Estos son los efectos en el aprendizaje debido a la lateralidad cruzada
No todas las dificultades de aprendizaje se deben al déficit de atención o a los malos hábitos | Existen algunas que tienen su origen en el desarrollo y configuración del cerebro
Córdoba - Publicado el - Actualizado
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todos sabemos que el cerebro se divide en dos hemisferios, el izquierdo y el derecho. Cada uno tiene sus funciones en la operativa y funcionamiento del cerebro en su conjunto. El profesor José Carlos Aranda nos ha explicado que "el hemisferio derecho es el que organiza y coordina la parte izquierda del cuerpo y viceversa, es decir, el hemisferio izquierdo coordina los movimientos de brazos y piernas de la parte derecha del cuerpo, también la visión dominante de un ojo sobre otro",
También ha añadido que "a partir de los cuatro años aproximadamente, el niño ya tiene definida su lateralidad, es decir, es diestro o zurdo. Esto significa que hay un hemisferio claramente dominante que coordina bien las funciones motrices del cuerpo. Pero puede haber una disfunción, que la lateralidad no quede bien definida, tengamos un ojo izquierdo dominante pero además seamos diestros. Esta disfunción va a generar otros efectos colaterales que pueden suponer dificultades en el aprendizaje".
EFECTOS EN EL APRENDIZAJE
Para Aranda todos los niños con lateralidad cruzada no tienen por qué presentar problemas de aprendizaje. En los estudios realizados -las universidades de Zaragoza y Lleida analizó a 170 niños con una edad entre 6 y 7 años- se ha comprobado que afecta a un 60 %, que es mucho. En general, afecta a problemas de lateralidad, es decir, dificultades para distinguir derecha-izquierda o arriba-abajo.
Esto es importantísimo para el desarrollo de la lecto-escritura, dado que hay grafías cuya única diferencia se basa en la lateralidad, pensemos, por ejemplo, que la única diferencia entre una “d” y una “b” es si el círculo se sitúa a derecha o izquierda, lo mismo podríamos decir entre la “q” y la “p”. De ahí la dificultad que presentan para la lectura y la lectura comprensiva.
Curiosamente, cuando el cruce de lateralidad se produce entre ojo y mano, las dificultades más serias se presentan en el razonamiento matemático. Pero puede afectar a todo, por ejemplo, al hecho de leer la hora en un reloj, la diferencia entre menos cuarto e “y cuarto” es la lectura de derecha o izquierda, de ahí la dificultad.. Si no se detecta, es fácil confundirlo con dislexia o con TDAH, dado que suelen presentar dificultades de concentración y atención. La diferencia es que es solucionable con facilidad si se descubre a tiempo. El problema es que no suele hacerse a edades tempranas.
CÓMO DETECTARLA
Hay un test muy sencillo: hagamos un pequeño agujero en un folio y pidamos a niño que mire a través de ese agujero un objeto de la sala. Luego le taparemos un ojo y otro. Instintivamente, el niño, sin saberlo, estaré mirando el objeto a través de su ojo dominante. Ya tenemos un elemento. Después hacemos una bola de papel y le pedimos que la recoja en el aire con una sola mano, instintivamente la recogerá con su mano dominante -comprobamos con qué mano sujeta el lápiz y la coincidencia-.
Repetimos la operación pidiéndole que patee la bola, lo hará con su pie dominante. Si en los tres casos, ojo, mano y pie son iguales, la lateralidad está bien definida. De no ser así, estaríamos ante una lateralidad cruzada o ante un niño ambidextro, que maneja indistintamente uno u otro, lo que no tiene por qué suponer ningún problema, de ahí la necesidad de repetir estos ejercicios varias veces hasta asegurarnos y cotejar los resultados con la observación -¿qué pie usa el niño para patear jugando al fútbol?-.
CÓMO SE CORRIGE
Detectado a tiempo resulta relativamente sencillo. Se trata de ejercitar la lateralidad hasta lograr una dominante. Si el ojo dominante es el derecho, convendría que el niño escribiera con la mano derecha, por ejemplo, ir poco a poco incentivando esta práctica. Después apoyar con ejercicios de psicomotricidad, hacer la croqueta en el suelo, saltar a la comba dibujando colores a derecha e izquierda, trabajar los espacios a través del trazo grueso y fino en el dibujo, por ejemplo, son actividades que ayudan. Si no lo hacemos, el problema puede ir acentuándose hasta presentar las dificultades de aprendizaje que, mal diagnosticadas, pueden generar el fracaso escolar.
LA FAMILIA
En primer lugar la familia debe estar atenta a la ventana de aprendizaje, observar que nuestros hijos desarrollan bien la lateralidad en la edad e 4 a 6 años. En segundo lugar, si observamos dificultades en el aprendizaje normal de la lecto-escritura descartar que esta pueda ser la causa y, si lo es, poner remedio lo antes posible coordinados con el colegio. Así de sencillo.