9ª VIRGEN DE LOS LLANOS
La espada frustra los triunfos de El Cid y De Justo en interesante corrida de La Quinta en Albacete
El Cid corta una oreja, Luque se fue de vacío y dos toros fueron premiados con el pañuelo azul de la vuelta al ruedo.
Madrid - Publicado el - Actualizado
5 min lectura
Como escribir unos sonetos que gustan y riman a la perfección. Pero, en un descuido, se derrama la tinta y se emborrona el texto, dejándolo prácticamente ilegible. Pues eso pasó el Albacete. “El Cid” y Emilio de Justo acariciaron la gloria pero la espada les cerró de par en par la puerta grande del coso de la calle Feria. Luque pasó de puntillas y los Conradi lidiaron una corrida interesante en general con dos toros notables premiados con la vuelta al ruedo.
“El Cid” fue sacado a saludar por Albacete, que lo recibió con los brazos abiertos. Su primero estuvo más pendiente de intentar abombar el capote que de embestir con franqueza. Se dejó pegar en un puyazo donde apenas empujó con un pitón y salió sueltito. El toro estuvo para pocas bromas en banderillas donde medía cada esfuerzo e iba con la cara alta. Manuel Jesús brindó al público para devolver el afecto. Se fue andando hacia dentro con gracia torera y dejó varios detalles por bajo con gusto. Una serie al natural ligado por bajo corriendo la mano y otra más de similar trazo aunque lineal y algo despegado, con toque final en el pase de pecho. Fue coger la diestra el de Salteras y el astado se fue al burladero del 10 desentendiéndose de todo. Intentó torear a derechas y tras una no tan buena, firmó una serie excelente por rotunda e incuestionable. Algo más aturullado al natural y el astado se orientó y dijo hasta aquí tras coger el diestro la tizona. Se tiró y dejó media en su sitio que provocó derrame. La oreja, de las de Albacete que dan categoría por una faena con picos de interés, alguno de altas cotas, ante un mansito con su punto de casta, sin humillar, que da opciones y termina rajado a menos y defendiéndose.
El cuarto nada hizo en el capote de recibo y sumó un puyazo donde empujó y cumplió en varas, llegando a encelarse con el peto. Un quite a la verónica con despaciosidad prologó unos palos de trámite. Manuel no dudó en comenzar de nuevo al natural, llevándolo suave y por bajo, dejando detalles de hondura y enjundia que demostraron que el que tuvo, retuvo. Más madera por la derecha, con un Cid gustándose y recordando bellos viejos tiempos. Faena hecha, adornos finales y dos pinchazos sin soltar, otro soltando, uno más y estocada trasera. Y dieron la vuelta al ruedo toro y torero. Discutible la primera, porque el toro tuvo clase, fijeza y nobleza, acudiendo pronto al cite. Pero se echó en falta más transmisión para merecer sin un solo pero el trofeo. Además, no humilló el toro. Y merecidísima, justa y necesaria la segunda para un Cid que dejó una faena para volver a ver. Con defectos, pero con virtudes muy apreciables.
Daniel Luque apenas pudo hacer nada ante un abanto toro que se desentendía de los capotes como un servidor del trabajo. Además, estaba atento y aunque quiso que le picaran en terrenos del 7, finalmente se le dio una vara sin historia en la jurisdicción habitual. El toro estaba a ver qué cazaba, y obligó a Jesús Arruga a tomar el olivo porque el toro iba con todo. La cuadrilla solventó la papeleta en banderillas y Luque intentó encajarse ante vaivenes rebrincados y algún blandeo. Daniel se los administró de uno en uno al natural y el toro iba embistiendo pero para nada convencido, incluso revolviéndose al quedarse cortó en los finales. Por la derecha no mejoró la obra, así que volvió a la zurda dejando una serie más a media altura. Se le arrancó el toro y le dejó un pinchazo sin soltar casi a toro pasado, dos más sin mucha fe, y estocada baja. El toro no gustó por su comportamiento ni por el poco juego mostrado.
El quinto no mejoró la nota global del festejo ya que el toro no tuvo nada de fondo en ningún tercio y Luque hizo lo más lógico: probarlo, ponerse, ver que no había nada, y marcharse a por la espada. Dejó un espadazo que asomaba, debiendo extraerse el acero, con golpe final de descabello. Tarde de puntillas de Luque en Albacete, sin más. El silencio final, sintomático.
Emilio de Justo sabía que le quedaba una bala para ser triunfador de la Feria y se enfibró con las verónicas y la media que tuvieron buena acogida entre el personal. Fue al pero en un largo puyazo donde empleó aunque salió blandeando, condición que acusó en banderillas, ante protestas de invalidez de parte del público que pedía la devolución, que la presidenta Armero no concedió. De Justo no lo forzó y le sacó una serie con transmisión a media altura con la diestra. Acinturado al natural, Emilio se gustó, buscando el cruce en la segunda serie aunque de uno en uno porque de fuerzas el toro iba justo. La faena subió en intensidad y verdad, en un claro ir a más, tiró el estoque simulado para torear al natural con la derecha. Más toreo al natural pero en ocasiones al hilo.
Dos pinchazos y estocada algo caída dejaron una faena más que potable que se fabricó De Justo por medir tiempos y las limitadas fuerzas del toro. Y se quedó todo en una ovación de lo que pudo haber sido y no fue.
Y el cierraplaza no fue muy amigo del capote de salida. Hizo una pelea irregular en varas, más impetuosa al principio y yendo a menos después. Tras las banderillas, Emilio brindó al público. Vibrante inicio genuflexo con mando y una más por bajo donde humilló el astado. Hubo mando con la derecha, con el compás abierto en paralelo y susto por la arrancada del de La Quinta. El toro fue el más completo en la muleta, con transmisión y yendo a más. Emilio no estuvo mal, ni mucho menos, pero no rayó a la altura del toro. Dejó estocada mínimamente trasera y caída, tardó en caer, se encasquilló el descabello y la decepción llegó a torero y público. Sin trofeo para De Justo y nueva vuelta al ruedo para otro Santa Coloma. Menos franco en los primeros tercios y más encastado y exigente en la muleta. El debate de la tarde fue qué toro te gustó más, o con qué faena te quedas. Y eso ya es para darse por satisfechos.