2ª SEMANA GRANDE
Salida a hombros de Galván y lesión de Perera ante una desigual corrida de Fuente Ymbro
El gaditano sale a hombros tras cortar dos orejas. El extremeño, fractura de costillas y herida en el escroto.
Madrid - Publicado el - Actualizado
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El diestro gaditano David Galván, que cortó las dos orejas a su primero, salió a hombros al final de la corrida de hoy de la Semana Grande de San Sebastián, en la que resultó lesionado, con fractura costal, el extremeño Miguel Ángel Perera, ambos ante toros de un encierro muy desigual en todo de la divisa de Fuente Ymbro con los que también obtuvo trofeos Emilio de Justo.
La corrida, triunfal en la estadística, comenzó, en cambio, de la peor manera, con la dura voltereta que le propinó a Perera el primero de la tarde, un toro flojo de remos que, en uno de sus tropiezos, ya en el último tercio, se quedó debajo de la figura del extremeño para acabar prendiéndole por el vientre, voltearle y arrollarle ya caído sobre la arena.
Pero, visiblemente dolorido y tras un tiempo de respiro, Perera volvió a colocarse con firmeza ante un animal al que ya se estaba imponiendo a la hora de sostener con temple esa debilidad de remos para hacerle ir a más y a mejor, como volvió a repetir tras el percance y, con mucha firmeza, cortarle la primera oreja de la tarde, que mostró antes de ingresar en la enfermería.
La corrida quedó así en un inesperado mano a mano entre Emilio de Justo y David Galván, que se saldó con dos trofeos para cada uno de ellos, solo que fue el gaditano el único que acabó saliendo a hombros al cortarlos de un mismo toro, tal y como exige el reglamento taurino del País Vasco.
Resultaron dos orejas un tanto excesivas, así como la vuelta al ruedo en el arrastre, que nadie pidió, concedida por el presidente a ese tercero de la tarde que tuvo nobleza y movilidad pero sin mucho más que destacar en su comportamiento para recibir tal honor.
Como varios de sus hermanos, "Jarretero" acusó de salida cierta debilidad de cuartos traseros que fue dejando de mostrar a medida que avanzaba la lidia y se crecía ante la muleta de un David Galván que lo movió con compostura pero, por colocación, sin demasiadas exigencia, salvo en una excelente tanda de naturales a mitad el trasteo, en los que enganchó por delante y llevó sometidas las embestidas.
Fue a partir de ahí, como culmen de la obra, cuando llegaron los adornos finales, más vistosos que hondos, lo mismo circulares invertidos o pases por bajo con la rodilla flexionada, como prólogo de un espadazo trasero y de una generosa concesión de honores para el toro y el torero, que luego porfiaría con un quinto que manseó y protestó ante de volver grupas y negarse a la pelea.
El mejor toro de la corrida, pese a todo, fue el que asomó al ruedo de Illumbe en segundo lugar, a costa de una profundidad y una entrega que no sacó ninguno de los otros cinco, aunque tardó en desarrollarla gracias al buen manejo inicial de De Justo con la muleta, que, con temple y a media altura, ayudó a que el toro rompiera con esa creciente forma de humillar durante un largo recorrido.
Con ese material, el diestro cacereño le hizo, ya decantado el toro, una faena de dientes de sierra, con mucho más nivel al natural que con la mano derecha, apurando solo por momentos esa codiciosa profundidad del animal en el trazo de los pases, más hondos unos que otros, y sin acabar así de apurar las óptimas embestidas del de Fuente Ymbro.
Todo quedó en una solitaria oreja, trofeo que volvió a pasear De Justo del toro que estoqueó por Perera, un cuarto de bastas hechuras, manso en el caballo y con ganas de irse a tablas, con una querencia que le quitó con acierto el matador sujetándolo en los medios y dejándole el engaño en la cara para ligarle pases sin apreturas hasta que el animal terminó por aburrirse, sin que ya el sexto, casi sin luz, no le dejó redondear pese a que porfió con sus cortas embestidas, sin empuje alguno de riñones.