Arthur Ashe: el campeón pionero que rompió barreras en el tenis y la lucha racial

Se cumplen 45 años de la histórica victoria en Wimbledon de uno de los deportistas afroamericanos más sobresalientes y comprometidos socialmente de la historia

Arthur Ashe: el campeón pionero que rompió barreras en el tenis y la lucha racial

Millán Cámara

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En tiempos aún más duros para ser un ciudadano negro en Estados Unidos, los deportistas se erigieron en referentes clave para la comunidad afroamericana presente en la tierra de las oportunidades: Muhammad Ali, Kareem Abdul-Jabbar, Jim Brown… Y, en el caso que nos ocupa, también Arthur Ashe. O, lo que es lo mismo, el primer tenista de orígenes africanos que ganó la Copa Davis, Wimbledon, el US Open y el Abierto de Australia.

Ashe fue una figura muy importante para el deporte de la raqueta a nivel mundial y también local. Como demuestra el hecho de que la pista central de uno de los torneos por excelencia de su deporte, todo un Grand Slam como el US Open que se disputa en su país natal, lleva su nombre. O la fuerza que su legado transmitió a las hermanas Williams, Yannick Noah y otros portentos tenísticos que tumbaron las barreras raciales después.

La suya es, sin duda, una historia que merece la pena ser contada. Así fue la vida de película de Ashe, cuyo gran hito, el asalto a la Catedral londinense del tenis, cumple 45 años.

Un pionero entre los tenistas

Ashe tuvo muy presente la segregación desde bien joven. No lo tuvo fácil por nacer y crecer en la Virginia de los años 40 ni tampoco por las dificultades de su familia: el padre del clan tuvo que sacar adelante a Arthur y a sus hermanos sin el calor y el apoyo de su madre, ya que esta falleció por complicaciones derivadas de uno de sus embarazos. ¿Cuál fue su gran vehículo de salvación? La raqueta, que comenzó a depararle grandes satisfacciones desde que empezó a jugar al tenis a los siete años. Eso sí, también con muchos impedimentos, debido al color de su piel, a la hora de participar en algunos torneos.

Eso sí, al dirigir su padre el departamento de recreación y deporte de la ciudad de Richmond, a Ashe no le costó iniciarse en la práctica deportiva. Sobre todo, porque su casa se hallaba en el parque público más grande de la localidad, repleto de canchas. Al poco de empezar a practicar el tenis, ya destacó gracias a su físico, estilo de juego y comportamiento. Sus progresos acabaron dando como resultado una beca universitaria y, poco tiempo después, una plaza pionera en el equipo estadounidense de Copa Davis.

Era otra época, en la que el amateurismo se imponía y provocaba situaciones como el paso también satisfactorio de Ashe por el Ejército de su país, en el que llegó a ser sargento. El estrellato le sobrevino rápido en las pistas: a finales de los 60 y principios de los 70, ya tenía cuatro Copas Davis (1963, 1968, 1969 y 1970), un US Open (1968) y un Abierto de Australia (1970) en su haber.

La rivalidad, activismo de por medio, con Jimmy Connors

La faceta de activista de Ashe quedó patente también al poco de empezar a triunfar en el tenis. Fue precisamente esta la que le granjeó una cierta rivalidad extradeportiva con otro compatriota que fue leyenda en su deporte: Jimmy Connors. Quedó bien evidenciado en 1975, año de la histórica victoria en Wimbledon del tenista afroamericano.

Ashe, junto a otros jugadores, decidió ausentarse del torneo londinense en 1973, al prohibir este la participación del yugoslavo Niki Pilic (Connors sí lo disputó). También dejó caer su oposición al apartheid en Sudáfrica en los discursos posteriores a la final del torneo disputado en ese país tanto en 1973 como en 1974 (con Connors, precisamente, como rival).

Sin embargo, fue la condición de líder de la ATP de Ashe (el circuito también es, de alguna manera, el sindicato de los jugadores) la que le llevó a protagonizar su hito activista más sonado… con Connors otra vez de por medio. ¿Por qué? Connors era uno de los abanderados de otra organización tenística similar, la World Team Tennis. Lo cual motivó demandas por su parte para la ATP y para Ashe antes y durante Wimbledon ’75, derivadas de esta pertenencia a bandos distintos.

Sin embargo, Ashe dejó la polémica a un lado y se impuso a Connors en cuatro sets (6-1, 6-1, 5-7, 6-4) un 5 de julio del 75. El hito de ser el primer afroamericano que ganaba Wimbledon adquirió aún mayor calado por contar con otros tres añadidos de peso: Connors era el vigente campeón, no había perdido ni un solo set antes de la final y tampoco había caído nunca en sus anteriores partidos contra Ashe. Que, una vez más y como solía decir, habló “con la raqueta” y no fuera de la pista.

Una retirada amarga y un final trágico

La calma y compostura que siempre acompañaba al tenista de Richmond (con meditación incluida en la pista) hizo aún más sorprendente el motivo que provocó su retirada en 1980: problemas de corazón.

Al sufrir un ataque cardíaco en julio de 1979, Ashe descubrió que tenía una enfermedad cardíaca hereditaria. La cual motivó que, en diciembre de ese mismo año, tuviese que someterse a un cuádruple bypass. Sin embargo, los quebraderos de cabeza al respecto de su problema de salud no terminaron ahí, ya que en 1983 tuvo que volver a pasar por el quirófano.

No fue hasta 1988 cuando Ashe conoció otra noticia aún más complicada de digerir relativa a su salud: tenía SIDA. Y, lo que es peor, tanto el ex tenista como los médicos creyeron que contrajo la enfermedad a raíz de las transfusiones sanguíneas que requirió su segunda cirugía cardíaca.

La noticia no se hizo pública hasta 1992. Entonces, ya había salido a la palestra la condición de seropositivos de otras figuras públicas notorias, como el jugador de baloncesto Magic Johnson o el cantante Freddie Mercury. Ashe llevó tanto la enfermedad como sus últimos años de vida con total entereza y mucho quehacer: conferencias, columnismo, activismo, la puesta en marcha de una fundación contra el SIDA y otras enfermedades parecidas, un libro dividido en tres tomos sobre la historia de los deportistas negros…

Una neumonía motivada por el SIDA provocó su fallecimiento, a los 49 años, en 1993. La carrera tenística del ex número uno del mundo fue lo suficientemente excelsa como para procurarle un lugar en la historia deportiva. Sin embargo, su aportación a la cultura popular estadounidense (con sus icónicas gafas) y al activismo social, como figura reconocible dentro del deporte, no se quedaron atrás.

Así lo demuestra el hecho de que, en pleno auge del movimiento Black Lives Matter, Arthur Ashe vaya a protagonizar un documental dirigido por un antiguo compañero de profesión y rival: Ashok Amritraj. No será la primera película, ni a buen seguro la última, que glose su esfuerzo en pro de los derechos civiles y la lucha contra el racismo. Loable y muy presente (quizá incluso más que en su época) hoy en día.

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