Miguel Rellán: “El teatro no hace la revolución pero cambia a las personas”

El actor confiesa que ha participado en películas que luego ni ha visto

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David G. TriadóJorge Miralles

Publicado el - Actualizado

3 min lectura

Ya sea en el teatro, en el cine o en el salón de casa a través de la televisión, quien más, quien menos ha visto a Miguel Rellán encarnar algún personaje. Lo que seguramente el espectador no sabe es que estudió medicina, una cuestión que, según él, le venía dada “casi por genética”, ya que su padre era médico.

Pero desde pequeño estuvo expuesto a la cultura y el audiovisual le cautivaba especialmente. “Aparte de los libros, la única ventana abierta a la fantasía era el cine, era donde nos educamos -o maleducamos- una generación”, según Rellán. En Tetuán, Marruecos, donde vivió su infancia el actor había cinco cines que cambiaban la programación semanalmente. Podía llegar a ver hasta siete veces las mismas cintas.

“El teatro debería ser una asignatura obligatoria en el colegio”

Cuando empezó a hacer teatro, en época franquista, Rellán consideraba que este arte “servía para cambiar el mundo”. A día de hoy admite que “el teatro no hace la revolución pero sí ha cambiado a personas”, a él el primero. Y aboga porque esta disciplina sea obligatoria en los colegios: “Fomenta el trabajo en equipo, la tolerancia, el esfuerzo, la memoria y la capacidad de sacrificio”.

Rellán asegura que rechaza ofertas de trabajo, especialmente de teatro. “Tienes que salir cada día a defender la función, con lo cual tienes que creer en ella en cada momento”. En cambio, su postura es distinta cuando se trata de producciones audiovisuales: “En cine o en televisión, si me pagan, voy y lo hago”. Y agrega: “Como actor, tengo un respetuoso desprecio por el cine, porque es el arte del director”. El intérprete cuenta que, en alguna película en la que ha participado, su personaje ha llegado a desaparecer en el montaje final. Incluso se lamenta de que en una ocasión se pasó seis meses aprendiendo a tocar el piano para interpretar a un personaje y “al final lo cortaron y se fue a la basura”.

Todo esto hace que su decisión de aceptar o rechazar un papel, en ocasiones, se base exclusivamente en cuestiones crematísticas; si le mandan un guion que es “una porquería” pero que está bien pagado, lo coge. Confiesa también que no siempre ve las películas en las que aparece; parafraseando a Fernando Fernán Gómez, asevera: “¿Qué pasa, que además de hacerlas las tengo que ver?”.

“Se escribe para jóvenes; es como si los mayores no tuvieran problemas o historias de amor”

Rellán no siempre ha nadado en la abundancia en cuanto a ofertas de trabajo como actor. Al principio de su carrera le costó poder vivir de la interpretación. Sin embargo, actualmente se considera “un privilegiado”, dado que “hay entre un 85 y un 90 % de paro entre los actores”. Asimismo, manifiesta que un actor maduro tiene más oportunidades laborales en el cine y la televisión que una actriz de la misma edad, algo que se daría en menor medida en el teatro. También se queja de que “se escribe para jóvenes” e ironiza: “Es como si los mayores no tuvieran problemas o historias de amor”.

Sobre la posibilidad de jubilarse, ni se lo plantea: “Me retirará la salud”. “Yo creo que los actores somos mejores cuando somos mayores; Robert Duvall, con un primer plano, lo dice todo”, añade.

Admite que ha tenido éxito en la vida: “Me dedico a lo que quiero, puedo llenar la nevera, hago las funciones que quiero y con quien quiero”. Y concluye: “¿Qué más puedo pedir?”.

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