4ª VIRGEN DE LOS LLANOS

Peñaranda, Romero y Mazo firmaron una triple puerta grande en tono menor en Albacete

La terna se reparte seis orejas, dos por coleta, ante una novillada de El Montecillo que decepcionó por floja y descastada.

Francisco José Mazo, Nek Romero y Alejandro Peñaranda salen a hombros en Albacete

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Las cifras a veces engañan. Y en la tarde del lunes de feria en Albacete, las orejas cortadas lo fueron por la conjunción de tres elementos: la buena predisposición del público asistente a pedir trofeos, unido a la positiva actitud de la terna y el atinado uso de los aceros. Porque toreo del bueno no hubo salvo un pequeño inciso de Mazo con el sexto, el único que medio se movió y tuvo más fortaleza. Y es que la novillada fue floja y descastada en líneas generales. Seis orejas, tres puertas grandes y ningún olé rotundo.

Peñaranda recibió a su primero de capa con cierta soltura. El novillo estuvo cerca de cumplir en el caballo, bajando la nota que salió y entró para terminar con un pitón y que se vio algún blandeo. Se dolió en banderillas, donde acudió más por inercia que por firme convicción. Brindó al debutante Mazo y apenas se vio nada ya que, aunque Alejandro propuso, la fea, corta y por momentos descompuesta embestida impedía cimentar la obra. El novillero se quedó con el molde y las ganas de agradar. Sólo se pueden rescatar dos pases en redondo instantes antes de asir el estoque y dejar una buena estocada por colocación y efecto fulminante. La oreja, pedida por mayoría, únicamente contó con el pundonor de Peñaranda y ese espadazo como argumentos. Un trofeo fácil y de poca exigencia, en resumen.

Con el cuarto, hubo poco que rascar con el capote. Y menos aún en una vara donde salió blandeando ostensiblemente. Luego, se arrancó como un bólido con el tercio ya cambiado para medio empujar en un peto sin necesidad de vara. La flojedad subió varios enteros en banderillas y el novillo pedía un largo tiempo muerto. Peñaranda volvió a mostrar su solvente concepto de mando. Y de nuevo se estrelló con otro paupérrimo ejemplar que no estaba por la labor, y así lo hizo saber al protestar y tirar algún gañafón ya que se vencía y colaba en cuanto podía. La ausencia de casta, fortaleza y emoción fue la tónica del toro. La del novillero fue la firmeza de planta y el sobreponerse a la dificultad. Volvió a tirarse con todo y dejó una estocada mínimamente caída. La petición y concesión de oreja -de nuevo excesiva a todas luces- le abrió la puerta grande como premio a su tarde.

Nek Romero ya dio pinceladas de su estilo, recibiendo de capote al segundo por momentos genuflexo. Lo llevó al peto con ligeras chicuelinas al paso y el novillo fichó y se fue pronto del trabajo. Después de unas banderillas de trámite, el de Algemesí brindó al público y citó desde los medios, pero la informal embestida, en ocasiones rebrincada, nunca llegó a ser franca. Romero procuró mostrarlo por ambos pitones sin arrugarse, pero el comportamiento no varió ya que aunque sí había movilidad, el utrero no humillaba. No fue fácil el trago, como esa pastilla que se queda en el galillo y no termina de pasar. Mató de acero tendido aunque no estaba en mal sitio y un golpe de descabello. La oreja y su petición fueron generosas.

Con el quinto en el ruedo, poco pudo lograr de capote Nek. Y en el caballo, otro simulacro de suerte de varas: entrar, cabecear y salir. Así dos veces. En el mejor tercio de banderillas de la tarde, se desmonteró Victor Del Pozo. Nek vio entreabierta la puerta grande y quiso acompañar a Peñaranda, así que empezó de rodillas con más ganas que resultado. Ya en pie, volvimos a ver una película parecida a la que protagonizaron varios novillos: descaste sin transmisión. Romero únicamente pudo exhibir su quietud y el intentar torear de acinturadas maneras por momentos. Terminó de condimentar con bernadinas ceñidas, se tiro a por todas y dejó una estocada en buen sitio aunque atravesada. Los fallos del puntillero no frenaron las ganas de sacar a hombros al de Algemesí.

El debutante Mazo dejó detalles de interés en el saludo de capote y luego para llevarlo al caballo. La suerte de varas no pasó de testimonial, igual que un segundo tercio de rehiletes donde el novillo ya miraba al cielo en lugar del albero al término de la embestida. Mazo firmó una primera serie a derechas con buen trazo, siendo la siguiente menos lúcida por enganchada. Cambió al natural y no hubo mucho entendimiento entre ambos porque se vio algún toque de telas ante un novillo que nunca rompió y que iba limitado de todo. Faena de más a menos, en resumen. Mató de otra estocada y se concedió una oreja con festiva petición del doble trofeo.

En el último capítulo, Francisco José metió riñones en el recibo de capote. Hizo amago de empujar el peto donde lo mejor fue la colocación de la vara. Finalizaron las banderillas con desmonterándose como colofón a un tercio Palomeque. Mazo brindó a Sergio Martínez, director de la Escuela taurina, y dejó los mejores pasajes de la tarde en la primera mitad de la faena ya que hubo ligazón y temple con algún toque debido a las lógicas carencias de un debutante. Con algún desajuste al natural, donde empezó con dudas y pérdida de pasos para ir robando algún pase aislado. Volvió a la diestra pero terminó algo embrollado. Se fue a por la espada y dejó una espada atravesada que le trajo una nueva oreja, la puerta grande, y la terna a hombros.

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