones tuvieron algo de entrega y movilidad, en muy medidas proporciones pero suficientes para que López Simón y Juan Leal, a base de voluntad, les sacaran partido y les cortaran esas dos orejas que blanquearon en parte el resultado del que pudo ser un muy deslucido festejo.

El primer trofeo de la tarde se lo llevó Leal del tercero, que al menos siguió las telas con cierta entrega y durante más tiempo que sus hermanos, suficiente para que el diestro galo le hiciera una faena intensa entre altibajos de aciertos y desajustes.

Lo mejor del trasteo, la parte más brillante, fue la manera que tuvo Juan Leal de alargar las embestidas del toro, muy asentado de plantas y con temple suficiente para aumentar su celo, especialmente en una soberbia serie con la mano derecha.

También contó el final del trasteo, con el torero muy cerca de los pitones y buscando el parón ojedista con desiguales resultados, hasta que ratificó su éxito con un contundente espadazo.

La otra oreja fue para López Simón, que supo administrar la voluntad del quinto para acudir a los cites, aunque le costaba repetir las embestidas arrastrando tras los pitones sus 695 kilos.

Por eso el madrileño le espació los muletazos en la primera parte del trasteo, para acabar amarrando la oreja también en el tramo final a base de circulares y parones en la cercanía de las astas.

Curro Díaz resolvió con oficio las nulas opciones de de su lote, con un primero sin fuerzas ni gas y un cuarto negado casi desde que salió del peto del picador.

Tampoco Simón y Leal sacaron nada en claro de los dos restantes, endeble el del madrileño, al que le faltó pulso para asentarlo, y rajado el del francés, que se empeñó también en buscar el parón ante un basto ejemplar más empeñado aún en buscar la salida.

Zaragoza, sábado 23 de abril de 2022. 1ª de Feria. Un tercio de plaza.

Toros de Antonio López Gibaja, con los cinco años cumplidos salvo el sexto, con mucho volumen -los tres últimos rondaron los 700 kilos- y abundante aparato en las cabezas, pero tan grandes como vacíos de raza y energías. Solo tercero y quinto, por una mayor movilidad y duración, ofrecieron opciones de triunfo.

Curro Díaz, silencio y silencio.

López Simón, silencio tras aviso y oreja con petición de la segunda.

Juan Leal, oreja con petición de la segunda y silencio tras aviso.