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Ginés Marín puntúa pero Pablo Aguado arrebata el alma de Las Ventas

Ginés paseó el único trofeo de la tarde y Pablo Aguado perdió los trofeos por culpa del mal uso del acero en el sexto. Vuelta para Luis David.

Derechazo de Pablo Aguado al sexto toro de Montalvo este sábado en Las Ventas

Sixto Naranjo Sanchidrian

Publicado el - Actualizado

4 min lectura

En el toreo, como en la vida, hay momentos. Y uno de ellos lo está aprovechando Pablo Aguado para su escalada a la cumbre. Hay tardes que marcan la carrera de un diestro. O dos. El sevillano lo vivió el pasado viernes en Sevilla con una rotunda y reveladora Puerta del Príncipe y casi lo repite este sábado en Las Ventas. Aguado arrebató el alma de Las Ventas con el sexto de Montalvo. Con las mismas armas con la que cautivó y enamoró a la Maestranza. Su torería natural, su innato temple, esa capacidad de reducir las embestidas de los toros con su capote y muleta. 

Su inicio de faena al sexto fue de las de parar relojes. Con un suave trazo y su cadencia, volteó el ambiente de una plaza alicaída tras la lidia del cuarto y quinto toro. Aguado se sobrepuso al ambiente y a base de acariciar la embestida del toro de Montalvo sedujo a la afición madrileña. Fueron pocas tandas las que aguantó el toro. Pero mientras duró el fuelle, el sevillano fue desgranando muletazos de limpio trazo y exquisito acompañamiento. Muletazos que nacían en los vuelos de su muleta, se adueñaban de la embestida del toro con un ligero pero torero toque de muñeca y se sentían con todo el cuerpo representado por las yemas de sus dedos. Con la plaza rendida, a Aguado se le atragantó la espada. El triunfo se le fue, pero no las ganas de Madrid por volver a verle cuanto antes. 

Antes, con su primero, el presidente dilató en demasía su devolución a los corrales. Primero cambió el tercio de varas sin que el toro saliese del caballo y después aguantó hasta que no pudo más que asomar el pañuelo verde tras iniciarse el tercio de banderillas. El sobrero lució el hierro de Luis Algarra. Feo de hechuras el animal del hierro sevillano, que a punto estuvo estuvo de provocar un susto mayor cuando se llevó por delante a Pablo. El capote sirvió de parapeto aunque el hispalense se dolió de la rodilla. Después, el toro embistió siempre a su aire. Aguado ya dejó gotas de su personal y empacado concepto que después amplificó con el sexto. En un descuido, el toro prendió al torero y lo elevó varios metros sobre el ruedo. Tremenda la costalada. El conjunto bajó en puntuación con un feo bajonazo. 

El festejo, con una entrada cercana al lleno, comenzó de manera inmejorable con un Ginés Marín muy centrado y torero. El toro que abrió plaza fue un astado muy astifino que manseó en los primeros tercios. Lo cuidó mucho Ginés en los primeros tercios. Sin un capotazo de más pese a las pretensiones huidizas del astado. El inicio de faena fue fundamental para que el toro siguiese con fijeza el engaño del diestro. Muy asentado, aprovechó la noble embestida del de Montalvo por el pitón izquierdo. Temple y profundidad. Faena medida que remató de un gran volapié arriba. La oreja tuvo el sabor del premio justo. 

Natural de Ginés Marín al primer toro de Montalvo, al que cortó una oreja

Natural de Ginés Marín al primer toro de Montalvo, al que cortó una oreja

No entraba por los ojos el cuarto. Demasiado acochinado y sin cuello. Y como tal se comportó después. Un astado bajo de raza que embistió sin clase ni ritmo. Ginés le planteó batalla en los terrenos de chiqueros. Pero ni a favor de querencia el de Montalvo se entregó. 

Luis David se quedó con el molde a la hora de recibir al segundo. Mientras iba de camino a la portagayola, el torilero se apresuró en abrir la puerta y tuvo que volver grupas camino de nuevo al burladero de matadores. Le quiso lucir en el caballo el torero. El toro fue más de arrancada que de empujar y mantenerse en un caballo que montó y picó de manera fenomenal Óscar Bernal. Después, hubo pique en quites. Por ralentizadas verónicas Pablo Aguado. Por zapopinas el mediano de los Adame. El de Montalvo tuvo su nobleza dentro de un contado poder. El mexicano le cogió la distancia mediado el trasteo por el pitón izquierdo y por ahí surgieron tres tandas donde enganchó y llevó toreado y largo al toro. Notable el fondo y la clase del astado. Después se enredó en la distancia corta, donde el toro no se sentía tan a gusto. La estocada en la suerte de recibir elevó el conjunto a una petición que el palco no consideró mayoritaria, pese a serlo. Este vez fue don Víctor Oliver quien no aplicó el reglamento. No olviden el nombre. El premio de Perera sigue pesando...

El quinto fue una mole de 650 kilos. Demasiado chasis para tan poco motor. Pese a que quiso seguir la muleta, su falta de raza y acometividad dotó de un soporífera monotonía a la labor de Luis David. Muchos pases del azteca pero sin decir nada. Todo muy plano.

Madrid, sábado 18 de mayo de 2019. 5ª de Feria. Más de tres cuartos.

Cinco toros de 

, bien presentados aunque de muy desiguales hechuras. Conjunto bajo de raza. Mansito pero con nobleza y clase el primero; un segundo con nobleza y buen fondo. Sosos y de poco juego cuarto y quinto. De contado poder pero noble a su altura el sexto. Un sobrero (3º bis) de Luis Algarra, de feas hechuras y juego deslucido.

Ginés Marín, oreja tras aviso y silencio tras aviso.

Luis David, vuelta y silencio. 

Pablo Aguado, silencio y silencio.

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