MADRID

Tres toros de clase y solo una oreja para Román en el invernal domingo de Las Ventas

El diestro valenciano acabó paseando la única oreja concedida, y tras una muy generosa petición, este Domingo de Resurrección.

Natural de Román al toro de Pedraza de Yeltes al que cortó una oreja en Las Ventas

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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El diestro valenciano Román acabó paseando la única oreja concedida, y tras una muy generosa petición, en la corrida del Domingo de Resurrección en Las Ventas, celebrada hoy con escaso público y un frío invernal, en la que hubo tres toros con clase de la divisa de Pedraza de Yeltes.

Con tan buen "material", se echó por tanto en falta un mejor toreo, o al menos unas faenas más redondas, mínimamente a la altura que marcaron esos tres ejemplares colorados de la ganadería salmantina, ya que ni siquiera la premiada tuvo la contundencia suficiente hasta su tramo final.

Y es que ese fino ejemplar, aunque algo medido de potencia, salió al ruedo mostrando ya ante el capote una calidad que Román tardó en aquilatar, sin pulsear el alegre y repetido galope que el de Pedraza desarrolló en el último tercio, y que él lució citándole de largo, a pesar de la molestia de un viento que, a la hora del balance, pudo servirle de atenuante.

Fue solo cuando cerró al toro en el tercio, en un terreno más guarnecido y más agradecido para el animal, cuando la faena del valenciano tomó el vuelo esperado, en esas últimas tandas de naturales, casi todos estimables, que precedieron a la, eso sí, buena estocada con que lo tumbó y que motivó la pañolada.

Del mismo pelo, y de hechuras muy similares, fueron también los otros dos ejemplares destacados de la corrida charra, que entraron juntos en el lote de Francisco de Manuel y que, pese a sus patentes nobleza y clase, se fueron para el desolladero con las dos orejas, por mucho que el diestro madrileño se alargara en dos desiguales empeños.

Tanto al tercero como al sexto no acabó de cogerles nunca De Manuel ni el sitio ni el pulso, en un trabajo de altibajos motivados por la falta de mayor apuesta en los embroques y en el trazo de los muletazos, aunque lucieron más limpios y mejores los que instrumentó al sexto, con el que, aprovechando la prontitud con que el toro se arrancó de largo, el picador Aurelio Cruz recreó antes un magistral tercio de varas.

Menos juego dieron los tres toros restantes, pues el cuarto, un vareado y larguísimo ejemplar de Pedraza, tuvo una desigual movilidad con la que Román, destemplado, no sumó mayores méritos a su medido triunfo. Y, aunque, con voluntad, al primero de la tarde, frenándose y sin emplearse, le faltó fondo para seguir los engaños.

Fue este el toro con el que confirmó su alternativa Manuel Dias Gomes, que, pese a todo, igual que con el reservón sobrero de Carmen Valiente, intentó sacarle partido con la sinceridad del toreo más clásico, tanto en la colocación en los cites como a la hora de intentar prolongar con temple unas cortas y contadas arrancadas que sirvieron al lusitano, al menos, para dejar el sello de su buen concepto.

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