8ª FERIA DE SAN FERMÍN
Y Pepín volvió a sentirse Pepín en Pamplona
El diestro Pepín Liria volvió a Pamplona y cortó una oreja tras una faena corajuda y valiente.
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Nadie se acordó de sacar a saludar a Pepín Liria en su regreso a Pamplona. Tras Illescas y con Murcia en el horizonte, el gran puerto de montaña y el gesto de esta vuelta para celebrar sus 25 años de alternativa era esta vuelta a San Fermín. Y Pepín quiso ser Pepín. Con dos largas en el tercio recibió al primero de su lote. Un toro de Victoriano Del Río ancho de sienes y abierto de pitones que taparon una vareada anatomía. Más apurado se vio el veterano diestro cuando se fue a los tendidos de sol para iniciar la faena de rodillas. En el tercer muletazos el toro le buscó y a punto estuvo de arrollarlo. Se confió más y mediado el trasteo, por el pitón derecho, cuando condujo con más gobierno las encastradas embestidas de su oponente. Pero la estocada hizo guardia, necesitó descabellar y todo quedó en un respetuoso silencio.
Ofensivo de pitones fue el segundo, un astado de Victoriano que tuvo mucha movilidad y poca entrega. El Juli también volvía a Pamplona después de un año de ausencia. Y lo hizo con una primera actuación seria, más técnica que lucida. Aplicó mano baja para intentar alargar las embestidas del toro. Un pinchazo, media tendida y trasera y un golpe de verduguillo acabaron con el animal. El madrileño fue silenciado.
La segunda tarde consecutiva de Ginés Marín en estos Sanfermines se abrió con un toro muy alto de cruz y de feas hechuras. Éste fue otro ejemplar con más movilidad que nobleza y clase en sus viajes. Se vio a un Ginés más arreado, que apretó al toro sobre todo en el tramo final en un par tandas al natural de buen trazo y mando. Pero dos pinchazos previos a la estocada baja también le dejaron sin premio final.
El cuarto dio en la báscula 605 kilos. Una auténtica mole que después tuvo nobleza y clase en los primeros compases de la faena de Pepín Liria. Muy templado el veterano diestro pero todo se vivía con demasiada frialdad de nuevo desde los tendidos. Pero todo se desató tras un achuchón por los adentros que desembocó en un desplante en el que el toro le levantó los pies al murciano. La gente se metió en la faena y Pepín volvió a la carga de rodillas con el toro ya rajado en tablas. Se tiró con mucha verdad tras de la espada y quedó encunado. El toro, herido de muerte, tuvo todavía un último arreón persiguiendo al murciano, que se libró de milagro de ser empitonado. Cayó una oreja de ley y se pidió una segunda que el palco tuvo a bien no conceder.
La faena de mayor poso de la tarde llegó con el quinto y tuvo a El Juli como protagonista. El de Victoriano se dejó mucho por el pitón izquierdo en la primera mitad de la faena. Muy asentado y templado, Julián se explayó en un toreo de gran limpieza y expresión. Pero al toro le falló el fondo y en el tramo final solo la técnica y el oficio del torero madrileño hicieron posible que todavía le robase alguna serie de mérito. Una estocada casi entera pasada y caída necesitó del descabello. Se enfriaron los tendidos y la petición no cuajó en mayoritaria. La ovación final recompensó lo hecho por El Juli.
El sexto fue devuelto por una cojera pero el sobrero de Toros de Cortés fue un regalo envenenado para Ginés Marín. Manso y huidizo, no regaló ni un muletazo al torero, que vio como se le iba de vacío su doble paso por esta Feria del Toro.
Pamplona, jueves 12 de julio de 2018. 8ª de Feria. Lleno.
Cuatro toros de
y dos de
(2º y 6º bis), bien presentados pero de muy desiguales hechuras. Con más movilidad que entrega los tres primeros. Nobles pero bajos de raza cuarto y quinto. Manso el sexto.
Pepín Liria, silencio tras aviso y oreja.
El Juli, silencio y saludos tras aviso.
Ginés Marín, silencio y silencio.