CIENCIA

Científicos de la Universidad de Granada reviven el mito de la Atlántida

Han descubierto rocas de micro-continentes sumergidos en el océano Atlántico hace entre 200 y 3200 millones de años

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Redacción COPE Granada

Granada - Publicado el - Actualizado

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Un equipo internacional de científicos, liderado por la Universidad de Granada (UGR), ha descubierto evidencias de varios micro-continentes que existieron hace entre 200 y 3200 millones de años, y que se encuentran sumergidos en el fondo del océano Atlántico Central. Su trabajo, publicado en la revista Petrology, ha revivido la vieja leyenda de la Atlántida, descrita por Platón hace 2.300 años, que ha cautivado a lo largo de la historia la imaginación de muchas generaciones.

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El equipo de geocronología dirigido por Fernando Bea y Pilar González Montero, catedráticos de Mineralogía y Petrología de la Universidad de Granada, encontró que rocas oceánicas dragadas del fondo del Atlántico Central con edades menores de 2-3 millones de años contenían minerales circones heredados de rocas continentales mucho más antiguas, con edades entre 200 y 3200 millones de años.

Estos hallazgos se han producido en las inmediaciones de la dorsal centro-Atlántica, la gran cordillera montañosa que es la espina dorsal del océano. Por tanto, lejos de otros lugares donde tradicionalmente se ha intentado localizar la Atlántida, especialmente en la isla griega de Santorini, parcialmente destruida hace 3.600 años durante una erupción volcánica.

El mineral circón puede considerarse una ‘cápsula de tiempo’ que contiene información codificada en la composición isotópica de los elementos que lo forman. El circón puede cristalizar conteniendo cantidades apreciables de los elementos radioactivos Thorio y Uranio que se desintegran a diversos isótopos de Plomo. La proporción entre cada hijo radiogénico (los isótopos de Plomo) y su padre radiactivo (los isótopos de Thorio y Uranio) permite calcular la edad de cristalización del mineral con gran precisión.

Adicionalmente, el circón contiene oxígeno, que es el elemento más abundante en la corteza y manto terrestres. El oxígeno tiene dos isótopos naturales de masas 16 y 18 que, debido a su gran diferencia relativa de masas, se fraccionan fácilmente uno respecto del otro. Así, las rocas continentales suelen tener más 18O que las rocas del manto.

Un fragmento de continente desmembrado

“Dado que el oxígeno se difunde con gran rapidez, el que los circones antiguos encontrados en las rocas modernas del fondo oceánico conserven su composición isotópica claramente continental nos indica que han permanecido muy poco tiempo dentro de los magmas mantélicos, y sugiere que han sido extraídos de una corteza continental que se estaba fragmentando al ser invadida por los magmas mantélicos que producen la corteza oceánica -apuntan los investigadores de la UGR-. En definitiva, estamos convencidos de que se trata de un fragmento de continente que ha sido desmembrado en mitad del océano Atlántico”.

Los científicos de la UGR señalan que la fecha en que se produjo este desmembramiento del continente viene dada por las edades de los circones magmáticos que coexisten con los circones antiguos. “Los análisis realizados en el laboratorio SHRIMP-IBERSIMS de la UGR han mostrado edades tan jóvenes como 600.000 años, pero no podemos descartar edades aún más jóvenes; podrían, por tanto, haber existido uno o varios microcontinentes poblados por homínidos, si tenemos en cuenta que el homo ancestor paseaba por Europa hace 900.000 años”, destacan los autores.

“Esta edad de 600.000 años para la destrucción de los microcontinentes Atlánticos es una estimación máxima. No hay ninguna evidencia que descarte el que haya podido ocurrir en tiempos más recientes, de tal manera que la catástrofe hubiese quedado registrada en las leyendas y mitos del homo sapiens. Para ello, sería necesario encontrar rocas oceánicas recientes (menos de 10.000 años) que también contuviesen circones heredados de un continente antiguo. Esperamos que los estudios en marcha puedan despejar la incógnita”, concluye Fernando Bea.