Adéntrate en los secretos del castillo de Iznájar en la provincia de Córdoba
Este castillo fue construido hacia mediados del siglo VIII y es conocido como el castillo alegre o pendenciero
Córdoba - Publicado el
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En la provincia de Córdoba hay otra de las muchas joyas que puedes visitar, como es el castillo de Iznájar, conocido por los lugareños como el castillo alegre o pedenciero. Al ser de origen árabe de nombre a la localidad, derivando del sustantivo “hisn” (castillo) y del adjetivo “al-ashar” (alegre).
Este castillo se eleva a 533 metros de altura, y se encuentra rodeado por el río Genil y el arroyo de Priego. Se trata de un símbolo y génesis de esta localidad cordobesa, que comenzó su construcción hacia mediados del siglo VIII, probablemente por constructores hispanogodos, continuándose con sucesivas reconstrucciones y ampliaciones hasta el siglo XV.
Tuvo que llegar el siglo X cuando se configuró la planta actual, y en el siglo XI comenzó a contar con sus muros de dfensa que rodean el patio de armas, y se construyó un primer recinto que fue reforzado en el período nazarí abarcando el actual barrio de la Villa.
Remontándonos a las primeras noticias históricas del castillo se remontan a la segunda mitad del siglo IX con motivo de la rebelión muladí de Umar ben Hafsún. Durante este periodo Iznájar cambió varias veces de dueño, siendo su población muy castigada. El temor a las represalias fue lo que llevó a sus habitantes a degollar a su gobernador Fadl ben Salama (muladí, considerado por muchos fundador de Iznájar) y enviar su cabeza al emir Abd Allah en señal de sumisión, evitando así las represalias contra esta población que se habían llevado a cabo en revueltas anteriores.
La reconquista cristiana de Fernando III El Santo no llegaría hasta las tierras iznajeñas que permanecieron unidas al reino granadino hasta la primera mitad del siglo XV y su situación fronteriza le llevó a frecuentes periodos de guerra. La incorporación definitiva al reino de Castilla se produce durante la monarquía de Juan II y posteriormente hacia 1468 Diego Fernández de Córdoba, señor de Baena y conde de Cabra recibió por su adhesión al monarca Enrique IV la jurisdicción y señorío de esta villa creándose el Vizcondado de Iznájar, título nobiliario que permanece vigente actualmente en los herederos de los Fernández de Córdoba.
El castillo se transformó como vivienda del administrador del duque de Sesa en el siglo XVIII manteniendo esta función hasta el siglo XX, siendo adquirido a sus últimos propietarios (el Conde de la Revilla y hermanos) por el Ayuntamiento en 1991 pasando a formar parte del patrimonio local.
Tras una importante restauración arqueológica entre los años 2006 y 2008 el castillo de Iznájar recupera parte de su esplendor y se hace visitable.
Actualmente el castillo dispone de dos salas:
1. La primera iglesia cristiana construida dentro del recinto amurallado por Pedro I donde se pueden observar fotografías de los trabajos de restauración y una exposición de espadas y dagas de la época.
2. Sala de las Caballerizas, que contiene una exposición de oficios de la época y piezas artesanales. A través de esta sala podemos acceder a uno de los calabozos del Castillo.
También cuenta con uno de los aljibes más grandes de la época. Situado en el centro del Patio de armas, prácticamente no ha recibido restauración alguna debido a su buena conservación. Aún hoy en día sigue funcionando su sistema de recogida de agua a través de la lluvia y su temperatura interior no varía en todo el año, siendo de unos 16, 17 grados.
Destaca la Torre del Homenaje, en cuyo interior hay un rinconcito dedica a Rafael Alberti. EL poeta visitó Iznájar en los años 20 y fue en esta torre donde se inspiró para escribir su libro La “Arboleda perdida”, donde incluye un poema dedicado a dicha torre.
También existe la entrada a una gruta, que desde el mismo castillo conducía al río, conocida popularmente como la ‘cueva de la reina’. Cuenta la leyenda que bajaba por esta gruta la reina y las sirvientas a lavar la ropa al río, una de las veces que allí se encontraban, llegaron los caballeros Molero con su gente y atrapando a la sirvienta le obligaron a que les diese las llaves del castillo y así, a través de dicha mina asediaron el castillo abriendo las puertas de la villa.