Caserío San Benito, el lugar ideal para comer mientras te trasladas a una época pasada

Muchos viajeros que circulan por la A45 dirección a Málaga o bien dirección a Córdoba, encuentran en plena Vega de Antequera un antiguo depósito a lo lejos donde se lee, Siglo XVIII. Algunos de tanto pasar y por curiosidad, hicieron parada y se encontraron con un lugar mágico, porque solo al verlo te traslada a tiempos remotos cuando el tiempo y las prisas no existían y la manera de vivir era muy distinta a la de hoy.

Lo primero que encontramos es un portón que da la bienvenida como si de un antiguo cortijo se tratara. Allí vemos un rótulo en cerámica que nos indica que estamos en el Caserío de San Benito, un lugar que nació en 1991 pero respetando la arquitectura popular. Una vez dentro, un patio empedrado con distintos elementos como fuentes, columnas..., nos invita a seguir descubriendo un lugar distinto, que tendrás que visitar para saber de qué estamos hablando.

En su cocina no encontramos vitrocerámicas, pero sí grandes fuegos que le dan ese sabor especial a sus platos. Y en vez de horno eléctrico cuentan con uno de leña que se utiliza para preparar platos como el del cochinillo.

Hoy en COPE hemos hablado con su gerente y jefa de sala, Esperanza Muñoz de León, que conoce a la perfección la cocina que ofrece a sus clientes. Entre sus entrantes encontramos jamón ibérico de bellota, el embutido coppa de Joselito o un chorizo a la canela que sorprende a todos aquellos que lo piden.

"Aquí nos gusta trabajar con producto de temporada y muy cerca de la zona. La huerta de la Vega de Antequera da unos productos magníficos que ayudan mucho a poder preparar platos que son del agrado de todos aquellos que nos visitan. Desde el principio tuve claro que lo que quería ofrecer eran los sabores que había heredado de mi familia, y quería recuperar aquellos aromas del pasado, por lo que apliqué las recetas que se hacían en casa. Así comenzó todo hasta el día de hoy", explica Esperanza.

En los platos principales encontramos manjares como la brocheta de pescado y marisco, el rape de crema o el bacalao en salsa romano, entre otros. Y si preferimos carne debes probar su presa ibérica en salsa de tomate, el entrecot de vaca madurada, las chuletas de cordero lechal o las de chivo lechal malagueño o su pechuga de pollo en salsa mozárabe.

En el Caserío de San Benito cuentan con guisos "que triunfan en cualquier época del año, incluso en verano. Tuvimos que incluirlos en carta al ver que los clientes seguían pidiendo guisos como el arroz con conejo, nuestro potaje para quitar el sentido o nuestras migas que salen muchísimo de cocina". Los habituales suelen ser elaborados con fabes, judiones o verdinas. Y se acompañan de pato, bacalao, secreto, almejas y calamares o chorizo y morcilla

Otro plato que introducen es, como no, la porra antequerana o también llamado salmorejo, "porque aquí tenemos una mezcla de dos provincias".

Y cuando llegamos a los postres impresiona su arroz con leche, el flan mousse de chocolate, el tiramisú o las gachas. Nos ha explicado Esperanza que "al igual que ocurre con los platos principales en los postres, hay otros que también se piden fuera de temporada y que nos hemos visto obligados a incluir por el gran éxito, como por ejemplo las gachas".

Otro de los postres es el bienmesabe, un dulce tradicional de Antequera que utiliza ingredientes como almendra, azúcar, huevo, bizcocho, cabello de ángel y canela. En la ciudad de El Torcal los elaboran con mimo hasta las monjas de algunos conventos que los venden a través del torno, "pero el que ofrecemos va un paso más allá con la mezcla justa sin pasarnos con el dulce".

SOBRE EL CASERÍO DE SAN BENITO

La construcción de este edificio parte de la recuperación de una antigua casa cortijera, representando la tipología de edificios construidos en la Andalucía tradicionalista y popular del siglo XVIII, mediante su propia distribución interna, sus alrededores, detalles propios de rejas en hierro forjado, puertas y ventanas.

En el exterior encontramos un hermoso patio con empedrado antiguo, con su glorieta en el centro y una fuente de piedra que nos conduce al interior de la casa con elementos decorativos de los siglos XVIII y XIX. Entrando por su impresionante puerta de madera, podremos observar el suelo hecho a base de mazaríes de barro.

La decoración está basada en elementos dieciochistas, con detalles en madera tallada, enrejados en las paredes, cuadros antiguos, cántaros de barro, platos en paredes y vigas de madera en el techo, creando así un ambiente tranquilo, cálido y familiar, característico de tiempos pasados.

El edificio cuenta con tres comedores, uno en la planta baja y dos en la alta, teniendo una capacidad total para 105 comensales. Los salones de la planta superior se pueden utilizar para uso privado en cualquier evento propuesto por sus clientes. Destacamos la espectacular chimenea que preside la zona baja. En los días más fríos podremos disfrutar del calor de sus dos chimeneas o de los braseros que se colocan debajo de cada mesa, de acuerdo a las costumbres más antiguas. En las estaciones cálidas se puede disfrutar de la terraza, situada en uno de los extremos de la casa. Además de disfrutar en ella de las noches de verano, también es usado para las celebraciones al aire libre.