Los efectos adversos del mercurio, el dolor que miles de personas sufren en silencio

Paula tienen 72 años y lleva décadas luchando contra sus efectos

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Los efectos adversos del mercurio, el dolor que miles de personas sufren en silencio

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

5 min lectura

“Nadie te informa de lo que te ponen en la boca”. Fue una de las primeras cosas que Paula quiere denunciar ante una sociedad que probablemente no conoce los efectos devastadores que puede provocar en el organismo la acción del mercurio. Ella tiene 72 años. En el año 1975 el dentista le recomendó ponerse unos implantes metálicos. Lo que le provocó molestias debido a que el 50 por ciento del implante, estaba compuesto por mercurio.

Por aquella época, no se conocían los efectos adversos que provoca la acción del mercurio en el organismo humano. Ni por su puesto, que los implantes que contuvieran mercurio podrían generar vapores derivados de sus propiedades, las cuales, cuando el metal sólido se encuentra a una temperatura superior a 20 grados, puede convertirse en líquido.

Debido a la ingesta del mercurio, las consecuencias llevaron a Paula a padecer necrosis celular. Esto, sumado al cansancio físico y mental, que poco a poco mermaban sus fuerzas.

Los primeros síntomas

Lo que notaba al principio fueron molestias en las encías. Sentía como si en el interior de su boca algo se licuaba. Lo que en un principio pensaba que se trataba de causas derivadas de la inflamación, más adelante descubrió que se trataba del mercurio que había pasado de estado sólido a líquido. Con el paso del tiempo, el cansancio, la fatiga, los mareos y los problemas digestivos eran constantes en su día a día hasta que le diagnosticaron fibromialgia, debido a todas las contracturas musculares que sufría.

“Todo ello me hizo dejar de trabajar, hace 19 años”. Debido al “caos” que tenía en todo su cuerpo.

Viaje a Argentina

En el año 2010 los problemas y síntomas se van agravando. Todo ello, sumado a una serie de problemas personales hace que una amiga suya, que es médico, le recomendara viajar a Argentina. Principalmente por dos motivos. El primero para evadirse de los problemas personales que atravesaba. Y el segundo, por recomendación de la amiga, acudir a una casa de reposo que le iba a ayudar a encontrarse mejor.

Por aquél entonces, Paula había adelgazado 25 kilos, los mareos habían pasado a ser temblores. Cuando llega a Argentina, el médico le hace una serie de pruebas. A través de una bio-resonancia, detectaron a Paula la raíz de todos sus problemas.

Cuando detectan el problema, Paula contactó con la Asociación de Mercuriados de España. En la asociación le recomendaron buscar un médico especialista para que le realizaran una quelación para extraer los restos de metales de su organismo. Las idas y venidas a Hospitales fue constante hasta que dio con un especialista que en agosto del 2010 le “rescató de la tumba”.

Su regreso a España

En julio de 2011 regresa a España mucho mejor de salud. “Mucho mejor de lo que estaba, me podía valer por mí misma”. Acude a su médico de cabecera para enseñarle los informes y el tratamiento que le han puesto en Argentina. “Era consciente de que los daños que me causaba la acción del mercurio en mi organismo iban a necesitar de un tratamiento continuo”.

La respuesta de los médicos a Paula fue que no podían ayudarle a seguir la pautas que le habían dictado en Buenos Aires y que se tenía que “resignarse a morir”. Dado que los médicos consideraban, que sus problemas eran de origen psicológico más que biológico.

Comienza a exigir ayudas

Tras la negativa de ofrecerle ayudas. Paula contacta con una fundación en Ciudad Real, donde una especialista oferta ayudas para paliar los problemas que tienen relación con la sensibilización central. Fue entonces cuando se dio cuenta de que su caso no era el único. Que como ella existían “cientos de personas, que a su vez conocían a más personas, de todos los puntos de España”.

A partir de ese momento, Paula comenzó a exigir una serie de ayudas al Estado. No por ella, al fin y al cabo, cuando conoció más casos como el suyo, se dio cuenta que la mayoría de las personas que formaban parte de la fundación, estaban en peores circunstancias debido a que no habían tenido la misma suerte de encontrar un especialista, como sí tuvo ella.

Repercusiones de su enfermedad

Los efectos del mercurio han provocado que el sistema inmunitario de Paula sea muy vulnerable. Es por ello que vive “en una burbuja”. No sale de su casa salvo para ir al médico. Afirma que tiene tan devastado su sistema inmunitario que se “asemeja al de un enfermo de Sida”. Es por ello, por lo que intenta exponerse lo menos posible para evitar reacciones que le hacen acudir al especialista.

Otra de las consecuencias que está sufriendo son económicas. Todos los gastos corren a su cuenta. Lo que ha provocado que tenga que “mal vender” parte de su patrimonio para poder costearse los tratamientos. Aun así, el objetivo que tiene Paula es hacer ver al conjunto de la sociedad, y sobre todo a las autoridades, que más gente de la que nos pensamos sufren las consecuencias del mercurio.

A día de hoy, Paula se encuentra instalada en Granada. Lleva viviendo allí los últimos tres años. Hace dos días tuvo que acudir a un maxilofacial y le retiraron cuatro piezas dentales que le estaban generando problemas. Por lo tanto, su lucha continua. A sus 72 años de edad asegura que se considera afortunada por estar rodeada de personas que le quieren y apoyan. Y que por eso no se va a cansar de luchar por todas aquellas personas que padecen estos problemas y que desafortunadamente “se han quedado en el camino”. En nombre, siempre, de la lucha por “nuestro derecho a la salud y a la vida”.

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