María Sánchez: "Vivimos en un sistema hiperacelerado, que nos precariza, y no valoramos lo importante"
María Sánchez es veterinaria de campo y escritora. Ganó el Premio Nacional de Juventud en 2019 por su obra 'Tierra de Mujeres', un libro que nos reconcilia con nuestros orígenes
Córdoba - Publicado el - Actualizado
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María Sánchez es escritora y veterinaria de campo, y una de las voces más reconocidas en la defensa de lo rural. En su trabajo, reivindica las voces silenciadas de las mujeres del campo, y busca darles voz, crear una imagen real de estas mujeres que tan esenciales son para todos, absolutamente todos, también para quienes viven en la ciudad. Dice que empezó a escribir como algo instintivo, “como quien busca las gafas de ver en la mesita tanteando, algo que siempre estuvo ahí”. Con esa inspiración, escribió 'Tierra de Mujeres', un libro que le llevó a ganar en 2019 el Premio Nacional de Juventud en la categoría de Cultura, en la que trata de dar voz a lo invisible, dice, antes de que lleguemos tarde.
-En 'Tierra de Mujeres' dices que los hijos y los nietos siempre llegamos tarde. ¿Se nos está imponiendo quizás un ritmo de vida en la ciudad que nos obliga a llegar siempre tarde a lo esencial?
-Creo que ese ritmo de vida ya ha llegado a todos lados. Vivimos en un sistema hiperacelerado, que nos precariza, estamos todo el día produciendo, trabajando, y no nos damos cuenta de lo importante. Parece que solo reparamos en todo lo que tenemos cerca cuando perdemos a alguien a quien queremos.
-Los pueblos se están vaciando porque al mundo rural no se le da la oportunidad de presentarse como una opción de futuro para los jóvenes. ¿Vamos de cabeza a perder esas formas de vida que solo se dan allí y que quizá se asemejan más a la naturaleza misma del ser humano, más cercana y tranquila?
-Estamos perdiendo muchas maneras de habitar, no solo en pueblos y aldeas sino también en ciudades pequeñas y medianas. Pongo el ejemplo de mi ciudad, Córdoba, allí también he visto a amigas tener que irse porque no encontraban trabajo. No nos podemos olvidar que el sector primario tiene un peso muy importante, desde que te levantas, te haces un café con leche y una tostada con aceite de oliva y jamón, ya estás necesitando una agricultora o ganadera. Creo que es importante preguntarnos de dónde vienen las cosas y las condiciones en las que se hacen. Creo que la pandemia, afortunadamente a pesar de todo, ha hecho que mucha gente se de cuenta de que no le gusta la forma de vida que tiene en las ciudades.
-También está un poco estigmatizado vivir en el pueblo. Hay cierta superioridad moral de la ciudad hacia el pueblo
-A mi me hace mucha gracia la frase esta de cuando llega gente al pueblo desde la ciudad, que se dice: "anda que estos van a durar mucho, se van a morir de hambre" (risas). Sobre la gente del pueblo ha pesado mucho el sentir vergüenza de donde viene, de su acento, ese “ser un paleto”. Las películas siempre tratan el medio rural igual, poniendo a gente que traiciona, analfabeta, ruin. Creo que es hora de contar también todas las cosas buenas que tiene vivir en un pueblo.
-Dices que los hombres y mujeres del campo no necesitan literatura que los salve ni columnistas de verano, sino colegios y servicios como en las ciudades. ¿Qué tiene que pasar para que se tome la situación en serio?
-Tiene que darse un diálogo de tú a tuú con esto, y que dejen de usarnos para la foto de campaña. También políticas públicas de verdad que reviertan esta situación, plantear un fortalecimiento por comarca que permita a la gente tener servicios básicos.
-Hablas del 8 de marzo de 2018, el día que cambio todo en España. Dices que el feminismo tiene sus tiempos, que no es igual en la ciudad que en el pueblo y que esto es algo que hay que entender y dar tiempo. Esto fue hace 3 años, ¿ha cambiado algo?
-Muchísimo, a mi me gusta hablar de feminismo plural. Me gusta plasmar ese sentimiento. No nos podemos olvidar de todas las asociaciones de mujeres que no tienen por qué llevar ese apellido “feminista”, ellas igualmente llevan muchos años luchando por visibilizar a las mujeres.
-Las mujeres del mundo rural viven doble discriminación: por ser mujeres y por vivir en un pueblo. ¿Cómo se recupera la historia silenciada de estas mujeres después de tantas décadas? ¿Es posible recuperar esta historia?
-Sí. Y debemos de añadir la realidad de las mujeres migrantes que trabajan en el sector primario en nuestros pueblos. Ellassufren una triple discriminación: mujer, rural y migrante. Se está haciendo un trabajo de genealogía brutal, de recuperar la historia de mujeres a las que les tocó vivir una época de desigualdad y machismo. Las cosas, por fin y poco a poco, van cambiando.
-En tu caso, y además compaginas la cultura y ciencia. ¿Cómo se hace esto?
-Desde pequeñita me ha encantado leer. Y fue un poco frustrante como, desde la misma universidad, algun profesor no veía bien que yo leyera tanto. Recuerdo un comentario que tuvo un profesor y que hizo delante de toda la clase diciendo que no entendía cómo tenia tiempo para leer con todo lo que tenía que estudiar. Para mi leer suponía rebelarme contra eso. Creo que es un error esa división entre ciencias y letras. Deberíamos de cambiar el sistema, es muy injusto que desde tan pequeños tengamos que decidirnos por una cosa y abandonar lo demás. Yo me siento muy afortunada de poder dedicarme a lo que siempre quise.
-Hablas de la necesidad de encontrar un lenguaje común donde los dos nos entendamos de verdad. Tu último libro, 'Almáciga', bien podría servir como un diccionario para principiantes. Cuéntanos, qué palabras están ahí que no conocemos.
-Es así, no es que no entendamos las palabras, es que no reparamos en ellas. En esta época de incertidumbre y dolor, también con la emergencia climática, no dejamos de preguntarnos qué tipo de futuro queremos. Para eso, debemos comprender de donde venimos. Las palabras que salen en 'Almáciga' son palabras que a mí me producen un pellizco, que hacen que quieras preguntarle a tu madre o tus abuelos de dónde vienen, palabras comunales que nos hacen compartir.