1ª FERIA DE OTOÑO

El Juli se despide de Madrid abriendo su tercera Puerta Grande en Las Ventas

El torero madrileño dice adiós a Las Ventas cortando dos orejas y saliendo a hombros en una multitudinaria Puerta Grande.

El Juli en su salida a hombros en la tarde de su despedida de Las Ventas

Sixto Naranjo Sanchidrian

Publicado el - Actualizado

4 min lectura

Una como novillero y una como matador de toros. Hasta hoy eras las Puertas Grandes abiertas por Julián López ‘El Juli’ durante su carrera en Las Ventas. Este sábado era su adiós a Madrid tras 25 años como matador de toros. Su Madrid, el que tantas veces le había juzgado con exigencia. Quizá demasiada como consecuencia de su consolidada condición de figura. Alguna Puerta Grande había quedado en el camino fruto de injustas decisiones del palco venteño. Otras, por culpa de una espada que falló en días clave.

Pero este sábado, Madrid quiso que Julián concluyese esta etapa de su carrera con un gran sabor de boca. Dos orejas y su tercera salida a hombros antes de su despedida mañana en la Real Maestranza de Sevilla. Suya fue la tarde y suyo el triunfo con el que Las Ventas reconoció su trayectoria y se olvidó de prejuicios y exigencias para decirle adiós de forma triunfal y generosa.

El primer toro de Julian lució el hierro de La Ventana del Puerto, al que saludó con un extraordinario ramillete de verónicas de manos bajas y compás semiabierto. Se le vio cómodo y suelto de brazos al madrileño, que brilló después en un vistoso quite para llevar galleando al toro al caballo. El ‘domecq’ del hierro salmantino sacó buen fondo aunque pareció quedar lastimado al perder las manos en el inicio de faena. Trasteo mayoritariamente de derechas que brindó a la presidenta Ayuso. Muy templado siempre, el conjunto estuvo bien estructurado pero fue a menos, como el fuelle del toro. Le sopló una estocada trasera marca de la casa antes de iniciarse una petición que pareció mayoritaria pero también claramente excesiva para la faena que hubo. Las cosas como son. No quiso dar la vuelta al ruedo y saludó una fuerte ovación.

Pero el clímax llegó con el quinto, bien armado, de generoso cuarto delantero y no tanto el trasero. Un astado que manseó de lo lindo en los primeros tercios. Solo El Juli vio un fondo escondido que fue sacando a flote poco a poco. Primero en redondo, abriéndole los caminos al del Puerto. Y después en dos cambios de manos que crujieron y pusieron en pie a los tendidos venteños. Todo muy medido, sin alargar de más el trasteo. La faena estaba hecha y tras de la espada se fue con fe Julián. Algo trasera pero con mucha muerte. La petición se desbocó tras la concesión del primer trofeo. El palco no aguantó la presión y quiso enmendar su decisión en el primer toro. Un triunfo para la historia. La estadística de Julian ahí queda. Como su condición de figura de época que Madrid le reconoció en su última salida a hombros camino de la calle de Alcalá rodeado de una marabunta de jóvenes aficionados.

El resto de la tarde tuvo otro diapasón. Salió haciendo cosas de mansito fiel a su encaste el abreplaza del Puerto. Ni un lance pudo dejar Uceda Leal en el preámbulo capotero. No dio muchas pistas de por dónde iba a salir el toro en los siguientes tercios. Ni se empleó en varas y acometió con cansina movilidad en banderillas. Tras el brindis a El Juli, el toro sacó calidad y buen son dentro de su contado poder en un inicio de faena muy sabroso de Uceda saliéndose con el del Puerto hasta más allá de las líneas del tercio. Había que templarle mucho y dosificarlo de inicio para después apretarlo como lo hizo Uceda en una tanda notable al natural. La estocada viajó trasera y caída y todo quedó en una ovación que saludó el de Usera desde el tercio.

Con el destartalado y feo cuarto, manso como él solo, abrevió Uceda ante la imposibilidad de armar faena. Se lo quitó de enmedio de una estocada en buen sitio que necesitó de un golpe de descabello.

Tomás Rufo pudo paladear las enclasadas y ralentizadas embestidas del tercero de La Ventana en un quite a la verónica de expresividad y lentitud en el trazo. Después, muleta en mano, hubo muletazos también de gran limpieza. Pero al conjunto le faltó rotundidad y saber que en Madrid, la colocación cabal es asignatura obligatoria. Se reveló el toledano para al natural dejar una postrera tanda más comprometida en el ajuste. Pero el toro ya había echado el cierre para entonces. Una estocada contraria dio paso a una ristra de descabellos que dejaron todo en un respetuoso silencio.

Los mejores pasajes de la actuación de Rufo llegaron cuando se hincó de rodillas para torear en redondo al sexto del Puerto. Puso en pie a los tendidos con derechazos que aunaron ligazón, reunión y temple a partes iguales. Como la tanda que llegó después ya incorporado. Se presentía faena grande. Pero hasta ahí duró el toro. Después no hubo opción de mantener la intensidad de lo realizado. Pero un final vistoso y un contundente espadazo elevaron el conjunto a una oreja que le sirve a Tomás Rufo para mantener un crédito en Madrid que salió a la baja tras el último San Isidro.

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