3ª FERIA DE SAN JULIÁN

Fernando Adrián no baja el pistón y hace pleno de orejas en Cuenca

Pese a la desclasada corrida de Román Sorando, el madrileño cortó cuatro orejas. Morante paseó una y Ortega se fue de vacío.

Fernando Adrián en su salida a hombros este lunes en Cuenca

Agencia EFE

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Mal empezó la corrida, con un toro desrazado y huidizo con el que Morante apenas se entretuvo, aunque lo intentó.

En el cuarto hubo dos lances arrebatados de recibo del de La Puebla, y dos buenos pares de Curro Javier, aunque no fue obligado a saludar. Con la muleta Morante se puso, pero la condición del de Román Sorando fue áspera, soltando la cara y picando por dentro por los dos pitones. No se dio excesiva coba el sevillano, quien mató pronto y bien. Por el dispuesto conjunto paseó una oreja.

El segundo tuvo brío, como Fernando Adrián, poniéndolo sobre el tapete -léase la arena- desde el inicio de capote por delantales. No obstante la traca llegó en el vibrante inicio de faena de muleta con pases cambiados por la espalda de rodillas.

A partir de ese momento la entrega fue cosa de dos: torero y público, pudiéndose añadir un tercero, el toro de Román Sorando, que aguantó cuatro series de mano baja, planta firme y enorme emoción.

Sin embargo el nivel bajó al coger la mano izquierda, y a continuación el toro se rajó, optando Adrián por el arrimón. La efectiva estocada, aunque no perfecta, sirvió para que los tendidos pidieran y consiguieran las dos orejas para el torero madrileño.

Al quinto no le sobró el fuelle, aunque se dejó. Adrián anduvo clarividente y no atacó a su oponente. Le dejó un tiempecito vital entre muletazo y muletazo para que los viajes fueran más armónicos y los pases surgieran limpios, destacando una serie de naturales de mucha expresión. La buena estocada, de la que el toro salió rodado, hizo el resto para repetir la concesión del doble trofeo.

Nada tuvo el tercero en la muleta. Su rebrincada acometida vino coronada, además, con un gañafón al corbatín. Poco que rascar por tanto. Pero antes, con el capote, Juan Ortega dejó un conjunto de verónicas notables, además de despenar a su antagonista con acierto.

El sexto se movió sin ritmo y a la defensiva, quedando inédito su matador, que dejó una buena estocada al segundo viaje.

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