10ª FERIA DE ABRIL
Jandilla fracasa en Sevilla
Tomás Rufo y Manzanares fueron sólo ovacionados antes malos toros de Jandilla. Talavante fue silenciado.
Madrid - Publicado el - Actualizado
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De nuevo una más de esas tardes de toros anodinas concebidas desde la más absoluta incongruencia: hacer el toreo sin toro. Porque las descastadas e insípidas embestidas de los toros de Jandilla estaban en las antípodas de la bravura. Y ante la falta de raza el toreo se convierte en un sinfín de pases banales que aburren y provocan el desánimo de una gente que ha vuelto a dejar la taquilla sin sobrante de localidades para hoy. Y van cinco tardes.
Lo mejor de la función ha sido su corta duración. Para qué más tiempo en vanos intentos de hacer lo que no se puede hacer. Porque si no hay desarrollo emocional en la lidia la consecuencia lógica es que el espectador se desatienda por completo de lo que sucede en el ruedo. Y es que no ha habido atisbo de faenas representativas de los diferentes conceptos personificados en la plaza. Tardes así sentencian la indiferencia y evocan la frustración.
Quizá Tomás Rufó le dio algo de sutileza a su capote en las verónicas al tercero. Un toro bonito de hechuras, que mostró casta en los primeros compases de la lidia y después la escasez de sus fuerzas. Ante esto fue todo querer por el torero de Talavera de la Reina. De rodillas en los medios, aguantó los parones del toro, y el viento, que azotó fuerte abajo en el ruedo. Aparentemente acomodado a la formalidad de su estilo consiguió muletazos diestros templados e hilvanados. No dio para más la fuerza del “jandilla”. A menos en los intentos de toreo al natural. Todo se redujo al último momento de la lidia en el que consiguió la ligazón con la derecha en un palmo de terreno. Un pinchazo se sumó a la discontinua lidia.
El sexto, aún peor, frustró las enormes ganas de Tomás que, tras la portagayola, trazó lances en los medios con encomiable actitud. Y no hubo más que vanos intentos por lograr dominar unas acometidas rebrincadas y a la defensiva. Algún que otro muletazo atisbando el temple y no más. En esta ocasión hundió la espada en su totalidad.
Lo suyo siempre fue la cadencia y el buen gusto, y en gotas escasas lo dejó entrever esa otra mala tarde de los “juanpedros”. Se esperaba a Manzanares en esta su segunda comparecencia en el ciclo ferial, pero ha de seguir la espera hasta San Miguel. A su primero le faltó casta y por consiguiente entrega en los trastos del alicantino. Hubo muletazos buenos con la diestra, y notables de pecho, quizá lo hecho sin demasiado ajuste, algo que tampoco tuvo el escaso natural trazado con un toro venido a menos. Fenomenal la estocada.
El cuarto fue un toro muy malo. Anodina embestida por su escaso motor. Nada que destacar en una lidia de pases que nada de interés tuvieron para los tendidos. Dos pinchazos precedieron a la estocada contraria.
Una cierta impresión de impotencia causo el serio segundo nada más salir de chiqueros. La bravura parecía desintegrada por la alarmante falta de casta. Cabeceó en el petó y llegó casi parado y a la defensiva a los inicios de faena. El toreo, como tal no existió. Talavante con la espada lo fulminó. Y el quinto también se le paró. Un toro sin humillar, de embestidas insustanciales que no le sirvieron al torero extremeño para trazar un solo pase con interés. Anduvo firme con la espada. Mañana, será otro día.