SEVILLA

Daniel Luque, un maestro

Daniel Luque ha cortado la única oreja de la tarde a la decepcionante corrida de La Quinta, El Juli dio una vuelta al ruedo y Pablo Aguado fue silenciado.

Daniel Luque ante el quinto de La Quinta, al que cortó una oreja este domingo en Sevilla

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

4 min lectura

Hacer el toreo de forma tan contundente viene a establecer un nuevo techo en la definición de una tauromaquia que desemboca directamente en la emoción. Un toreo que no hace más que multiplicar sus virtudes y ampliar la capacidad de u un torero que estaba llamado a protagonizar algunos de los momentos más intensos en la decepcionante tarde de los esperados y deseados “santacolomas” de La Quinta.

Daniel Luque es un torero que necesitan torear despacio. Disfrutar del trayecto del templado muletazo haciéndolo infinito. Además, lo que hace atractivo el toreo del sevillano es la atinada mezcla de valor, buen gusto y, sobre todo, verdad. Unas formas en las que concentra una tauromaquia de emotivas historias.

El diestro de Gerena supo situarse por encima de los excelsos detalles, por maravillosos que fuesen, para construir faena con lógica estructura y de una intensidad extraordinaria al toro más destacado del bien presentado, aunque desilusionante, sexteto enviado por la familia Martínez Conradi a la Maestranza. Con una deslumbrante versión del natural claramente emocionante comenzó la lidia de quinto toro. Una interpretación interiorizada, sentida, sobria y contenida del toreo de izquierda. Un toreo de gran brillantez y expresividad.

En todo caso, hubo también momentos de excelencia en el clasicismo refinado del toreo diestro en los escasos muletazos posibles. Asimismo, completó su obra con el excepcional toreo de izquierda. Fueron naturales reposados, hondos, puros que rasgaron el silencio de la plaza para convertirse en voces de un universo de emociones. Y unos remates de pecho que iban al hombro contrario colmados de sutileza. Toda una lección de valor y verdad en el epílogo de una lidia hecha y dicha entre los pitones. La estocada resultó fulminante y la oreja paseada tenía peso de oro.

Fue lo mejor, porque el ilusionante encaste defraudó em líneas generales. Corrida de aceptable presentación, muy igualada y bien hecha, pero con manifiesta escasez de casta. Bien es verdad que se le castigó en varas como no se ha hecho en toda la feria, ¿algo se temía?, pues. Pero no resultó. La sosería de la embestidas dentro de la nobleza fue nota predominante del encierro.

Así, Luque, con el segundo, lidiado como sobrero, de sosa embestida y justa fuerza, trazó muletazos con ambas manos sin que la técnica y el talento en la ejecución diesen sus frutos. Todo resultó sin emoción. Con la espada no falló.

El Juli tardó una enormidad en encontrar el sitio y el cómo podía mandar en la acometida noble del primero. Demasiadas probaturas en un toreo anodino y con tintes banales que empezaba a aburrir. Fue al final de la lidia cuando sometió las embestidas y transformó el toreo diestro en emoción. El resultado de la lidia fue esta suma de momentos que dio como resultado, tras las estocada trasera y caída, una abrumadora petición que el presidente no atendió. Tal vez don Gabriel llevara razón, pero el vaivén en las decisiones no le salvan de sumar otra polémica.

El cuarto, que se llevó todos los puyazos que no se han dado en la feria, llegó a los inicios de faena sin vida. Al Juli le silbaron y le obligaron a coger la espada que, por cierto, utilizó fatal.

Y a Pablo Aguado se le fue la feria entre dudas y sin el necesario triunfo que tanto precisa. El sevillano necesita volar porque tiene alas para hacerlo por alturas. Le urge mostrar su tauromaquia de una manera firme y sin titubeos. Y no lo ha hecho. No fue bueno el tercero, un toro noble, ayuno de casta, que muy pronto se le quedó parado. Le trazo muletazos con su acostumbrada despaciosidad y diferencial concepto, pero carentes de emoción. Más pudo hacer con el complicado sexto. Un toro con un molesto calamocheo al que no supo entender. Además, el molesto viento le hizo desconfiar. En septiembre volverá. Tal vez entonces será.

Sevilla, domingo 30 de abril de 2023. 14ª de abono. Lleno.

Toros de

, el segundo como sobrero al lesionarse el titular, bien presentados y faltos de casta. Del mejor el primero, con clase en su noble embestida; soso y con poco fondo el segundo; muy parado el tercero; sin vida el cuarto, tardo, aunque de buenas embestidas el quinto, complicado el sexto.

El Juli, vuelta al ruedo tras petición y silencio.

Daniel Luque, saludos y oreja.

Pablo Aguado, silencio y silencio.

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