Julio Romero de Torres y la exaltación de la mujer cordobesa
El artista fue considerado todo un seductor al atribuirle numerosos romances con actrices y cantantes que posaron para sus cuadros
Córdoba - Publicado el - Actualizado
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Que Julio Romero de Torres fue un enamorado de la mujer cordobesa nadie lo duda. Tampoco lo hace Javier López de Luna, doctor en Historia del Arte por la Universidad de Málaga, que el próximo 9 de mayo dará una conferencia en la Fundación Antonio Gala, bajo el título "Julio Romero de Torres y la exaltación de la mujer cordobesa".
Explica de Luna, "el artista destacó con la mujer cordobesa como protagonistas en sus obras". Como dijo Zueras Torrens “la pintura de Julio Romero de Torres resume todo el mundo interior del artista, que no fue otro que la devoción a la mujer, prototipo del ardor sensual de las civilizaciones que arraigaron en su Córdoba natal, haciéndola protagonista de escenas procedentes del legado andaluz, en cuanto a dualismo del amor y la muerte” .
Y es que la mujer se encuentra en el centro de todas sus obras. De Luna nos ha contado que "hubo muchas mujeres en la vida del pintor, pero en esta recopilación de nombres propios se voy a centrar en las principales como Francisca Pellicer, Ana López, Amalia Fernández Heredia, María Palou, Pastora Imperio, Encarnación López, Musidora, Dolores Castro, Pepita Suárez Parias y María Teresa López”.
De cualquiera de las formas, mucho más allá del tópico y de la copla, los lienzos de Julio Romero de Torres están repletos de figuras femeninas, ya sean alegorías o retratos. Ocho mujeres encarnan el Poema de Córdoba en todas sus facetas: guerrera, romana, judía, barroca, cristiana y torera. Así mismo, una serie de mujeres representan Andalucía, la copla, el cante hondo y hasta la propia primavera:
“Vividoras del amor, Rosarillo, Viernes Santo, Ángeles y Fuensanta, Flor de Santidad, frente a los desnudos de La Venus de la Poesía, El pecado, Rivalidad o La nieta de la Trini. Aunque la leyenda revistiera sus relaciones y su vida, él quiso pintar una y otra vez el eterno femenino, apresar su misterio, la mirada, pintar obsesivamente el silencio de esas mujeres, detrás del cual podía latir el amor, la desesperanza, la tragedia, los celos y la muerte, pocas veces la dicha. Es la suya una poética del cante hondo, del flamenco y la guitarra, con fondos de Córdoba, lejanías que él reunía o aislaba, con el sentido de eso mismo que pintaba: el río, el puente, la barandilla de la ribera, el Campo de la Verdad, la Plaza de Capuchinos y la Fuensanta”.
De todas las formas y maneras, Julio Romero de Torres, consiguió reflejar en supintura, la personalidad de Córdoba, a través de los retratos de sus mujeres, en cuyasmiradas queda recogido el silencio de la ciudad andalusí, un silencio que nos interpela ynos interroga, un silencio enigmático y misterioso, que nos sobrecoge al contemplar las obras del genial pintor cordobés