7ª SAN FERMÍN

La "Rocamanía" vuelva a desatar en Pamplona un triunfalismo sin base

Andrés Roca Rey ha salido a hombros este martes en Pamplona tras cortar tres orejas. Morante y Talavante, de vacío.

Andrés Roca Rey en su salida a hombros este martes en Pamplona

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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La preconcebida pasión provocada por Andrés Roca Rey, el torero de moda de estas últimas temporadas, volvió a desatar hoy un triunfalismo sin demasiada justificación en el séptimo festejo de los Sanfermines, del que el peruano salió a hombros tras cortar tres orejas de un muy desigual y deslucido encierro de Núñez del Cuvillo.

Incluso se le llegó a pedir una cuarta del sexto, un anovillado colorao impropio de la que llaman "Feria del Toro", con el que Roca se dedicó básicamente a ejecutar livianos alardes efectistas bajo los tendidos de las peñas, que jalearon como si se tratara de una faena grande lo que el suramericano llevaba a cabo con un animal, además, desrazado y casi moribundo.

Pero así están las cosas en esta Pamplona que vuelve a disfrutar de la tauromaquia a su manera, con más gritos y cánticos futbolísticos que los olés y las ovaciones sentidas que provoca el toreo más auténtico, en un ambiente más propio de El Sadar que de la Monumental iruñesa y con el que Roca Rey hizo valer su popularidad para salir triunfante sin apenas dejar nada para el recuerdo.

Porque su labor con el tercero de la tarde, premiada con dos excesivas orejas, apenas se reseña con un inicio y un final de efectismos, de rodillas primero y con circulares y cambios por la espalda después, que se antojaron el pan de un bocadillo de poca e insustancial chicha, la de esa parte central en la que intentó prolongar, con escaso asiento, las desclasadas embestidas de otro de los dos toros más terciados de la corrida.

Claro que, como mató de una estocada de efectos fulminantes, lo que aquí es ya casi garantía de premio, la petición coral de los dos trofeos tuvo la fuerza de la celebración de un gol de Osasuna en el tiempo de descuento, aunque con gritos de "¡Perú, Perú!". Sea como sea, después de estos "tres puntos", el jueves Roca volverá a repetir paseíllo con la "Rocamanía" aún más enfebrecida.

Otra de las estrellas del rematado cartel de hoy era Morante de la Puebla, en su única actuación en la feria, pero el artista sevillano volvió a sufrir la maldición de un lote pésimo, el más deslucido de la deslucida corrida de Cuvillo. Aunque estuvo paciente y templado con el primero, no logró que el animal acabara de emplearse, aunque, eso sí, salpicando su labor de detalles de calidad.

Y menos aún le duró el albahío cuarto, que se dejó todo el gas en el buen saludo capotero del sevillano, que consiguió la rara excepción en Pamplona de poder torear ligado a la verónica, antes de que el toro se limitara a cabecear desganado a su muleta, con la que aún consiguió ligarle una buena tanda por el lado derecho.

Por su parte, Alejandro Talavante contó con los toros de mejores, aunque no demasiadas, prestaciones del sexteto, el tercero por poco picado y el quinto porque fue el único que se empleó mínimamente en busca de las telas. Claro que también contó para ello que el torero extremeño no les pidiera demasiado esfuerzo en dos faenas ligeras y superficiales, de series cortas y situado siempre en el cauto terreno del hilo del pitón.

Pamplona, martes 11 de julio de 2023. 7ª de Feria. Lleno.

Toros de

, muy desiguales de presentación, con varios toros terciados o sin remate, frente a otros de mayor cuajo. En cuanto a juego, tuvieron movilidad en su conjunto, pero también una general y deslucida falta de raza o de clase, casi todos sin emplearse en los engaños.

Morante de la Puebla, ovación y palmas tras aviso.

Alejandro Talavante, ovación y vuelta tras petición.

Roca Rey, dos orejas y oreja.

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