EN 'LA LINTERNA'
Leopoldo O'Donnell, eternamente enfrentado a su familia por sus ideas
Javier Redondo y José Antonio Martín Otín Petón hablan en 'La Linterna' de la figura de Leopoldo O'Donnell
Madrid - Publicado el - Actualizado
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La figura del general tinerfeño Leopoldo O'Donnell ha sido una pieza esencial de la convulsa vida política del siglo XIX en España. Javier Redondo y José Antonio Martín Petón cuentan en 'La Linterna' cómo sus ideas políticas lo enfrentaron, durante las guerras carlistas a su propia familia. Lo hacen con motivo de la presentación hace pocos días del libro 'O'Donnell, en busca del centro político', del profesor Antonio Manuel Moral Roncal, y que constituye el noveno volumen de la colección Biografías Políticas que edita la Fundación FAES.
Leopoldo O'Donnell (1809 - 1867)
Leopoldo O'Donnel fue militar, fundador y jefe de la Unión Liberal. Su “ambición de poder”, como dice Redondo, le llevó incluso a ser presidente del Gobierno. Como fundador de su partido moderado, su proyecto político tenía como principio “la tolerancia” en torno a muchos conceptos. Sin embargo esa tolerancia no pudo frenar la enemistad con sus familiares.
Procedente de un linaje militar de origen irlandés que siempre había estado al servicio de la monarquía española, desde el siglo XVIII, O'Donnell se separó radicalmente de esa línea ideológica y ofreció su espada a la Reina para luchar por la libertad frente al carlismo. De hecho, “uno de sus hermanos”, Juan, “muere durante el asalto a una prisión”. Pero su ensayo de centro político, encuadrado en el moderantismo, “era un ensayo destinado al fracaso”.
Prácticamente todos sus ascensos en el plano militar se encuadran durante las carlistas, sobre todo por sus logros en la campaña del norte, como Oriamendi, Hernani o la toma de Fuenterrabía. La única diferencia en este aspecto con sus coetáneos Narváez y Espartero, era que O'Donnell era un joven prácticamente sin experiencia militar en el año 1833.
Durante cinco años ocupó la Capitanía General de Cuba, administración de un cargo que le acarreó duras críticas. Se trataba de una época de esclavismo y trabajo precario y dice Petón que “su etapa en Cuba le sirve para llenarse la faltriquera”, y, aunque sí se satisface durante esa época de esclavitud, “no se le puede acusar de latrocinio”.
De ser próximo a Espartero pasa a ser el artífice del golpe de Estado que acabaría con su presidencia en 1856. Momento en que se acerca a Narváez para, más adelante, apartarse también de él; “era un balancín político”. Aunque le costó llegar a la presidencia del Gobierno, ocupará el cargo hasta 1863, momento en que “ve que Prim es su contrincante e intenta llevarlo a su bando”. Sin embargo, las presiones del Partido Moderado propiciarán su dimisión.
Retirado a Biarritz, fallecería el día 5 de noviembre de 1867. Su cuerpo se encuentra enterrado en la iglesia madrileña de Las Salesas.