SEVILLA

Curro Vázquez y Rubén Amón se adentran en la profundidad del toreo en Cajasol

Los 'Mano a mano' llegaron esta semana a su edición número 62 con un nuevo lleno en el Teatro Cajasol de Sevilla.

Curro Vázquez, José Enrique Romero y Rubén Amón, en la Fundación Cajasol

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

2 min lectura

Pero hablar de Curro Vázquez es hablar de Madrid. En 1989 cuajó un toro de Victorino Martín en la plaza de Las Ventas después de un año gris que le devolvió a la primera línea. Amón habló de “pureza e integridad” para definir la tauromaquia de Curro Vázquez evocando otra figura paralela a la del maestro de Linares, la de Antoñete, alabando su dignidad en momentos de mayor ostracismo profesional. “La falta de contratos o la situación económica no me hacía torear mejor, lo que me motivaba era alternar con toreros como Manolo Vázquez o Antonio Ordóñez”, reflexionó Curro. Amón recordó una tarde aciaga en Bilbao, para hablar de las antiguas “broncas categóricas”. El maestro no tuvo empacho en hablar de los almohadillazos y hasta de esas caras agrias de la gente que cambian radicalmente en las tardes de triunfo.Pero la referencia a Antoñete dio para más. “Tengo mucha admiración por los toreros de los que he aprendido y desde niño me fijaba en ellos y quería hacer las cosas que me gustaban; con Antoñete tenía una gran amistad y me llevaba horas y horas hablando de toros”, contó Curro. “Ni Antoñete ni yo éramos muy de campo pero un día fui a recogerlo y yo iba con mis capotes y él con tres cartones de tabaco; nuestro entrenamiento era hablar de toros, a veces guardando silencio… Hoy los toreros se preparan fisicamente mejor que antes pero el hablar con otro torero, pensar tú sólo, ir andando toreando al aire… eso me gustaba, me aportaba más”, evocó el veterano lidiador. ¿Hablamos hoy así de toros? Aún hubo tiempo para hablar de su faceta de apoderado, iniciada a la vez que Cayetano se adentró en la profesión. “Nunca pensé que acabaría siendo apoderado y en realidad ni siquiera me gusta. No les hablo con dureza, les exijo que estén preparados, eso sí… pero me parece desagradable decirle a un torero que tiene que arrimarse, lo que hago es hablar de toros con ellos; cada torero es diferente…”.

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