MADRID
Emilio de Justo o el triunfo de la fe
El diestro cacereño conquistó su primera puerta grande en Las Ventas tras dos grandes estocadas. Cogida a Ginés Marín en el sexto.
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No pudo tener mejor reaparición Emilio de Justo tras su percance hace una semana en la plaza francesa de Mont de Marsan. Un crespón negro en la chaquetilla recordaba al padre fallecido el día de esa cornada. El público de Las Ventas le sacó a saludar tras el paseíllo. Después enlotó un primer toro de La Ventana del Puerto al que cuajó de capote. Reunido a la verónica y jugando brazos y cintura en un notable quite por chicuelinas. Román intentó responder al quite por el mismo palo pero aquello no alcanzó las cotas conquistadas por el cacereño. El toro del hierro salmantino hizo buena pelea en varas, sobre todo en la segunda, arrancándose con alegría y empujando abajo. Después el animal tuvo un buen pitón derecho, lo que aprovechó Emilio para hilvanar dos tandas en las que enganchó muy adelante al toro y lo llevó templado y sometido. La faena entró en un pequeño bache al tomar la zurda. El acople se perdió. Pero un volapié perfecto de ejecución y colocación del que salió el toro rodado elevaron el conjunto a la oreja que fue pedida por mayoría.
El segundo trajo el hierro titular. El “lisardo” del Puerto coronaba su testa con dos alfileres y mostró el clásico comportamiento de su encastre. Frío y abanto de salida. Pareció desperezar tras su paso por el caballo. Falsa alarma. El astado charro mostró una desesperante falta de raza. Román lo pasó por ambos pitones y cuando todo parecía desembocar en la nada llegó el susto. Al natural, el toro lo prendió por la entrepierna y lo levantó del piso. Tremenda la voltereta en el aire tras un segundo derrote. Se desordenó todo mientras trataban de reincorporar a Román, que volvió a la cara del toros sin estar aparentemente herido. Unas manoletinas finales dieron paso a una estocada que hizo guardia y necesitó de un golpe de descabello. La ovación recompensó el esfuerzo del valenciano.
Con el tercero volvió a salir otro “domecq” de La Ventana. Un toro con fondo encastado que siempre fue a más en la muleta de Ginés Marín. El pacense basó su inicio de faena en el temple y las buenas formas. Pero faltaba un plus al trasteo, que llegó cuando Ginés se decidió a atacar por abajo al toro y éste entregó lo bueno que llevaba dentro. Larguísimos los naturales que surgieron, ajustándose en el embroque y soltando la embestida más allá de la cintura. Otra tanda en redondo elevó aún más el listón de la intensidad. Pero media estocada y la tardanza del toro en caer enfriaron a los tendidos. Tras el golpe de verdiguillo se desató una petición que no llegó a la mayoría necesaria. La vuelta al ruedo fue justo premio.
El cuarto fue el clásico toro del Puerto que con su punto de mansedumbre sacó un gran fondo de nobleza y clase en sus embestidas. También con tendencia a la huida. Pero cuando metía la cara iba hasta el final. Emilio de Justo se sacó a los medios al toro, pero ahí le pesaban los terrenos al toro. Cuando entendió q había que cerrarlo, en terrenos de tablas del 5, la faena creció. La ligazón a derechas como baza y la emotividad del momento obraron que todo fuese a más. Las manoletinas finales desataron aún más la pasión de la solanera. Y con la espada, de nuevo un cañón. A eso se agarró el público el festivo público que pidió y consiguió que el palco concediese la oreja que necesitaba Emilio para abrir la Puerta Grande. Su primera Puerta Grande en Las Ventas que refrenda una gran temporada. La fe de un torero que estuvo olvidado y que a base de resistir ha tenido recompensa.
Con el quinto se demostró que la romana no es sinónimo de trapío. Los 678 kilos del toro del Puerto no le daban aire de seriedad a sus embastecidas hechuras. El astado tampoco tuvo motor para mover tanta carrocería. Así que la faena de Román transcurrió entre algún sobresalto por la mala colocación del torero y la indiferencia en general de los tendidos.
Otro toro de bastas líneas fue el sexto. Un astado bruto que se llevó por delante a Ginés cuando le citaba por el pitón derecho. El derrote seco le alcanzó el rostro. La sangre chivata avisaba de la cornada y el extremeño tuvo que ser conducido a la enfermería. Emilio de Justo lo avió antes de partir rumbo a la calle de Alcalá.
Madrid, domingo 30 de septiembre de 2018. 3 de Feria. Casi tres cuartos de plaza.
Cuatro toros del
y dos de
(1º y 3º), bien presentados aunque de desiguales hechuras. Desentonó el basto y pesador quinto. De juego también desigual. Destacó el encastado tercero y el manejable primero.
Emilio de Justo, oreja y oreja.
Román, saludos y silencio.
Ginés Marín, vuelta y herido.
Parte médico de Ginés Marín: “Herida por asta de toro en región mandibular derecha, con una trayectoria ascendente de 5 cm, que produce destrozos en músculo masetero y contunde parótida y nervio facial. Es intervenido quirúrgicamente en la enfermería de la plaza de toros. Pronóstico reservado”.