ECOLOGÍA INVERSIÓN

Hickel (antropólogo), a favor de un 'Nuevo Pacto Verde' por sus principios decrecentistas

Marta Montojo

Agencia EFE

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Marta Montojo

El antropólogo económico Jason Hickel dice estar a favor de un Green New Deal (Nuevo Acuerdo Verde) porque "sus principios básicos consisten en movilizar inversiones públicas en torno a la producción que sea social y ecológicamente necesaria, algo alineado con el decrecimiento que juzga imprescindible para atajar la desigualdad global.

La idea, según ha explicado Hickel en una entrevista con EFE, es que de manera simultánea a las medidas para fortalecer los servicios públicos universales como el empleo, la educación o la sanidad, se apueste por reducir las industrias más prescindibles y "destructivas", como la publicitaria, la del automóvil, la cárnica, la turística o la aeronáutica.

En plena campaña electoral, el especialista -natural de Esuatini pero residente en Barcelona- advierte de que los partidos verdes -y, en concreto, los europeos- fracasan en las urnas porque no tienen una política social real.

Valora que no se puede proponer una política ecológica que reduzca ciertas formas de producción en las industrias más contaminantes sin al mismo tiempo asegurar a la población el acceso a bienes básicos y al bienestar, como sí sugiere, en teoría, el Nuevo Acuerdo Verde.

Sin embargo, no le convence la manera en que esta propuesta se ha llevado a la práctica hasta ahora pues, por ejemplo, aunque está de acuerdo con la fórmula inicial del Green New Deal en EE.UU., juzga que la administración de Biden lo ha tomado como un billete para lograr más crecimiento.

Otra propuesta en marcha, el Acuerdo Verde Europeo, es una versión bastante neoliberal del Green New Deal, que según Hickel "sólo va a hacer más difícil a la Unión Europea cumplir con sus objetivos climáticos.

El autor de Menos es más, ensayo que acaba de traducir al castellano la editorial Capitán Swing, es uno de los defensores más conocidos a nivel internacional de la teoría del decrecimiento, que apuesta por vivir mejor con menos: consumir menos, trabajar menos, producir menos y reducir, así, el uso de recursos finitos de un planeta ya sobreexplotado.

Hickel, que también es profesor en el Instituto de Ciencia y Tecnología Ambientales de la Universidad Autónoma de Barcelona (ICTA-UAB), insiste en que toda propuesta política ecologista debe primero centrarse en asegurar las garantías sociales para después plantear desinflar aquellos sectores que no aportan "bienes o servicios reales".

Por ejemplo, podemos desviar la mano de obra de la industria de cruceros hacia otras cosas importantes como la construcción de viviendas asequibles, la rehabilitación energética o la regeneración de los ecosistemas, sostiene, aplicando además políticas como acortar la semana laboral y asegurar salarios dignos.

Tenemos muchos ejemplos de países que han utilizado las garantías de empleo público para organizar el trabajo y el empleo en torno a proyectos necesarios, aduce, y aunque esos esfuerzos nunca se han pensado para reducir la presión ecológica, "no hay razón para que no podamos hacerlo.

Lo bueno, dice, es que "son ideas populares en los países europeos, que son los que deben decrecer -junto con otras economías del Norte Global-, y cualquier partido político que pueda ponerlas en primer plano y construir en torno a ellas un acuerdo social puede ser fuerte, pero no vemos eso en los partidos políticos, vemos una izquierda fracasada y un Partido Verde Europeo fracasado, lamenta.

Frente a las críticas que tachan el decrecimiento de propuesta "burguesa" que no tiene en cuenta las necesidades de los países en desarrollo, Hickel defiende que instaurar en el Norte Global una economía poscapitalista, centrada en el bienestar y la ecología, en lugar de en el crecimiento económico, es especialmente bienvenida en el Sur Global.

Al final, según expresa Hickel en sus escritos, es una propuesta que desafía las lógicas del neocolonialismo ya que insta a decrecer a los países que producen y consumen "demasiado" -si bien "no lo suficiente de lo adecuado"-, por encima de sus posibilidades planetarias y a costa de "la mano de obra y los recursos de la periferia".

Es de vital importancia comprender que la doble crisis -la social y la ecológica- está siendo impulsada, en última instancia, por el sistema de producción capitalista. Las dos dimensiones son síntomas de la misma patología subyacente, escribe el experto.

Matiza, no obstante, que cuando se refiere al capitalismo no habla de los mercados, el comercio o los negocios, que ya existían miles de años antes de que llegara el capitalismo", sino del problema central de este modelo: "que la producción esté controlada por el capital; que las grandes corporaciones y entidades financieras, el 1% que posee la mayoría de los activos invertibles, sean los que determinan qué tipo de producción hacemos.

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