1ª ALFARERO DE ORO

Toreo caro al natural de Fabio Jiménez en el inicio del Alfarero de Villaseca

El novillero riojano cortó una oreja en el primer festejo del Alfarero de Oro ante el mejor novillo de un desigual encierro de Cebada Gago.

Fabio Jiménez con la oreja cortada este martes en Villaseca de la Sagra (Toledo)

Sixto Naranjo Sanchidrian

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Muy en el tipo de Cebada salió el novillo que abrió el festejo y la feria. Un animal al que le dispensaron muy mal trato tanto en el caballo como en el posterior tercio de banderillas, con demasiados capotazos y pasadas en falso de los de plata. Víctor Barroso lo había recibido con dos largas en el tercio y el inicio de faena también fue de hinojos. Trasteo valeroso y de firme planta el del gaditano, que llegó a ser volteado en dos ocasiones. Lo liquidó de una estocada contraria que tuvo mucha muerte.

Al manejable cuarto se le acabó el depósito de casta muy pronto. Venido a menos, al novillero portuense no le quedó otra que atacarle en la distancia corta, aunque el de Cebada ya había sacado la bandera blanca de la rendición. Se lo quitó de enmedio de un pinchazo y una estocada arriba.

Muy buenas maneras mostró Fabio Jiménez en su primero, un animal con nobleza y calidad en sus embestidas. El alfarero presentó sus credenciales al Alfarero con un toreo al natural de muchos quilates. Llegando mucho al utrero con la muleta al hocico para después tirar de él con temple, ritmo y profundidad. Una tarda al natural mediado el trasteo resultó sobresaliente. Y un espadazo en toda la yema que le hizo acreedor de una oreja de mucho peso.

El quinto se deslizó con menos claridad, pero el encaje y la determinación del riojano volvieron a sorprender. Esta vez la rotundidad llegó en un par de tandas en redondo, toreando con tersura y cintura no exentas de mando. Media estocada perpendicular y trasera necesitó del uso del verduguillo, con el que hubo un pequeño apagón.

Bajo de cruz y muy astifino salió el colorado que hizo tercero. Ismael Martín firmó un irregular tercio de banderillas y después, muleta en mano, realizó una faena de disposición aunque escaso lucimiento artístico ante un utrero encastado y exigente. Lo liquidó de un contundente espadazo previo pinchazo.

Con el sexto se resarció en banderillas con un buen tercio pero no pudo culminar después su actuación por culpa de un utrero deslucido y violento. Lo intentó el salmantino, pero fue difícil arrancar algún muletazo de mérito. El susto llegó al utilizar la tizona, resultando prendido por el pecho, afortunadamente sin consecuencias.