ZARAGOZA

La terna puso más que los descastados novillos de El Parralejo

No ayudó la novillada de El Parralejo a la terna de novilleros. Pablo Mora cortó la única oreja y Francisco de Manuel dio una vuelta al ruedo.

El novillero Pablo Mora en su vuelta al ruedo posterior a cortar la única oreja del festejo

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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La terna de noveles que debutó hoy en Zaragoza se mostró muy por encima del descastado juego de los novillos de la divisa de El Parralejo, de los que solo el primero dio el juego suficiente para que Pablo Mora pudiera pasear la única oreja del festejo.

Ese utrero, un fino colorado ojo de perdiz, fue de hecho el único que se empleó tras los engaños y no acabó rajándose o negándose más o menos claramente a la pelea, como sucedió con los otros cinco. Y, aunque medido de fuerzas, propició así la faena más rematada de la tarde.

Se la instrumentó el madrileño Pablo Mora, que para abrir el trasteo de muleta echó las dos rodillas a tierra en los mismos medios de la plaza y le ligó de tal guisa varios derechazos largos y templados.

El resto del trasteo, ya erguido el novillero, marchó por el mismo camino de ligazón como nota más destacada, aunque con mayor poso y reposo según avanzaba una lidia en la que el utrero no perdió su buena condición. Una estocada caída pero efectiva fue el punto necesario que Mora sumó para la concesión de la oreja.

Pero a partir de entonces, con el festejo apenas empezado, cambió radicalmente el panorama, a medida que iban saliendo por toriles novillos a cada cual más bajo de casta y con menos ganas de pelea.

Francisco de Manuel trató con suave corrección al desfondado segundo, hasta conseguir así armarle una faena de momentos estimables y de más gusto que eco, para la que se pidió una oreja que denegó la presidencia.

El tercero amagó rajarse durante los dos primeros tercios, aunque no llegó a hacerlo, sino que se defendió con genio, protestando a cada esfuerzo que se le planteaba, realmente incomodado por su escasa bravura.

El salmantino Manuel Diosleguarde, aun tan poco rodado, se afirmó en las zapatillas para aguantarle toda su mansa brusquedad y someterla con la mano baja en dos meritorias series de naturales tras las que el animal se puso imposible. Solo los fallos con la espada le negaron el trofeo que pudo premiar los momentos de más mérito de la novillada.

Los tres últimos utreros dieron aún peores prestaciones, pues el cuarto se salía de las suertes o se afligía a la mínima obligación, sin que Mora pudiera robarle más que algunos medios pases a base encelarle con la muleta ante los mismos hocicos.

El quinto, todo un toro por volumen y trapío, tomó enseguida el camino de las tablas, donde, dándole los adentros, De Manuel le acosó con suavidad y prestancia para sacarle algo más de lo que ofrecía, que fue casi nada.

Y, por fin, el sexto se movió sin clase ni celo tras el engaño que Diosleguarde le presentó con una cumplidora habilidad, único recurso posible ante tal descastamiento generalizado.

Zaragoza, martes 9 de octubre de 2018. 5ª de Feria. Menos de un cuarto.

Novillos de 

, de desigual presentación y variadas hechuras, con más cuajo y trapío de toros los últimos. Salvo el noble y dócil primero, resultó un encierro muy descastado y deslucido, con varios ejemplares rajados en el último tercio.

Pablo Mora, oreja y silencio.

Francisco de Manuel, vuelta tras petición y saludos tras aviso.

Manuel Diosleguarde, ovación tras aviso y silencio tras aviso.

Herrera en COPE

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Con Carlos Herrera

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