4ª SAN ISIDRO

Vuelta al ruedo para Samuel Navalón, que sabe y puede estar mejor

El novillero valenciano, en la tarde de su debut madrileño, da una vuelta al ruedo. Noble novillada de Montealto.

Samuel Navalón durante su actuación este martes en la primera novillada de San Isidro

Sixto Naranjo Sanchidrian

Publicado el - Actualizado

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Gris lució el cielo madrileño para recibir a tres novilleros que hacían este martes su primer paseíllo con los montados en Las Ventas. La primera novillada de San Isidro congregó a un buen número de aficionados al reclamo de la juventud. Diego Bastos, Nek Romero y Samuel Navalón. Y los novillos, de un hierro al alza, el de Montealto que tan bien cría Agustín Montes en la sierra madrileña y que tuvieron opciones en el último tercio. Varios se llevaron una ovación final, si bien destacó la buena condición del quinto.

Abrió plaza un utrero que se arrancó con alegría al peto y que después continuó con esa movilidad en el último tercio. Movilidad con exigencia pero sin una brizna de clase, eso sí. Diego Bastos compitió con Nek Romero en un vistoso pique de quites. Por gaoneras el sevillano como respuesta al valenciano, que se había ajustado mucho en uno por chicuelinas. Bastos puso voluntad ante la desabrida embestida de su oponente. Se lo quitó de enmedio de una estocada que hizo guardia y de otra en mejor sitio. La ovación final se la llevó el de Montealto camino del desolladero.

Con el cuarto, Bastos destacó en un templado y despacioso saludo capotero. Pero después, se perdió en un mar de muletazos al por mayor sin ninguna sustancia ante un novillo que no se cansó de embestir. Lo mejor, la estocada con la que despenó al animal.

Nek Romero paró a su primer novillo con lances con una pierna genuflexa y un bonita media rodilla en tierra. Similar fue el inicio del trasteo, abriéndole los caminos al buen novillo de Montealto. Embistió con nobleza y clase por el pitón derecho. El valenciano lo toreó con pulcritud y limpieza, pero siempre algo por las afueras, cosa que en Madrid resta. Al natural no hubo acoplamiento y cuando se volvió a echar la muleta a la diestra, el conjunto ya no remontó. También fue ovacionado el novillo.

El quinto por claridad fue el novillo de la tarde. Embistió con nobleza y ritmo a la muleta de un Nek Romero centrado de inicio que estuvo más cómodo en la distancia corta, ahogando pronto al de Montealto. A la faena le costó romper pese a la intención del novillero. Lo cazó de un buen espadazo arriba.

Samuel Navalón captó la atención de unos tendidos que andaban desparramando la vista hacia el tendido 2 por culpa de un tumulto provocado por una espectadora. Lanceó con empaque a la verónica y dejó una media de gran expresión y sabor. El epílogo muleteril, explosivo con las dos rodillas en tierra. Tardó algo en centrarse el valenciano con el novillo. Molestado por el viento, faltó gobierno a las primeras tandas en redondo. Demasiado acelerado todo. Cuando bajó la mano y domeñó la embestida, aquello mejoró. Unas bernadinas finales de mucho compromiso y ajuste dieron paso a una estocada que se fue trasera y caída. Se pidió la oreja con fuerza y el palco, antirreglamentariamente, no la concedió. La vuelta compensó la arbitraria decisión del palco, aunque Navalón debe y sabe estar mejor que como estuvo con este novillo. Y él lo sabe.

Al sexto se le recibió a portagoyola. Emocionante por la velocidad con la que salió el de Montealto y cómo resolvió el lance el novillero. Rebajó revoluciones el utrero y Navalón le planteó faena más allá de las rayas del tercio. Puso firmeza y voluntad, pero con la tarde ya echada y el frío ambiental atenazando los tendidos, recurrió a un final de cercanías, mondeñinas incluidas, para poner calor y elevar la nota media del conjunto. Pero el fallo a espadas le alejó del posible premio.