3ª FERIA DE MANIZALES

Luis Bolívar, José Arcila y la ganadería Santa Bárbara triunfan en Manizales

Los dos diestros colombianos cortaron una oreja cada uno ante un buen encierro de Santa Bárbara. El español Román, de vacío.

Luis Bolívar en su vuelta al ruedo tras cortar una oreja este miércoles en Manizales (Colombia)

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Los diestros colombianos Luis Bolívar y José Arcila, junto a la ganadería local Santa Bárbara, se convirtieron este miércoles en triunfadores de la segunda corrida de la 69 Feria de Manizales.

Bolívar y Arcila consiguieron una oreja cada uno, mientras que el hierro que pasta en las goteras de Bogotá obtuvo, en medio de un encierro lleno de matices, el reconocimiento del público que volvió a llegar en buen número al escenario taurino por excelencia de la Colombia de hoy.

Todo comenzó con la plaza a los pies de un señor toro con el que abrió la tarde. Pero casi enseguida la gente se puso más bien a las zapatillas de Luis Bolívar en una primera serie de arte y poder, muy baja, y con el mando como bandera. Limpieza o aún más, pulcritud fue lo que dejó el torero caleño en ese turno. La faena de series, siempre redondas, resultaron más de las generosas manos del torero colombiano que de la entrega total del ejemplar. El colofón fue una espada tendida. Ovación en el arrastre al de Santa Bárbara y saludo de Bolívar.

Su segundo galopó de salida y trajo emoción en los lances de un torero encajado en la serie de verónicas. Enseguida, el toro se arrancó al caballo del picador Efraín Ospina y lo levantó por los aires, junto con la cabalgadura. El bravo se exigió en la muleta a dos manos de quien se dispuso a mandar y lo supo hacer con esa madurez de la que disfruta y hace disfrutar. Bolívar mató a ley, en corto y por derecho. Oreja y vuelta al ruedo al toro.

El segundo original fue devuelto por falta de fuerza. El que vino a sustituirlo repitió en el capote del torero local José Arcila. Y enseguida fue de largo a la muleta. La prontitud y la fijeza fueron los puntos a favor del astado, al que le faltó más alegría para entrar en el cuadro de honor de la tarde. Entera y saludo.

Con el quinto, Arcila apostó a ponerse de rodillas en larga cambiada que dejó ver a un jabonero sucio más dispuesto a ir con la cara arriba que de humillar. Y así anduvo en la muleta, sin descolgar. Eso no fue óbice para que Arcila intentará ligarlo con pases acordes con esa molesta condición. Aparte de otra, querer irse a vivir cerca de los tableros. Entera, oreja.

El primero de Román, tercero en orden de los lidiados, saltó al ruedo con cara de interrogación. Román procedió a responder, o al menos lo intentó en los medios, pero un factor adverso comenzó a hacerse notar, la falta de fuerza del toro. Y ante el querer pero no poder, la faena fue perdiendo en intensidad y en emoción. Solo hasta que el valenciano encontró esa fórmula hecha de tiempos, distancias y un trapo rojo dedicado a mimar. Faena de pulsos finos, con accidentado final al golpear el pomo de la espada en su rostro, tras infortunado pinchazo. Palmas de respeto y cariño.

En el del cierre, Román salió a buscar su parte en los éxitos de la tarde. Bullidor con el capote, elevó la temperatura de los tendidos, aún sin estar del todo limpio en las suertes. Con la muleta se lo trajo de lejos en dos series plenas de emoción. Luego, el animal se fue quedando más corto, sin que eso se atravesara en la meta del torero español de irse con pelo en mano, lo que no alcanzó por la escasa petición, luego de entera y descabello.

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