Semana Santa Jerez

Viernes Santo estable para las cinco hermandades que llevaron a Jerez hacia la Pascua

Loreto, Exaltación, Soledad, Cristo y Piedad completaron las estaciones de penitencia de una Semana Santa mejor de lo que se esperaba

Piedad

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

3 min lectura

La tarde de Viernes Santo llegaba con amenaza a su comienzo. Tras la apacible madrugada, era el único escollo de una Semana Santa que durante los últimos días de la Cuaresma se avisaba inquietante en lo meteorológico y que, a estas alturas, parecía un milagro que sólo hubiera dejado secuelas en las estaciones de penitencia del Miércoles Santo. Pero la solución fue fácil salvarlo: retrasar todas las salidas una hora.

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La Exaltación, que aún saliendo con el pactado aplazamiento se echaría a las calles de Las Viñas aún a tiempo de hacerlo mirando al cielo, se decidía a las cinco de la tarde a lucir su cortejo de nazarenos de azules y blancos inmaculistas ceñidos por el cíngulo del rojo eucarístico que también les caracteriza. Cristo sobre la cruz que se alza entre activos sayones y la Virgen de la Concepción Coronada pudieron encontrarse con el pueblo.

Era hora para que, en la Catedral, monseñor José Mazuelos Pérez, presidiese los Santos Oficios. La Liturgia puso el centro en la Cruz adorada convenientemente en los templos y procesionada luego felizmente en las calles. Y la de plata y la red marinera de San Telmo presentaría al Cristo de la Expiración, entre saetas y palmas, en su recorrido tan festejado sobre su paso recién restaurado.

La Virgen del Valle, también restaurada, ocupaba el tercero de los pasos de esta segunda cofradía en la calle. El segundo es para San Juan. Y, para entonces, ya entraba la primera en Palquillo de Aladro: la hermandad de Loreto con su invitación al pie de la cruz, la sobriedad tan lograda del cortejo de morados nazarenos y una novedad singular: el realejo, un pequeño órgano portátil que trasladó al público a los siglos XVI o XVII.

Ya con cofradías marchando decididamente por la Carrera Oficial camino de la Catedral sólo quedaba que abrieran sus puertas respectivas, tras la conveniente espera acordada, las dos hermandades restantes. Podían hacerlo con bien porque al ejemplo de las tres ya en la calle se sumaba que aquellos riesgos del 30% con el que salían las primeras estaban encaminados a ir reduciéndose paulatinamente como al final se confirmó.

La Soledad asomó con el monumental Descendimiento de Ortega Bru, aquél de altitudes celestiales toda vez que a la cruz erguida se suman en los travesaños José de Arimatea y Nicodemo y el canasto del paso fue configurado como si no fuera a llevar encima la bendita mole escultórica que porta. Y el resultado es el efectista caminar de escena tan grave. Y la Virgen, entre varales recién restaurados pudo ser admirada.

La oficialidad de la procesión del Santo Entierro, con las prepresentación de otras cofradías así como las civiles y militares propias de la última cofradía en la calle, completó jornada procesional llevando detrás ese decimonónico paso en el que la Virgen de la Piedad hace sitio bajo su palio a San Juan y las tres marías que preparan la corteja cosisqueando a las plantas la mortaja para el Yacente de la tricentenaria urna de plata.

Espléndido colofón tuvo una Semana Santa como la jerezana que, a las puertas de la Pascua, guarda silencio el Sábado Santo a la espera de la Vigilia que, a las 22:30 horas, presidirá el obispo diocesano de Asidonia-Jerez en el templo catedralicio en el que las estaciones de penitencia ya han concluido por este año. Sólo resta Cristo Resucitado que, tras la pontifical del domingo recorrerá el centro. Si el tiempo no lo impide.

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