Santi Rodríguez: "Demuestras cuánto vales cuando sales al escenario y el teatro está casi vacío"

Raquel Pérez PoloAna María Yuste

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Eso no pasó el 23 de febrero de 2019. Las 750 localidades del teatro Cofidis Alcázar de Madrid estaban agotadas para la función de las 17.00 horas. Se representa: 'Infarto ¡No vayas a la luz!', la protagoniza Santi Rodríguez.

Para quienes tengan curiosidad por la obra, es un monólogo (no al uso), en el que Santi se ríe del infarto que casi, solo casi, le lleva a llamar a las puertas del cielo. Pero no era su día y ahora, en el escenario, este malagueño vecino de Jaén cuenta con el humor que le caracteriza lo que vivió en las primeras horas, aquellos momentos clave para su recuperación y en los días siguientes que estuvo hospitalizado y fueron bastantes.

Y doy fe de que el teatro estaba lleno porque Ana, mi compañera de vídeos y yo, ocupamos los asientos 5 y 7 de la fila 4 del patio de butacas. La hora y media de espectáculo fue el colofón al encuentro previo que habíamos tenido con el cómico y que comenzaba dos horas antes en la calle Arlabán, donde está la puerta por la que entran y salen los actores. La otra cara del teatro, la parte de atrás, la que lleva a los camerinos, esa zona en donde se viven los nervios, el gusanillo en el estómago antes de salir a escena, la parte que ocultan las bambalinas.

El gusanillo es necesario, es el que hace que no te relajes para darlo todo encima del escenario, " las tablas son un sitio muy serio aunque hagas humor" tiene muy claro este actor, humorista y filántropo (como le define alguna de las biografías que circulan sobre Santi) que recuerda lo duro que es hacerse un sitio en este mundo, "comencé a actuar en un local de Granada de la calle Duquesa, que aún existe, un miércoles 13 de noviembre de 1995 a las diez de la noche. Un sitio en el que cabían unas cien personas y no había nadie. De repente suena el teléfono. Era un señor que me pregunta que habían visto que había actuación que a qué hora era. Y le digo, ¿a qué hora le viene bien a usted?, porque para uno que hay… pues venga cuando quiera".

¿La pesadilla de un actor es ver el teatro vacío? "Sin duda y me ha pasado, no ha sido un sueño, me ha pasado hace cuatro meses. Hay días y en sitios en los que no funciona y tres semanas antes de hacer una función solo hay tres entradas vendidas o solo dos y tienes que suspender. En un teatro grande como este (el Álcazar de Madrid) aunque solo haya vendidas 60 entradas ya no puedes suspender y esas 60 personas tienen derecho a ver la mejor función que tú puedas hacer. Como si el teatro estuviera lleno. Ahí es cuando demuestras si vales o no vales".

Para lo que no valía era para ponerse traje y corbata todos los días e ir a un juzgado. Pese a que se matriculó en Derecho como quería su padre, a penas estudió la carrera y lo más cerca que ha estado de ser letrado fue en la serie 'Periodistas' que ejercía de abogado del 'Crónica Universal'. Ha sido abogado, le ha prestado la voz a un tiburón en 'Buscando a Nemo', tiene monólogos antológicos, pero sobre todo ha sido el frutero. Ese tendero caradura y machista de 'Siete Vidas' que le dio fama y más de un disgusto, "me pasaba como a Larry Hagman que llegó a tener amenazas

de muerte porque la gente le identificaba con su papel en Dallas, con JR. Porque la gente cree que JR es malo, que el coche fantástico habla y yo pensaba ¡madre mía la que me va a caer con el frutero!".

Eso le planteó dudas a la hora de seguir interpretando el papel. Ante lo que no duda ni un minuto es cuando le preguntas ¿presentarías los Goya? "No, no porque sufro mucho viendo las barbaridades que dicen de los que han presentado las galas como Dani Rovira que es muy amigo mío. Las críticas constructivas las necesito, pero las gratuitas se las pueden meter en el bolsillo del pantalón y en un día como los Goya te arde el time line de balazos y la gente te intenta cortar el pescuezo".