LIMA (PERÚ)
Joaquín Galdós corta una oreja en el mano a mano que dirimió con Roca Rey en Acho
La Feria del Señor de los Milagros comenzó este domingo con un mano a mano entre los peruanos Roca Rey y Joaquín Galdós.
Madrid - Publicado el - Actualizado
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El matador peruano Joaquín Galdós paseó la única oreja cortada en la primera corrida de la Feria del Señor de los Milagros, en la que alternó en mano a mano con Andrés Roca Rey. El punto débil fue el ganado, disparejo de presentación y juego, que no brindó facilidades para el lucimiento, salvo el bravo Lucumo de El Olivar, corrido en segundo lugar por Joaquín Galdós.
En efecto, un toro importante por su bravura el que le tocó a Joaquín Galdós y que mostró casta, poder y pies desde los primeros capotazos. Cumplió en varas, acometió en banderillas y peleó con codicia en la muleta. Sin acoplarse en las primeras series, Galdós armó faena con tandas por el pitón derecho que fueron muy ovacionadas, pero apretando demasiado a un toro que necesitaba más aire y espacio. La estocada cayó algo caída y delantera, recibiendo una oreja. El toro fue ovacionado en el arrastre.
El cuarto de los Azahares no ofreció mucho en los primeros tercios. Con la muleta, Galdós logró algunas series por derechazos pero sin redondear una faena que pudo ser. Entró a matar rápidamente dejando una estocada caída que redujo todo a silencio.
El sexto de San Pedro fue muy deslucido durante toda su lidia. En la muleta cortaba el viaje probando sin clase ni entrega, haciendo muy difícil arrancarle pases. Galdós marró con el estoque. Pitos para el toro y silencio para el espada.
Roca Rey tuvo el peor lote. El primero, con el hierro de San Pedro, fue un toro castaño, serio y sobrado de movilidad en los primeros tercios, pero sin brindar mayores facilidades. El inicio de faena por estatuarios fue soberbio, seguido de una serie por el pitón derecho en la que el astado humilló con codicia. El animal fue perdiendo facultades hasta quedarse parado; allí Roca Rey recurrió al toreo de cercanías y el arrimón para hacerlo embestir, pero ya sin el brillo inicial. Culminó con un pinchazo y dos descabellos. Silencio y pitos para el toro.
El tercero de Santa Rosa chico, astifino, pero encastado, fue muy protestado haciendo imposible su lidia. Roca Rey prefirió abreviar, despachándolo de una estocada tendida que fue suficiente para hacerlo doblar. Silencio y pitos para el toro.
El quinto de Paiján fue un manso de libro que no dio posibilidad alguna en ningún estadio. Roca Rey intentó de todo para sacarlo de tablas, sin lograrlo por la mansedumbre manifiesta e irremediable. Mató de una estocada entera.