VALENCIA

La poesía sublime de Talavante y la arquitectura de Manzanares

Talavante firma una histórica y sublime obra de arte y José María Manzanares corta tres orejas con su mejor versión.

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Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Talavante, de blanco Champions y oro, ha vuelto. Talavante sonríe. Talavante cortó dos orejas tras un faenón sublime. Una obra de arte para coleccionistas. Talavante ha puesto muy caro el listón artístico de las Fallas. Medido, sentido, torero. Talavante se fue a hombros por la Puerta más Grande que es la de instalarse en la memoria colectiva de los aficionados. Los aficionados que estuvieron esta tarde en la plaza estarán diciendo a estas horas en tabernas, bares, barras y restaurantes que fueron testigos de una obra de arte. Y se pedirán un vino para celebrar la alegría de ser aficionados a los toros. Talavante ha exhibido la creatividad y la categoría que le hizo ser figura indiscutible del toreo. Valencia ha sido testigo del regreso de Talavante. Valencia, testimonio de tantos hechos históricos en la historia del toreo, ha sido testigo de la mejor noticia del inicio de temporada. Talavante ya está aquí.

El sexto fue toro hermoso, serio, con cuajo, bajo, rematado. Bonito y serio. Talavante se explayó, se dejó llevar por su sentimiento de torero genial. Hubo un cambio de mano colosal y monumental; y un pase de pecho largo como un beso de primer amor. De esos que no quieres que acabe nunca. Hubo una serie con la diestra antológica. Al ralentí, desmayado, reunido, vertical como un ciprés, sentido como un cantautor mudo. Torero. Poesía. Versados los muletazos, cadentes las series como estrofas. La embestida imantada y retenida. Poseída y acariciada. Dos orejas. Talavante ha vuelto. La mejor noticia posible de la tarde.

En su primer turno, Alejandro tuvo enfrente un toro de El Puerto galopón. Corretón y chochón. El prólogo fue una caricia. Mejor dicho, un racimo de caricias. Delicado, sutil. Variedad e improvisación. Sensación de mayor frescura y creatividad que la exhibida el año pasado. Pareció otro torero, otro artista. El afarolado, el pase de la firma, el de las flores, el desprecio, los molinetes, los ayudados. Lástima que el toro tenía su punto endeble. Sin romper la faena ni romperse Talavante, se vio una versión que se acerca a lo que ya conocemos del genio extremeño. Luego vino la apoteosis ya diseccionada.

Manzanares, que cumple 20 años de alternativa, lo celebra estas Fallas con doblete. A tarde por decenio. Sensacional por maciza fue una serie de Jose Mari en redondo. La embestida toreada, un punto sometida -cosa extraña en él- y templada. La siguiente fue más ligera y menos limpia. Los pases de pecho, coreados por la parroquia, tuvieron hondura y profundidad. Como la embestida del toro de Garcigrande, franco, noble, con celo, con gran son. Toro de bandera. Bajó el nivel estético de la faena y subió con un ramillete de naturales hermosos, densos, suaves, redondos y macizos. Gran toro de Garcigrande, de revolución y no de una segunda oreja generosa. Manzanares cortó las dos pero el toro, Alfarero de nombre, se fue sin cuajar pero ovacionado en el arrastre. Mucho más peso, más solidez y más toreo hubo en su segunda faena, premiada con un trofeo.

Campanero se llamaba el quinto. Las campanas de la mansedumbre sonaron de salida. Rajado, sin humillar, sin celo. Manzanares pidió paciencia y supo administrar alturas para tratar de afianzar al toro. Y lo consiguió de manera muy torera. Muy “poncista” si se quiere. Obra de arquitecto, sin diseños preconcebidos. Por el izquierdo hubo una serie meritoria por bien construida. Excelente el trazo. Y otra por la derecha, mérito absoluto del alicantino, que supo meter en la muleta a un toro que parecía no querer y acabó entrando al trapo. Notable la dimensión del torero en este toro, mucho más que ante el excelente segundo. Faena bien construida con muletazos de categoría. Paseó una muy merecida oreja. Obra de arquitecto.

Francisco Brines, poeta de Oliva, Premio Nacional de Poesía, Premio Cervantes (el Nobel de las Letras Españolas), académico en la RAE y miembro distinguido del Jurado de la Diputación de Valencia muchos años, me dijo un día que admiraba a Sebastián Castella por motivos taurinos y etimológicos. Y por cuestiones de sangre. Porque el abuelo de Sebastián era valenciano, porque el torero de Beziers tiene una tauromaquia mediterránea, intensa, de pólvora, de ajuste y cercanías… Y porque el apellido Castella tiene similitudes etimológicas con otros apellidos valencianos como Castelló, Castells, Castelló, Castellar… Cosas de un malabarista de la palabra. Siempre en el recuerdo don Francisco Brines, orgullo de los aficionados a los toros.

Castella reaparecía en los ruedos europeos tras un paréntesis sin torear y un breve periplo americano. De malva y plata Castella. Otro Sebastián genial, pintor como Castella, era mucho de platas: el gran Palomo Linares. A Castella, en su mejor época, lo apoderó Luisma Lozano. Como los Lozano apoderaron al gran torero de Linares. Coincidencias curiosas. Mansito, abanto y suelto el primero de El Puerto. Clásico en el encaste. Comenzó Castella con ayudados por alto. Como abriendo las puertas… Y el toro, que acusó mucho querencias, se fue sin complejos de toro bravo.

De rodillas en el tercio comenzó Castella la faena al cuarto de Domingo Hernández, justito por dentro y por fuera. El toro, descastado y desfondado, se afligió, se encogió, se agarró al piso y dijo que nones. El público pidió a Castella brevedad. Con criterio, el matador hizo caso.

Valencia, jueves 16 de marzo de 2023. 6ª de Feria. Casi lleno.

Tres toros de

(1º, 3º y 5º) y dos de

(2º y 6º) y uno de

(4º), correctos y desiguales de presentación. Manso de libro el primero, muy bravo el excelente segundo, ovacionado en el arrastre, chochón el noble tercero, desfondado y descastado el cuarto, de buen fondo el quinto, excelente el sexto, ovacionado en el arrastre.

Sebastián Castella, silencio y silencio.

José Marí Manzanares, dos orejas y oreja.

Alejandro Talavante, ovación y dos orejas.

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