6ª VIRGEN DE LOS LLANOS

Una mansa y chica corrida de Cuvillo arruina la tarde en Albacete

Un remendado encierro con dos toros de Luis Algarra, fracasa en Albacete por impropia presentación y nulo juego. La terna se fue de vacío.

Diego Urdiales durante la faena al primer toro de Núñez del Cuvillo en Albacete

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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De siempre se ha dicho que Albacete era “la salvadora” en términos empresariales. Y es que la plaza manchega ha sido -y es- rentable porque su fiel afición acude a la plaza ya llueva, truene o haga un sol de justicia. O aunque se caiga Morante y haya un remiendo de corrales con dos toros de Algarra. No importa: las gallinas que entran por las que salen y el gallinero a rebosar. Y mientras tanto, los toros no fueron los que se merece esta plaza, ni mucho menos. Los de Cuvillo fueron impropios de la categoría de esta plaza por paupérrima presencia y nulo juego. ¿Cómo serían los rechazados por el presidente Coy por la mañana? Muchos más debió devolver a la finca.. Un feo lunar el de esta sexta de Feria, sin duda.

El riojano Diego Urdiales se las vio con un jabonero justo y chico de presencia con el que midió telas, quedando pendiente verse más adelante. Perdió las manos antes de entrar a un peto donde empujó sin fe. Medio se movió en banderillas y en la muleta fue un mansito que nunca rompió por desplazarse con una embestida cansina, descastada y noble con el que Urdiales dibujó algún pase suelto con sabor que fue como el que bebe agua de un dedal: se agradece pero la sed sigue ahí. Tras estocada perpendicular y algo contraría y delantera, con un golpe del descabello, terminó el primer capítulo.

Con el cuarto de Luis Algarra, que también suspendió en trapío, además de ser picado cerca de toriles y sumar un mero trámite en banderillas, fue brindado al respetable por parte de Urdiales, que algo debió verle porque desde el tendido sólo apuntaba a descaste y falta de todo. Se fue al platillo central y sólo hubo más descaste, ausencia de acometividad y un Urdiales que no tuvo nada que rascar ante un toro inservible. Lo mejor, la estocada tendida por habilidosa y efectiva. Urdiales, de nuevo, sin suerte en Albacete.

El segundo de la tarde recibió palmas de guasa por su mínima presencia. Y Manzanares pasó palabra y no quiso saber nada de capote del anovillado toro que se dejó pegar y apenas empujó con un pitón en una brevísima vara. Finalizadas las banderillas, no hubo acople inicial con el toro, donde casi pierde la muleta. Después, todavía en los medios, alternó un toreo más superficial con otro llevándolo tapado y largo, con varios altibajos entre medias. Idéntico registro al natural citando despegado y sin continuidad aunque con limpieza. Volvió a la diestra y dio una serie donde unió el torear de fuera hacia fuera con otro más reunido que rayó el ser atropellado. Breve faena, igual que lo que duró un toro ayuno de casta y poder que sólo tuvo cierta movilidad. Pinchó y dejó una estocada muy baja.

El quinto, también de Algarra, hizo la sinfonía del estribo por manso y tirar cabezazos, condición que no mejoró en los palos. Ni tampoco en la muleta de José Mari, donde tardeaba, manseaba y lo poco que se movía era para confirmar que hoy no era un buen día en lo taurino para Albacete. Lo mató de certera estocada, que fue lo mejor dentro de un episodio muy gris.

Talavante se las vio con el tercero que también escuchó palmas de tango. Alejandro hizo un recibo afarolado en pie y a continuación en un picotazo que duró un suspiro, derribó al caballo, al que costó Dios y ayuda que se volviese a alzar. En la muleta, la labor duró lo que un servidor tarda en describir este toro: manso, descastado sin opciones al que Alejandro no ve -ni quiere ver- nunca claro, así que tira por la calle de enmedio. Mató de pinchazo y estocada tendida, sumando un descabello.

Y ese sexto, de indigna presencia, fue el colofón a un encierro injustificable. Nada hizo en ningún tercio y Talavante volvió abreviar ante un pozo seco y vacío. La antítesis del toro bravo. Una pena.