MADRID
Ureña, por la vía de la épica, corta una oreja en una decepcionante Corrida In Memoriam
El murciano pasea un trofeo del sexto tras sufrir una fractura que desplaza el tercio medio de la clavícula izquierda.
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La segunda edición de la Corrida In Memoriam, que este año se dedicó a Antonio Chenel 'Antoñete', no pasará a la historia de la plaza de Las Ventas. Ni por el escaso homenaje al maestro del mechón blanco ni por lo vivido sobre el ruedo de su plaza de toros de Madrid.
Y eso que hubo varios toros importantes en la corrida de Jandilla, pero que por unos u otros motivos no terminaron de ser aprovechados. Sólo el único diestro que tuvo un recuerdo a Antoñete en forma de brindis al cielo, Paco Ureña, fue quien a la postre se llevó el único trofeo paseado en este festejo.
Fue en el sexto, un toro bravo en todos los tercios. Empujó con riñones en el caballo de Juan Melgar y embistió con codiciosa humillación en el inicio de faena del murciano. Ureña no terminaba de gobernar los temperamentales viajes del toro del hierro de la estrella. Su caótico planteamiento hizo que a punto estuviese de ser volteado en los primeros compases del trasteo. Algo que volvió a suceder minutos más tarde con una fortísima volterereta de la que el diestro salió lanzado por los aires, cayendo sobre el ruedo de Las Ventas y quedando inerte sobre el mismo. Tras ser conducido por el callejón, Ureña volvió a salir al anillo visiblemente conmocionado y doliéndose del hombro izquierdo. Intentó enjaretar varias tandas por ese lado, pero resultaba complicado dotar de largura a los muletazos, que morían al llegar al embroque. Pero la emoción del trance, la apasionada entrega del torero y un espadazo meritorio elevaron el conjunto al premio de una oreja.
Antes, en su primero, Ureña no llegó a entenderse con un toro de Vegahermosa tan feo de hechuras como noble y pastueño en sus embestidas.
Quienes constataron que viven un momento gris de su carrera son José María Manzanares y Alejandro Talavante, que han firmado un plano e insustancial paso por Madrid durante esta primavera.
El alicantino hizo el esfuerzo con un primero muy manso, que le llegó a voltear y al que robó algún redondo bien trazado y tiró las cartas con el segundo sobrero de El Pilar, un animal deslucido pero con el que Manzanares se mostró sin ideas para estar con cierta dignidad delante de él.
Y Alejandro Talavante, al que se la hecho eterna su apuesta de cuatro tardes en Las Ventas. No terminó de aprovechar la encastada nobleza de su primero, al que recibió a portagayola pero al que aburrió después en una faena a menos. Y no se dio coba con el quinto, otro toro que apuntó cosas buenas en los primeros tercios pero al que el extremeño ahogó en demasía en la distancia corta en el inicio de faena.