FOTOGRAFÍA
"Tarde de toros" plasma la tensa liturgia del toreo en 99 fotos
El fotógrafo sevillano Manuel Naranjo publica una seleccion fotográfica donde refleja el ritual y la liturgia de la tauromaquia.
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Hijo de una norteamericana y del pintor Paco Naranjo, apasionado del jazz y con formación de director de cine, el fotógrafo Manuel Naranjo (Sevilla, 1988) ha querido plasmar el ritual, el silencio y el miedo, la tensa liturgia del toreo en "Tarde de toros", una selección fotográfica que ha sido objeto de una edición de lujo.
Son 99 fotografías, todas en blanco y negro menos una, reunidas en un volumen de 39 por 27,5 centímetros que contiene varios trípticos desplegables y del que se han editado 500 ejemplares firmados y numerados a mano por el autor, publicado por La Fábrica, sello especializado en fotografía que en esta ocasión ha recurrido a la imprenta italiana en la que habitualmente confían grandes editoriales gráficas.
El libro lleva su título en la cubierta, de color negro, en japonés -el lomo es rojo, con el título en español- y la edición es bilingüe en español y japonés, un idioma que ha sido elegido, además de por la belleza de sus caracteres, "por cómo ven los japonés la cultura, cómo prestan atención al detalle, con respeto por la liturgia y por la tradición", ha dicho a Efe Manuel Naranjo.
A la pregunta de si una colección de fotos como ésta la entenderá el público japonés, el autor no ha duda en contestar que el primer ejemplar vendido en la madrileña librería de La Fábrica ha sido a una japonesa -el primero en solicitarlo por correo ha sido un joven desde Miami (EEUU)-.
La misma encargada de la librería madrileña de La Fábrica se confiesa antitaurina pero, pasando las páginas de "Tarde de toros", y deteniéndose en alguna de sus imágenes, confesó a su autor que se le ponía "la carne de gallina", lo que Naranjo recuerda con cierto orgullo.
No obstante, el fotógrafo ha aclarado que su intención nunca fue hacer una defensa de la fiesta -que él, además, no considera una fiesta sino un ritual riguroso-, pero que si sus fotos funcionaran "como un camino de entendimiento" sería "algo maravilloso", en contraposición a lo que ha denominado "el diálogo guerracivilista en el que se alza la voz".
El texto del volumen, a cargo del periodista y escritor Antonio Lucas, lleva el título de "Al encuentro del asombro", una idea que retrata lo que le sucedió a Manuel Naranjo la primera vez que, con 24 años de edad, se dirigió con su cámara fotográfica a la plaza de la Real Maestranza de Sevilla, donde están tomadas todas estas fotos en 2013, 2015 y 2016.
Cuando tenía 24 años Naranjo estaba completando una colección fotográfica sobre gente de la cultura y entre pintores, escritores y cocineros, se le ocurrió incluir al torero Morante de la Puebla y, al ir en su busca en la Maestranza, la primera visión que tuvo del torero, ha confesado, le hizo evocar la imagen de Robert de Niro interpretando a un boxeador en la primera secuencia de "Toro Salvaje":
"Sólo en el cuadrilátero, calentado con la capucha puesta, a cámara lenta, envuelto por una música de ópera", mostrando la tensión, el nervio, la concentración previa al combate.
Manuel Naranjo volvió a la Maestranza con unos auriculares que reproducían la misma música de la ópera que le pusieron a Robert de Niro en aquella película en blanco y negro, y con la que se abstrajo del poco ruido que pudiera encontrar en la Maestranza, coso famoso por sus silencios.
Eso, ha explicado, le ayudó a recoger "el momento íntimo, la fuerza psicológica, la introspección, también la emoción, el vacío y la soledad" de los toreros antes de pisar el ruedo.
Todas las fotografías de "Tarde de toros" son en blanco y negro menos una, el retrato de Jose María Manzanares: "Fue cuando murió su padre, iba de luto, saliendo de la capilla con el traje negro entre las puertas de la capilla en rojo de la Maestranza".
En "Tarde toros", además del silencio y la emoción, están plasmados los pases, el peligro, la lentitud, la luz y la sombra, las caudrillas, la tarea de los subalternos, el público y la gloria, pero también la despedida, la plaza vacía y, en la última imagen, el exterior del callejón que da al patio de cuadrillas, donde la sombra le disputa el espacio a los desconchones, la nada.