La Virgen del Rocío emociona a los peregrinos cordobeses en una madrugada inolvidable

El salto a la reja se produjo a las 2:57 de la madrugada

Fran Durán

Córdoba - Publicado el - Actualizado

3 min lectura

A las 2:57 de la madrugada, se produjo el esperado salto de la reja en la aldea almonteña. Este momento, cargado de devoción y emoción, fue vivido de manera especial por la hermandad del Rocío de Córdoba, que, tras nueve días de peregrinaje, experimentó una profunda conmoción al ver a la Virgen salir en procesión. Guadalupe Grande, hermana Mayor de la Hermandad, compartió la intensidad de la experiencia: "rezando una Salve y presos de la emoción tras tantos días de camino realizado, saboreamos el día más grande".

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La devoción de los rocieros cordobeses quedó patente mientras vibraban ante la Virgen del Rocío este lunes por la mañana. La procesión comenzó con vítores y aplausos dedicados a la Virgen, el Pastorcillo Divino y San Juan Pablo II. La Blanca Paloma, como es conocida cariñosamente la Virgen del Rocío, pasó frente a la casa de la Hermandad de Córdoba, siguiendo la tradición.

La procesión del Lunes de Pentecostés había cumplido con su cometido. El 9 de mayo, los peregrinos de Córdoba emprendieron su camino junto al bendito Simpecado, un símbolo de fe y devoción que acompaña a los romeros durante su travesía. Más de dos centenares de romeros cordobeses se unieron para vivir este ritual lleno de devoción, alegría y fe, ofreciendo a la Virgen sus oraciones y agradecimientos por todo lo experimentado este año.

El salto de la reja a las 2:57 horas fue un momento culminante, marcado por lágrimas y emoción entre quienes aguardaban en el interior de la ermita y en las calles. La salida de la Virgen desbordó todas las emociones posibles, iniciando su recorrido por la aldea de Almonte. La procesión, acompañada por los devotos almonteños, transcurrió entre piropos y emociones arrebatadas, hasta que, ya con la luz del sol iluminando el día, la Virgen llegó a Córdoba.

LA VISITA

La visita de la Virgen a la casa Simpecado es una tradición profundamente arraigada, y su llegada a Córdoba fue recibida con gran fervor por los romeros cordobeses. Este lunes por la tarde, a las cuatro en punto, la Hermandad del Rocío de Córdoba vivió uno de los momentos más emotivos del día: el acto de guardar el Simpecado en su cajón.

Este ritual, cargado de simbolismo, marcó el cierre de una jornada llena de fe y emoción, mientras los peregrinos comenzaban a pensar en su regreso a tierras cordobesas. La jornada comenzó temprano para los romeros cordobeses, quienes, tras días de peregrinaje, se congregaron para recibir a la Virgen. La salida de la Blanca Paloma fue un momento de comunión y fervor, con los devotos entonando cantos y rezos.

La procesión avanzó por las calles de Almonte, en un recorrido cargado de espiritualidad y devoción. Cada año, la procesión del Rocío es un evento que trasciende lo religioso para convertirse en una manifestación de identidad y cultura. Para la Hermandad del Rocío de Córdoba, la llegada de la Virgen y su posterior visita a la casa Simpecado son momentos de profunda significación. Los romeros, con el Simpecado a la cabeza, recorren los caminos con la esperanza y la fe puestas en la Virgen del Rocío.

La tarde avanzó y, con ella, el momento de guardar el Simpecado. Este acto, aunque marcaba el final de la festividad, también simbolizaba la preparación para el próximo año. Los peregrinos, emocionados y satisfechos por la experiencia vivida, comenzaron a pensar en el regreso a Córdoba, llevando consigo la bendición de la Virgen y los recuerdos de un Lunes de Pentecostés inolvidable.

Así, la Hermandad del Rocío de Córdoba cerró una jornada marcada por la devoción y el fervor, con la promesa de regresar el próximo año para renovar su fe y vivir nuevamente la magia del Rocío. La procesión de la Virgen del Rocío, más que un evento, es una tradición que une corazones y refuerza la espiritualidad de quienes participan en ella.