ÁVILA
Chacón, Morenito y Gómez del Pilar, a oreja por coleta con distintos méritos en Ávila
La segunda y última corrida de toros de la Feria de Ávila se saldó con el corte de tres orejas, una para cada diestro, ante una desigual corrida de Adolfo Martín.
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Se abrieron los cielos de Ávila a primera hora de la tarde. El bochorno vivido en la matinal lo hacía presagiar. El ruedo de la plaza de toros de la ciudad castellana quedó algo blando en algunas zonas. Tampoco ayudó un riego inoportuno que no venía a cuento.
Después de soltar nervios este sábado, el ambiente en el coso abulense creció en número de espectadores. El reclamo torista del hierro de Adolfo Martín era la razón. Después, los pupilos del ganadero madrileño tuvieron un comportamiento desigual, pero prevaleciendo la falta de casta y entrega.
El primero de la tarde mostró buen ritmo en su embestida. Su capacidad de humillar le hizo dar una vuelta de campana cuando lo pasaba con el capote Octavio Chacón. No condicionó esta circunstancia a la embestida del toro, que tuvo ritmo y enclasada movilidad por ambos pitones. El gaditano lo aprovechó para hilvanar una faena muy templada, aprovechando la bondad de su oponente. Faltó apretarse más con el animal, pero la ligazón hizo que aquello calase en el tendido. Octavio lo vio fácil con la espada, dejando una estocada entera que tiró patas arriba al toro. La oreja cayó por mayoría de pañuelos.
Bajó un par de puntos la presentación del segundo con sus hechuras santacolomeñas. Astado complicado que siempre embestía por dentro y con el que no terminó de confiarse Morenito de Aranda. Las precauciones del burgalés y las complicaciones del toro hicieron que aquello no tuviese contenido alguno. Con la espada no anduvo fino el torero.
Se ovacionó la preciosa estampa del tercero. Bajo de agujas, de preciosas hechuras y seria cabeza. El de Adolfo se estrelló de salida contra un burladero e hizo ademanes de quedar dañado. Pero lejos que afligirse por ello, el animal tomó hasta tres varas arrancándose de lejos y embistiendo después con viveza y emoción por el pitón izquierdo. Por ahí se explayó Gómez del Pilar, que llegó a Ávila a última hora para sustituir al convaleciente Manuel Escribano. El torero madrileño mostró su buen corte en una faena basada en el toreo al natural. Echándole los vuelos con mucha suavidad y llevando al toro muy toreado hasta el final. Quiso probar por el pitón derecho, pero por ahí el astado era más bruto al embestir. Se fue derecho tras la espada para dejar una estocada contraria y tendida que ralentizó la muerte del toro. Pero no fue óbice para que se pidiese y concediese la oreja, la de mayo peso y ley de la tarde-noche abulense.
Más toro por su seriedad de encornadura fue el cuarto, un ejemplar duro de patas que no terminó de romper por derecho. La faena de Octavio esta vez navegó en tierra de nadie. Un pinchazo y media estocada arriba dieron paso a una ovación final de reconocimiento.
Una oreja paseó Morenito de Aranda del incierto quinto. Un toro al que limándole asperezas el burgalés a base de oficio y de tragarle mucho. Mérito tuvieron las tandas al natural en un trasteo enfibrado que fue creciendo según fue desarrollándose. Pinchó antes de agarrar la estocada que dio paso al trofeo que paseó Morenito.
Gómez del Pilar recibió al cuajado y serio sexto con una larga en el tercio. Quiso el joven espada lucir al toro en el caballo, pero este no respondió, pensándose mucho arrrancarse al peto. Éste sexto nunca se empleó en los engaños, por lo que Noé tuvo que poner todo de su parte para intentar armar una faena que tuvo más de empeño que lucimiento. La estocada viajó al sótano y ahí se diluyó la posibilidad de sumar más trofeos.
Ávila, domingo 19 de julio de 2020. Alrededor de 1.500 espectadores.
Toros de
, todos cinqueños. Bien presentados aunque de desiguales hechuras. Los mejores, el noble y enclasado primero y el tercero, encastado y con un buen pitón. El resto, complicados y sin romper.
Octavio Chacón, oreja y saludos.
Morenito de Aranda, silencio y oreja tras aviso.
Gómez del Pilar, que sustituía a Manuel Escribano, oreja tras aviso y silencio.