Así compraremos tras la pandemia

Utilizaremos más el comercio electrónico, echaremos mano de las marcas blancas y pagaremos, sobre todo, con tarjeta

El nuevo consumidor comprará online y pagará con tarjeta

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

8 min lectura

Entre las muchas preguntas que nos hacemos en torno a las consecuencias del coronavirus, sin duda, las que más nos preocupan son las relacionadas con la salud, y la posibilidad de que tengamos a disposición una vacuna contra el SARS-CoV-2 cuanto antes. Nos preocupa mucho, las secuelas que sufren las personas que han padecido la enfermedad y, ya de cara al futuro, al otoño y al invierno, si habrá un repunte que nos obligue a permanecer de nuevo en casa confinados.

Durante el confinamiento nos hemos acostumbrado, mejor, hemos cambiado algunos de nuestros hábitos. Nos hemos hecho más cautelosos con muchas cosas y hemos comenzado a lavarnos sin pausa las manos. Nos lavamos las manos constantemente y desinfectamos todo lo que entra en casa del exterior.

Algunos, muy escrupulosos, ya lo hacíamos. Al volver de la compra siempre limpiábamos las latas, retirábamos las cajas de cartón, un repasito a los yogures, y los más recelosos hasta lavaban el pollo, algo no recomendable porque ya se demostró durante la crisis de la grive aviar, que al lavar el pollo, si el animal estuviera infectado con el H5N1, el virus se extendía si se salpicaba. Lo principal con aquel virus era someter la carne a altas temperaturas, ya fuera en la sartén o con método de cocción.

Más que "nueva normalidad", lo que tenemos es "otra realidad" que ha cambiado la vida que vivíamos hasta el pasado 13 de marzo. Y entre esas muchas cosas que nos ha modificado la pandemia es nuestra forma de comprar. Y entre esas preguntas que nos hacemos sobre el futuro, el futuro a corto plazo, está la de ¿hemos cambiado nuestra forma de comprar? ¿Somos nuevos consumidores? ¿Hay un nuevo tipo de consumidor?

¿Cómo será el consumidor pospandemia?

El nuevo consumidor tendrá menos miedo a la compra telemática, será sensible a las marcas blancas, se alejará de los hipermercados y pagará con tarjeta.

Como dicen en un programa de televisión en el que se transforman tras entrar en un clonador, el confinamiento ha hecho que muchos consumidores que nunca habían comprado por internet se hayan convertido en compradores online.

"El confinamiento ha hecho que el segmento de la población que menos compraba por internet, los mayores de 55-60 años, ahora es el que más ha necesitado hacerlo, sobre todo los mayores de 70 años, que son los más vulnerables a la enfermedad y los que, por tanto, más confinados deben estar y sin ayuda de sus familiares" explica Neus Soler, profesora colaboradora de los Estudios de Economía y Empresa de la UOC (Universidad Oberta de Catalunya).

Según datos de Kantar (líder mundial en estudios de mercado, investigación y análisis) cada semana se ha ido incrementando el tamaño de las cestas de compra, y han ganado peso todos los perfiles de edad e incluso las categorías de productos frescos, que hasta ahora eran la asignatura pendiente de la compra por internet. "Internet ha experimentado su mayor aumento, pasando de crecer décima a décima en los últimos años a ganar 1,3 puntos de cuota durante las semanas más críticas de la crisis. El comercio electrónico en particular ha sido uno de los canales que ha logrado ganar más y que se encuentra ante su gran oportunidad, no solo debido a su cuota histórica en nuestro país (3,1%) sino también a un aumento del 15,5% de compradores. En particular, su imponente evolución entre los mayores de 65 años y en los productos frescos demuestra que está superando sus barreras históricas".

A esto se une, según el análisis de Kantar que "los patrones de compra han cambiado de forma radical, pues visitamos menos los supermercados, pero cuando lo hacemos gastamos más, concretamente un 37%. Estamos ante un consumidor más racional y con una mayor orientación al precio, donde las promociones desempeñan un rol importante, así como el canal de surtido corto. No obstante, el gasto de los hogares depende mucho de las perspectivas de futuro, y 7 de cada 10 consumidores creen que en 12 meses su situación va a ser mejor que la actual".

La pregunta que nos asalta tras estos datos es, y cuando pase la pandemia, ¿volveremos a las rutinas que teníamos antes de confirnarnos en casa o los nuevos hábitos han entrado en nuestra vida para quedarse?

"Probablemente, este consumidor sénior continuará comprando por internet porque ha perdido el miedo a hacerlo; las personas mayores han superado la inseguridad y la desconfianza que el comercio electrónico les generaba y han podido comprobar la comodidad que representa" asegura la profesora de la UOC, Neus Soler.

