4ª FERIA NTRA. SRA. SAN LORENZO

La grandeza de Emilio de Justo y la casta de Victorino Martín, un binomio infalible en Valladolid

El torero cacereño salda su encerrona con cinco orejas con una encastada corrida de Victorino. El tercero fue premiado con la vuelta al ruedo.

COPE.es

Emilio de Justo saliendo a hombros este sábado en Valladolid

Sixto Naranjo Sanchidrian

Publicado el - Actualizado

5 min lectura

      
      
             
      

La tarde de los valientes. Del valiente Emilio de Justo en Valladolid. Seis toros de Victorino Martín de una tacada. Doblando su apuesta del pasado año en el mano a mano que protagonizó junto a El Juli. Cuando la temporada taurina comienza a descontar fechas para su finalización. Cuando otros no han dado ese paso al frente.  

Cinco orejas y una corrida encastada de Victorino con un toro, el tercero, premiado con la vuelta al ruedo. Alimento espiritual en tiempos de ligerezas de luces y bravura descafeinada.

Y para comenzar la encerrona, un toro exigente de la “A coronada” con más movilidad que humillación en sus embestidas. Muy afanoso Emilio en darle tiempos y distancias al de Victorino a ver si terminaba de entregarse. Lo consiguió a medias, pero hubo una tanda al natural ya postrera que fue la más conseguida por enganchada y mandona. Un pinchazo previo a la estocada dejó al conjunto sin premio.

El segundo elevó el nivel de presentación respecto al anterior. Quiso poco caballo y siempre tuvo ese puntito de mansedumbre de querer irse de las suertes. Fundamental el inicio de faena por abajo de Emilio, a derechas, por donde el toro tomó con más empuje la muleta. Vital fue ganarle la acción y buscarle el pitón contrario para meterlo en el engaño. Al natural el animal dijo menos y de ahí que la última tanda, la más enfibrada, volviese a ser en redondo. La estocada, cobrada al encuentro, cayó en toda la yema y apenas el toro se mantuvo en pie varios segundos. Las dos orejas tuvieron su mérito e importancia.

El tercero fue un toro bravo. Así de claro. Un toro que empujó con riñones y brío al caballo que montó perfectamente Juan Bernal y que se dio con nobleza, clase, humillación y profundidad en sus exigentes por encastadas embestidas. Y ante él, un torero bravo y en sazón. Porque con este tercero Emilio dejó ya muy atrás viejos fantasmas y lesiones. Porque con este tercero Emilio fue el Emilio que no deja lugar a la duda. Se lo sacó a los medios con el capote en una demostración de poderío. Y después, muleta en mano, fue fundamental el mando y la reducción de la embestida que firmó en las primeras tandas en redondo. Fueron vitales para que el toro se entregase de verdad y pudiesen llegar más tarde las cumbres que firmó al natural. Relajada la planta, ajustado el embroque y larguísimo el trazo. Tres series que pusieron en pie los tendidos del coso pucelano. Un pinchazo previo a la estocada redujo el premio final a una oreja, mientras “Porteño” fue reconocido con una merecida vuelta al ruedo. La emoción y la verdad de la Fiesta.

El cuarto tuvo sus dosis de casta. El problema es que las utilizó más a la defensiva. Siempre exigente, siempre midiendo a un Emilio de Justo que al quiso justificarse poniéndose por ambos pitones. Paciente y firme para finalmente extraer dos tandas en redondo de mucho mérito por los terrenos que pisó. Un pinchazo y una estocada dejaron todo en una ovación desde el tercio.

      
             
      

Al quinto lo pareó con brillantez y exposición Miguelín Murillo antes de que Emilio de Justo brindase la faena a su apoderado Alberto García y a su hombre de confianza Guerrita Chico. Pronto y en la mano. El de Torrejoncillo aplicó la máxima chenelista para ponerse rápido a torear en redondo aprovechando la nobleza y clase que sacó el toro por ese pitón. Dos rondas antes de echarse la pañosa a la zurda. Ahí todo se redondeó más. Esperando la embestida ralentizada del cárdeno para tirar de ella con largura y expresión. Y para epilogar la faena, una tanda al natural con la mano derecha excepcional por la dimensión de los muletazos y el temple aplicado. Y después otra más ya con la muleta montada para amarrar las dos orejas de un soberbio volapié.

Tuvo sabor el saludo capotero que dejó al sexto, el toro de menos perfil del sexteto. Sobre todo la media a pies juntos que abrochó el recibo. Se lució Germán González en el tercio de varas tras el que intervino con un quite a la verónica Álvaro de la Calle. Al salmantino y a Fernández Pineda, los sobresaliente del festejo, les brindó la faena de este sexto. Muy torera fue la apertura de su quehacer hasta los medios. Sin pesarle la tarde ni el esfuerzo realizado, Emilio volvió a mostrarse pleno de facultades y resolutivo con el engaño. No términó de pasar con claridad el de Victorino, pero el extremeño se vació de verdad en varias series al natural con la mano derecha sin ayuda. Perfecto el planteamiento y la resolución del tramo fundamental de la faena. Un pinchazo hondo arriba necesitó de varios golpes de verduguillo. El reto, a esa hora, estaba sobradamente superado. Y con nota.

A las 20.50 se llevaban a Emilio de Justo en volandas camino del Paseo de Zorrilla tras protagonizar la tarde de su temporada. El binomio que forma junto a Victorino Martín volvió a funcionar.

      
             
      

FICHA DEL FESTEJO

VALLADOLID, sábado 7 de septiembre de 2024. 4ª de Feria. Casi lleno.

Toros de VICTORINO MARTÍN, bien presentados, en tipo. Con movilidad pero sin entraga el 1º; mansito pero noble y con clase el 2º; un 3º bravo de principio a fin, premiado con la vuelta al ruedo; un 4º encastado al que le costó romper hacia adelante; noble y con clase el 5º; y un 6º manejable.

      

EMILIO DE JUSTO, como único espada: saludos, dos orejas, oreja, saludos, dos orejas y ovación tras aviso.