VALENCIA
Torería de Ginés, ambición de Luque, decepción de Algarra
Una oreja cortaron Ginés Marín y Daniel Luque en el primer festejo de la Feria de Julio. Perera pechó con el peor lote.
Madrid - Publicado el - Actualizado
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La Feria de Julio de Valencia, antaño la más importante de la temporada española, atraviesa un momento delicado. El momento dura años, un ciclo, no los últimos tiempos. Las fechas, el verano, los cambios sociológicos, el tiempo que moldea -robustece o estrecha- las ferias, el calor juliano, una feria sin fiesta ni negocio agrícola ni ganadero como hace 100 años, los ecos de la pandemia, la grave crisis económica, el muy adverso y sectario contexto político valenciano, el desprecio mediático… Perera, Luque y Marín, el cartel de la tarde que se analiza, meterían casi 20.000 personas en San Isidro. En Valencia en julio sólo acabaría el papel uno de Galapagar.
Cierto que algunos periodistas taurinos andan escrutando la taquilla con ímpetu demoscópico y vocación sociológica. Pero no. Tiempo ha me dijo Javier Villán, crítico teatral y taurino en tiempos de El Mundo de Pedro J., que en teatro, ópera o cine no se reflejaba la afluencia de público para que no interfiriera en el análisis artístico o estético de la obra. Así que hagamos caso a Villán. Al tajo. Como si una mala entrada emborronara una faena cumbre. O como si no hubiera habido puertas grandes de talanqueras con llenos de no hay billetes… O viceversa.
El primer toro de la tarde, hondo y bien hecho, exhibió poca entrega. Aplomado. Informal y deslucido. Molestó el viento además. Perera lo toreó bien al natural, con aplomo y temple. Sedoso, sutiles los toques. La faena nunca tomó vuelo pero hubo detalles de toreo de categoría con la mano izquierda. A cuenta gotas, pero con categoría.
El cuarto, simplón, aspero y bruto, no permitió a Perera lucirse como sí lo hizo el día antes en Pamplona. A media altura siempre y cuando no, se desentendía de los muletazos. Desaclasado, rajado, mansito sin maldad. Perera se llevó el lote. El peor, claro.
Perfecto de hechuras era el segundo. Bajo, corto de manos, bien hecho, hondo, serio. La expresión muy por encima del continente. Daniel Luque, soberbio capotero, apenas pudo esbozar un ramillete de lances. Exhausto el algarra, con la lengua fuera en la primera serie, Luque trató de acompañarlo con tacto y pulso. Hizo bien en abreviar el torero de Gerena.
Genuflexo prologó Luque tras brindar al respetable. Otro toro deslucido pero con viveza, que soltó mucho la cara, como rebrincado. Derrochó voluntad y echó mano de cierta variedad porque el toreo fundamental poco o nada pudieron plasmarse ante tal clase, sin clase, de embestida. Las luquecinas finales favorecieron la petición concedida de la oreja.
Ginés Marín dejó varias verónicas de notable dibujo. Brindó al público el extremeño-jerezano y el toro huyó hacia el burladero de capotes. Ahí lo sujetó en una serie vibrante. El de La Capitana tenía motor y empuje. Y metía la cara con clase, colocada y muy humillada por momentos. Su carbón, también. Listo Ginés, jugó con inercias y distancias. Hubo una serie redonda y maciza a derechas. La embestida empapada y sujetada. Hubo varios circulares que encendieron la pasión de un público receptivo. Hubo torería, personalidad y gusto en la obra de Ginés, rubricada con un sensacional volapié. Oreja de peso.
El castaño sexto, serio pero bien hecho, dejó hacer y estar sin grandes calidades. Hubo una seria a derechas de Ginés coreada por el público. La faena fue un toma y daca de voluntades. Sin brillantez pero sin tregua: sinceridad de Ginés, que no pudo redondear la tarde con la puerta grande pese a cobrar una gran estocada. Bien el presidente por no conceder un premio que hubiera sido abultado y excesivo.
Valencia, jueves 14 de julio de 2022. 1ª de Feria. Un tercio de plaza.
Toros de Luis Algarra, de hermosa y seria presentación, y juego pobre y dispar. Destacó el encastado tercero.
Miguel Ángel Perera, silencio y silencio.
Daniel Luque, silencio y oreja.
Ginés Marín, oreja y ovación.