2ª SAN PEDRO REGALADO

Tres orejas para un Emilio de Justo rotundo, a pesar del palco, en Valladolid

El diestro cacereño sale a hombros mientras Morante de la Puebla cortó una oreja y Roca Rey se fue de vacío.

Emilio de Justo en su salida a hombros de la plaza de toros de Valladolid este domingo

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Hoy en Valladolid se ha visto una ciudad que tiene ganas de toros y de triunfos. Una ciudad volcada a la tauromaquia, y sobre todo una ciudad que ha recuperado ocho años después el premio del ayuntamiento San Pedro Regalado. y sobre todo la respuesta del público, llenando una plaza en un cartel que podría ser de un domingo de resurrección en Sevilla. Detalles de maestría de Morante, Un Roa rey que pechó con el peor lote y un Emilio De Justo, que podíamos decir que tiene un idilio con la capital del Pisuerga. Los toros de Garcigrande, muy desiguales de presentación y de condición no fueron cómplices para los toreros.

Un puyazo con fijeza, el que abrió plaza. Una plaza llena, de un público con ganas de carteles rematados. Así es Valladolid. Morante, con decisión se fue por el pitón derecho. Pero la duda es la peor de las almas de los toreros. Sin terminar de acoplarse, lo intento por ambos pitones con el de Garcigrande. Detalles de torería delante de la cara del toro. La espada sin filo.

Morante recibió también con incertidumbre al segundo de su lote. Pero es que Morante es así. Y por eso es un genio. Lo sacó a los medios y en una serie con la mano a media altura, pero con ese temple que, para el tiempo, ligó una serie de primor. Tiempo, distancia, terrenos, las claves para cimentar una faena, que no llegó a romper, pero que dejó esas pinceladas de maestría del genio de La Puebla. Estocada y oreja.

Emilio de Justo salió a los medios a recibir al primero de su lote. Verónicas muy jaleadas por el respetable, con ganas de triunfos. Quitó por chicuelinas al paso muy ajustado. La condición del toro se vio desde el principio. Ese manso encastado que pedía la muleta baja y templada. Y así fue por la derecha, no dejó de embestir con un puntito de genio, minimizado por la clase y la nobleza. Largos y templados los pases de pecho. Al natural, de diferente condición, siempre buscó la referencia de las tablas. Pero siempre hay remedio, siempre hay esperanza, y esa fue otra vez la mano derecha. Y una serie al hilo de las tablas, respetando la condición del animal, y otra en el centro del ruedo para premiar la clase que atesoraba el pupilo de Justo Hernández. Hasta los gavilanes, rodando sin puntilla. Una oreja, con fuerte petición de la segunda, y la rigurosidad de un palco que vio la estocada algo defectuosa. El público le obligó a dar dos vueltas al ruedo.

Espoleado se fue a portagayola a recibir al quinto de la tarde. Con el capote le enseñó cuál era el ABC para embestir con clase. Dos puyazos largos, recibió el de Garcigrande empujando el peto.

Y es que cuando ves toro, lo ves por todos los lados. Sin prisa, consistiendo, siempre con ella puesta, porque el toro, quería irse al abrigo de las tablas. Y se fue por el pitón derecho donde siempre pedía el animal. Como si hubiere un pacto, tú me ayudas y yo te ayudo. Series de cuatro y el de pecho y un público volcado con el extremeño. Y es que Emilio y Valladolid han entrado en esa aureola de hijos predilectos sin ser paisano. Gran estocada. Dos orejas, ahora si.

Terciado y algo escurrido el primero del lote de Roca Rey. Falto de fuerza y celo en el saludo con el capote. Y eso fue lo que marcó el devenir de una faena. La condición fue lo que a duras penas le mantuvo en pie. Derechas e izquierdas, con manos muy a media altura y sin sometimiento alguno. Una labor de enfermería en toda regla, sin emoción.

Se lidió un sexto bis que cerraba la feria de San Pedro Regalado. Un castaño claro, sin fijeza que se llevó por delante a Antonio Manuel Punta, sin consecuencias y que fue ahormado en el caballo. Cortó mucho en banderillas. Invierto el comienzo de faena. No se lo puso fácil el de Garcigrande a Roca Rey. Disposición, firmeza, ganas, pero es que engañaba la embestida de un toro que el primer muletazo le cogía, pero enseguida se salía de la pañosa. Aun así el peruano, insistió con más corazón que posibilidades, por esa falta de casta. Mala suerte con el lote que le tocó en suerte. Perfecta la ejecución de la estocada.