3ª FERIA DE OTOÑO
Un puñado de buenos muletazos de García Pulido entre el tedio de Las Ventas
Guillermo García Pulido saludó las únicas ovaciones de una tarde lastrada por el descastado juego de la novillada de Fuente Ymbro.
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Novillada en tarde de veroño en Madrid.
Estuvo cogido con alfileres el abreplaza de Fuente Ymbro en los primeros tercios. No estaba sobrado de fortaleza pese a la calidad que apuntó a la hora de tomar los engaños. La poca vida con la que llegó al tercio de faena le sirvió a Jorge Molina para extraer algún derechazo de mérito en la distancia corta. Al natural hubo menos comunión entre novillo y novillero. Alargó sin ningún rédito el trasteo antes de dejar una estocada caída. Se atrevió a saludar una ovación y tuvo que retirarse al callejón entre división de opiniones.
Con el cuarto, el toledano firmó una faena con altibajos de temple. Resultó mas limpio el primer tramo de faena, donde hubo una buena tanda ligada a derechas. Pero después, todo fue a menos. El novillo y el quehacer de Molina.
El primero del lote de Guillermo García Pulido fue un animal de feas hechuras. Con más cara que anatomía. No enamoraban las hechuras, la verdad. Pero algo vio el toledano, que brindó al público y después firmó una primera serie muy templada en redondo. Muy asentado, tiró de las embestidas aprovechando la clase y la humillación, pese a su contado poder, que atesoraba el de Fuente Ymbro. Tanto había apurado al novillo, que cuando cogió la zurda, su mano, hubo varios naturales al ralentí de profundo trazo, pero el animal ya no aguantó tanta apuesta. El aviso cayó mientras dejaba un empacado final por ayudados y pases por bajo. Pinchó antes de enterrar una estocada baja que dejó todo en una ovación.
Hasta el centro del platillo se fue García Pulido para hincarse de rodillas e iniciar la faena al quinto. Ya incorportado, trató de correr la mano con temple y despaciosidad. Pero este novillo no fue el anterior y pese a la voluntad del toledano, fue difícil remontar el descastado juego de su oponente. Muy entregado Guillermo, que atropelló la razón al quedarse muy encima del toro para ligar un muletazo y salir por los aires. Volvió a la cara para epilogar por ajustadísimas bernadinas. Muy por encima de la condición del utrero se mostró el novillero. Pero de nuevo, el acero le alejó de cualquier posibilidad de premio tangible.
El novillo del debut de Cristiano Torres en Madrid fue un animal que se dejó dentro de su escaso nivel de casta. Pero tampoco ayudaron el abrupto trato que le dispensó el novillero aragonés. Trasteo deslavazado que pudo acabar en susto cuando, por alargar el metraje, resultó volteado. No caló afortunadamente el pitón. Pinchó en tres ocasiones antes de agarrar la estocada definitiva.
Se aplaudió el trapío del sexto, un torito por hechuras y seriedad por delante. Pero todo fue eso, fachada. Después el de Fuente Ymbro se movió sin gracia en la muleta de un Cristiano Torres que volvió a estar más voluntarioso que resolutivo. Demasiado verde para venir a Madrid. Lo mejor, la estocada con la que finiquitó su labor.