Crece el a-commerce, la compra en línea programada y automática

Y si el comercio electrónico (e-commerce) ha ganado adeptos durante el confinamiento, el comercio automatizado (a-commerce) ha tenido una evolución semejante. El comercio automatizado (a-commerce o automated commerce) es una forma de comprar en la que el cliente programa una determinada compra y automatiza el proceso sin necesidad de participar nuevamente en él. Normalmente se usa para productos recurrentes o que se consumen de forma habitual. Una forma de comprar que nos hace la vida mucho más fácil. "Hay productos de poco valor que necesitamos en nuestro día a día, pero que solo nos acordamos de comprar cuando faltan (productos de limpieza, aseo personal, determinados alimentos…). Si llegan a nuestro domicilio sin tener que pedirlos, con la periodicidad adecuada, es un ahorro de tiempo y de problema" explica el profesor Xavier García, colaborador del Departamteno de los Estudios de Economía y Empresa de la UOC.

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Para los expertos, el nuevo consumidor conservará costumbres del consumidor prepandemia, "será un consumidor con una vertiente dual, en línea y presencial. Continuará comprando en línea porque hay mucha gente que tiene miedo a ir a las grandes superficies. Posiblemente esto empujará al pequeño comercio de proximidad, que ofrece un producto de calidad y a un buen precio y que no presenta las aglomeraciones de gente que pueden presentar las grandes superficies", explica Ana Isabel Jiménez Zarco, profesora de los Estudios de Economía y Empresa de la UOC.

Atentos a las marcas blancas y las promociones

La pandemia creada por el SARS-CoV-2 ha provocado tal crisis sanitaria y económica que, una vez la superemos, la mitad de la población mundial podría vivir en la pobreza.

"El parón de las actividades económicas impuesto por los Gobiernos para controlar la propagación del virus podría sumir en la pobreza a entre el 6% y el 8% de la población mundial. Esto podría suponer un retroceso de una década en la lucha contra la pobreza, y de hasta 30 años en algunas regiones, como África y Oriente Próximo. Más de la mitad de la población mundial podría vivir en condiciones de pobreza tras la pandemia" informa Intermón Oxfam.

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Sólo una de cada cuatro personas desempleadas en el mundo tiene acceso a prestaciones por desempleo. Esta grave crisis económica deja a muchas personas sin capacidad para hacer algo tan básico como la compra de alimentos esenciales. Por ello, las miles de personas que se han quedado en paro, "apostarán por productos más básicos y baratos y racionalizarán su compra, de forma similar a lo que sucedió en la crisis del 2008" explica Juan Carlos Gázquez-Abad, profesor colaborador de la UOC. Las grandes cadenas de supermercados ofreceran ofertas que permitirán llenar una cesta de la compra más barata sin que deje de ser completa. Porque como afirma el profesor Gázquez- Abad, "el consumidor va a estar muy atento a las ofertas y promociones. Incrementará la sensibilidad al precio del consumidor y, por lo tanto, su sensibilidad a las promociones. Es probable que asistamos a un incremento de la presión promocional en muchas cadenas y marcas".

"En este contexto, muchas de las marcas de distribuidor o marcas blancas se van a ver beneficiadas, ya que una mayor racionalización, fruto de una menor capacidad económica, llevará al consumidor a valorar más aquellas marcas con mejor relación calidad-precio", añade Gázquez-Abad, aunque vaticina que ese incremento de marcas blancas estará lejos del crecimiento del 10% de cuota de mercado que se produjo entre los años 2007 y 2013 en las anteriores crisis económicas.

En cuando a la tendencia al consumo de productos ecológicos de los últimos años, su estabilidad o crecimiento dependerá del poder adquisitivo de cada familia: "el producto ecológico suele ser más caro y, por tanto, puede convertirse en el "lujo" de las economías altas», afirma la profesora Neus Soler.

El consumidor paga con tarjeta por miedo al contagio

Según datos del banco móvil N26, la retirada de efectivo en España cayó un 68 % durante el mes de marzo, en el inicio del confinamiento. De hecho, esta es la primera crisis en la que la demanda de efectivo disminuye en lugar de aumentar. Así, el pago con tarjeta será la modalidad preferida de los consumidores, y eso es una buena noticia para los vendedores. "El uso de tarjeta —en lugar de efectivo— incrementa el nivel de impulsividad de las compras y aumenta el gasto medio por cada ocasión de compra" advierte el profesor Gázquez- Abad.

El consumidor de moda, ¿cambiará?

Y el consumidor de moda, ¿modificará su patrón de consumo en detrimento de la moda rápida o saldrá a comprar masivamente?

La profesora Ana Isabel Jiménez Zarco, de los Estudios de Economía y Empresa de la UOC señala que "mucha gente aprovechará la apertura de las tiendas físicas como una forma de "salir" y "disfrutar" del desconfinamiento. Aparte de la compra de productos de moda y complementos, el consumidor utiliza la visita a las tiendas como una manera de obtener un valor no funcional sino más bien relacional, hedónico o de distracción".

Por último, la crisis surgida tras la pandemia va a ser perjudicial para el medioambiente. Los expertos señalan que, ante la situación económica creada por la crisis economómica, y pese a la conciencia medioambiental patente en los últimos tiempos, si al consumidor, sus dificultades económicas no le permite adquirir un producto ecológico o fabricado de forma sostenible, no lo comprará, pese a su afán por colaborar con el medio ambiente.

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